Эротические рассказы

E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl WoodsЧитать онлайн книгу.

E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods


Скачать книгу
en Connie.

      –Pues en ese caso, Will debería marcharse. Es escoria, es una persona imposible, es irritantemente crítico. Y es un cobarde.

      –Hablando de mí, supongo –dijo Will sacando una silla para sentarse a su lado.

      Connie le lanzó una mirada de advertencia.

      –Puede que no sea el mejor momento –murmuró.

      –Oh, estoy acostumbrado a las críticas fáciles de Jess. Es lo que hace siempre que estoy venciéndola en una discusión. En lugar de ofrecer argumentos racionales, recurre a ataques personales.

      El mal humor de Jess aumentó ante su condescendiente tono.

      –Nosotros no discutimos. Eres un estirado y un pretencioso. Haces juicios de valores como si fueran la única verdad y nosotros fuéramos mortales que no pudiéramos atrevernos a cuestionarte.

      Will la miró con incredulidad.

      –¿Cuándo he hecho yo eso?

      –Todo el tiempo.

      –Dime una vez –la desafió.

      Jess vaciló y dio un sorbo de vino. Por desgracia, los ejemplos específicos parecían estar perdidos en las profundidades de su ebrio cerebro.

      –No tengo que hacerlo, sabes que tengo razón –dijo orgullosa de su maniobra de evasión.

      Will se limitó a sonreír con esa actitud de superioridad que siempre la ponía rabiosa.

      –¡Oh, lárgate! –le gritó irritada.

      –No hace ni cinco minutos creía que tenías algo que querías decirme. Ahora es tu oportunidad. Vamos.

      –He cambiado de opinión. Sería una pérdida de saliva. Nunca escuchas ni una palabra que digo o, al menos, nunca te tomas en serio nada de lo que digo.

      –No, vamos. Suéltalo. Puedo asumirlo.

      Connie suspiró.

      –Creo que iré a por otra bebida. Laila, ¿quieres algo?

      –¿Estás de broma? –dijo Laila levantándose–. Voy contigo.

      –Yo tomaré más vino –dijo Jess.

      –Ni hablar –respondió Connie.

      Sus dos amigas la dejaron allí sentada con Will, que parecía esperar pacientemente a que dijera algo.

      –¿Y bien? ¿Tiene esto algo que ver con que me vieras la semana pasada en el Panini Bistro con una mujer? Parecías muy enfadada.

      –No estaba enfadada. ¿Por qué iba a estarlo? No significas nada para mí. Menos que nada.

      Pero él no parecía creerlo.

      –¿Entonces qué está pasando por esa cabeza tuya? Está claro que estás enfadada conmigo por algo. Más de lo habitual, de hecho. Dilo claramente para que podamos hablarlo.

      –Esa es tu solución para todo, ¿verdad? Hablar hasta morir.

      –Pues sí, resulta que creo que la comunicación ayuda mucho –dijo conteniendo una sonrisa–. Pruébalo.

      Ella deseaba poder quitarle ese gesto de la cara de una bofetada.

      –Vale, de acuerdo. ¿Por qué no me has emparejado con nadie con ese estúpido sistema informático que tienes? Estoy pensando en denunciarte por fraude.

      –¿Fraude? –preguntó él enarcando una ceja.

      –Prometes encontrarle citas a la gente. He pagado mi dinero y ¡no he tenido ni una sola cita! Ni siquiera has tenido las narices de decirme que nunca vas a emparejarme con nadie.

      –Ahora mismo no hay nadie en el sistema que pudiera ser una buena pareja para ti. Estoy añadiendo clientes nuevos cada día, así que el chico perfecto podría aparecer mañana mismo.

      –Muy buena salida. Los dos sabemos que es porque no te parece que sea lo suficientemente buena. Crees que soy una cabeza de chorlito y no estás dispuesto a arriesgar tu preciada reputación recomendándome a un solo cliente.

      Había que admitir que Will parecía verdaderamente asombrado por sus palabras.

      –¿Es eso lo que crees?

      –Es lo que sé –respondió ella con terquedad, incapaz de no mostrar dolor en su voz–. Se supone que eres mi amigo a pesar de saber lo de el déficit de atención. Eso no me convierte en una mala persona, Will Lincoln y tú, mejor que nadie, debería saberlo. No significa que no pueda tener una relación normal. Tal vez no haya tenido ninguna hasta ahora, pero si ese sistema tuyo es tan bueno, podrías encontrarme al hombre correcto.

      Will sacudió la cabeza.

      –No hay duda de que eres la mujer más exasperante e irritante que he visto en mi vida.

      –¿Lo ves? Eso es exactamente lo que quiero decir. Tienes una opinión muy mala de mí.

      –Shh –dijo él acercando la silla.

      –¿Por qué?

      –Shh, calla –repitió posando una mano en su nuca.

      Jess se quedó tan asombrada que se limitó a mirarlo.

      –¿Will?

      Él la miró exasperado.

      –¿Es que no sabes estar callada diez segundos?

      Se inclinó hacia delante para besarla y ese beso hizo lo que ninguna otra cosa podía haber hecho: callarla. Es más, la dejó aturdida. La boca de Will era firme, persuasiva, tierna.

      Cuando la soltó, ella parpadeó atónita.

      –¿Will? –y en esa ocasión cuando murmuró su nombre, sonó sin aliento. Estaba sin aliento. ¡Eso sí que era un giro inesperado de la situación! ¿Quién iba a pensar que ese hombre pudiera besar así de bien y con tanta pasión?

      –¿Qué acaba de pasar?

      –Ya estás otra vez, hablando –dijo él cubriéndole la boca otra vez.

      Ese beso continuó hasta que el corazón de Jess palpitó con fuerza y ella estuvo a punto de arrancarle la ropa allí mismo, donde estaban. ¡La ropa de Will! Esa idea la hizo apartarse de golpe y mirarlo asombrada.

      –¡Me has besado! –dijo como si él no supiera lo que había hecho.

      –Sí –respondió Will tranquilamente.

      –¿Vas a hacerlo otra vez?

      Él sonrió ante el nostálgico tono de su voz.

      –Podría.

      –¿Cuándo?

      –Eso habría que verlo –se levantó.

      –¿Te marchas? ¿Ahora?

      –Creo que es lo mejor.

      –¿Por qué?

      –Te dejaré pensarlo por ti misma. Nos vemos, Jess.

      Ella se quedó mirándolo mientras salía de Brady’s y sus amigas volvían a sentarse a su lado.

      –Ha sido muy interesante –dijo Connie con actitud divertida.

      –¡Ha sido apasionante! –declaró Laila abanicándose con la mano.

      Cuando Jess se quedó en silencio, Connie le tiró del brazo.

      –Ey, ¿estás bien?

      –No estoy segura –respondió saliendo del estupor provocado por el beso. No pudo contener la sorpresa en su voz al decirles–: Will me ha besado. Quiero decir, me ha besado de verdad.

      Laila se rio.

      –Nos hemos fijado. Todo el mundo se ha fijado. Kate incluso ha entrado corriendo en la cocina y ha sacado de allí a Dillon para que


Скачать книгу
Яндекс.Метрика