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E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl WoodsЧитать онлайн книгу.

E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods


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me preocuparía demasiado.

      –Pero no quiero que mi padre haga que Thomas o Connie se sientan incómodos.

      –Ahora mismo creo que está ocupado intentando manejarnos a Jess y a mí.

      –Oh, créeme, puede con todos a la vez. Antes ha estado aquí discutiéndome que el parque del bebé debería estar delante, donde le da más luz. Y me ha dicho que tenía que ponerle a la niña un jersey más grueso y que tendría que empezar a tomar sólidos porque cree que está demasiado delgada.

      Will se rio.

      –Puede resultar exasperante, pero al menos Mick es un padre y un abuelo implicado. Recuerdo una época en la que todos os quejabais del tiempo que pasaba fuera y de lo poco que sabía de vuestras vidas.

      Bree suspiró.

      –Sí, creo que esto entra en la categoría del «ten cuidado con lo que deseas».

      –Mira, tengo que correr para llegar al hospital antes de que mi paciente logre darse de alta. ¿Te ocuparás de las flores?

      –Hecho. Y también escribiré una nota cursilona.

      –Tal vez las notas cursilonas deberías dejármelas a mí.

      Tú limítate al «con cariño, Will».

      –Confía en mí. Vas a necesitar más que eso para que Jess deje de enfadarse porque faltes a una cita.

      –No teníamos una cita, solo planes provisionales –aunque recordó cómo Jess había convertido eso mismo en un auténtico compromiso unos días antes–. No importa. Ponte cursilona. Gracias, Bree.

      –De nada.

      Will esperaba que no tuvieran que sacarlo de un apuro muchas veces más, pero dada la impredecible naturaleza de su trabajo, era lo más probable. Se preguntó si Jess sería capaz de aceptarlo y, si no podía, ¿qué pasaría con el futuro que quería compartir con ella?

      Cansada de esperar a un hombre que, claramente, había olvidado que había prometido ir a verla, Jess subió al ático para seguir con la limpieza. Laila había prometido encargarse del papeleo del préstamo a finales de semana y, después de eso, Mick podría empezar con la reforma.

      Furiosa con Will, aunque sabía que probablemente estaba siendo ridícula, metió cosas en bolsas de basura sin fijarse en que algunas podían conservarse.

      Cuando finalmente oyó pisadas por las escaleras, miró hacia la puerta esperando encontrarse allí a Will. Pero era su hermana con un pequeño ramo de lirios en un elegante y caro jarrón de cristal.

      –¿Por qué estás armando tanto escándalo aquí arriba? –le preguntó Bree y sonrió–. ¿Es que estás disgustada porque Will no ha venido?

      –¿Qué te hace pensar eso? –preguntó irritada–. Me importa un bledo Will.

      –¿En serio? Entonces, ¿por qué estás enfadada?

      –Por la vida. Por los hombres. No sé… –dijo con un suspiro. Vio las flores. Siempre le habían encantado los lirios. Su madre había tenido en el jardín y, cuando se marchó, Jess había esperado a que florecieran cada primavera esperando que trajeran consigo a su madre de vuelta–. ¿De dónde los has sacado? Es difícil conseguir lirios en esta época del año.

      –Pero son tus favoritos y resulta que yo tengo una floristería, así que cuando un cliente llama y pide algo especial para mi hermana pequeña, sé qué le gustaría.

      Jess contuvo el aliento.

      –¿Quién ha llamado?

      –Will, por supuesto. Al parecer, tiene una paciente con una crisis y ha tenido que ir al hospital. No quería que pensaras que se había olvidado de ti, pero claro, eso es exactamente lo que has pensado, ¿verdad?

      Jess asintió, agarrando las flores y oliéndolas. Cuando alzó la mirada, tenía lágrimas en los ojos.

      –¿Ey, estás bien? –preguntó Bree preocupada–. ¿De pronto odias los lirios por alguna razón?

      –No, es solo que siempre me recuerdan a mamá. Solía recogerlos en primavera y los metía en casa por si ella volvía.

      –Oh, cielo, no me he dado cuenta de que te entristecerían tanto. Lo siento.

      –No, no siempre me ponen triste. También me alegran y me hacen sentirme unida a ella porque sabía lo mucho que le gustaban. Has sido muy dulce al pensar en ellos y Will ha sido muy dulce al pensar en enviarme flores. ¿Hay tarjeta?

      Bree se sacó una del bolsillo y se la dio. En el interior había una simple poesía que la hizo reír.

      –¿Lo has escrito tú, verdad? Will jamás escribiría algo tan pésimo.

      –¿Cómo lo sabes? –preguntó Bree indignada–. A lo mejor sí lo haría.

      Jess se levantó y abrazó a su hermana.

      –Gracias por intentar hacerme sentir mejor. ¿Por qué no me ha llamado y me ha dicho que no podía venir?

      –Creo que pensaba que un gesto como el de enviar flores diría más. Está claro que ese chico está loco por ti y, lo más importante, creo que sabe cómo piensas. Estabas aquí arriba pensando que te había dejado plantada, ¿verdad?

      Jess asintió tímidamente.

      –Es una locura, lo sé. No teníamos ningún plan específico.

      –¿No crees que esa reacción por tu parte puede tener que ver con el hecho de que mamá nos abandonara? Si nuestra propia madre pudo hacerlo, ¿por qué no lo iba a hacer cualquier otro?

      –Exacto. Y durante mucho tiempo me he culpado a mí misma, creía que se fue porque yo le suponía demasiados problemas.

      –No lo sabía. Debería haberme dado cuenta.

      –¿Por qué? No eres mucho mayor que yo, también eras una niña. Abby y la abuela sí lo sabían.

      –¿Y papá?

      Jess negó con la cabeza.

      –No, a menos que se lo dijera la abuela. Estaba tan hundido que seguro que no era consciente de lo dolidos que estábamos los demás.

      Bree se sentó en el suelo.

      –Sabes que no todo el mundo se va, ¿verdad? Confío en Jake con todo mi corazón, y lo mismo opino de Trace. Abby estará con él el resto de su vida –miró a Jess–. Y creo que Will entra en esa misma categoría. Es uno de esos hombres que están con su pareja para siempre.

      Jess sonrió.

      –Yo también lo creo –admitió–. Pero, ¿y si yo no soy una de esas mujeres? Sé que a Jake, a Mack y a la mitad de la gente que nos conoce les preocupa eso. Incluso Connor y Kevin, que me conocen mejor, tienen sus dudas.

      –Todos se preocupan por nada –le aseguró Bree–. Te tomarás tu tiempo, pero una vez que te decidas, ya sea con Will o con cualquier otro hombre, te quedarás a su lado. Personalmente, creo que será Will. Vi algo en tus ojos cuando hablabas de él el otro día y es la misma mirada que tiene Abby cuando habla de Trace, o Kevin cuando habla de Shanna, o de Connor cuando mira a Heather, o incluso de mamá y papá cuando se ven. Will es tu hombre, cielo. Pero espera a estar segura y no te alejes porque tengas miedo.

      Jess suspiró.

      –Es demasiado tarde. No creo que pudiera, aunque quisiera.

      Capítulo 16

      Después de que Bree se hubiera marchado, Jess puso las flores de Will en la mesilla de noche junto a su cama para que fueran lo primero que viera en cuanto abriera los ojos por la mañana. El adorable aroma llenaba la habitación y removía sus sentidos, además de remover una especie de reacción sentimental que nunca antes había experimentado.

      Mientras


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