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E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl WoodsЧитать онлайн книгу.

E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods


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¿por qué no lo habéis contado? No has llevado a Connie a la comida del domingo, ¿verdad?

      –Porque esta es exactamente la clase de reacción que intentaba evitar. No dejaré que avergoncéis a Connie, Mick, y al parecer ese es el único comportamiento que puedo esperar de ti.

      Por un momento, Mick pareció atónito por su vehemencia.

      –¿De verdad te importa? ¿En serio?

      –Cada vez más –dijo Thomas sorprendiéndose a sí mismo.

      Mick asintió lentamente, como si estuviera absorbiendo la información.

      –Entiendo.

      –¿Sí? Eso espero porque creía que por fin tú y yo estábamos haciendo progresos a la hora de arreglar nuestra situación. Odiaría ver que volvemos a perderla, aunque solo sea por el bien de mamá. Por cierto, ¿cómo te has enterado de todo esto? Creo que está claro que Jake no te lo ha contado.

      –Oí a Connor y a Kevin hablando –admitió–. No podía creer lo que estaba oyendo, así que decidí que tenía que venir a oírlo directamente de ti.

      –Bueno, supongo que debería estar agradecido de que hayas venido directamente a mí en lugar de hablar de ello con toda la familia. Una vez que los O’Brien al completo empiecen a diseccionar noticias, Connie podría asustarse y salir corriendo.

      –No imagino que saliera corriendo si le pusieras un anillo en el dedo.

      –¿Un anillo de compromiso? –esa idea tan inesperada no lo inquietó tanto como debería haberlo hecho.

      –O podrías pasar directamente a un anillo de boda. No es que seáis muy jóvenes. Los dos podríais tener un hijo, si os dais prisa y os ponéis manos a la obra.

      –Gracias por la sugerencia –le dijo con el gesto torcido.

      –Solo digo que…

      –Sé lo que dices –dijo impaciente–, pero creo que Connie y yo tendremos que decidir el camino que ha de seguir esta relación.

      –Como quieras. La traerás a comer el domingo –dijo como si hubieran llegado a esa conclusión–. Cuenta esto.

      Connie se merece esa franqueza, sobre todo cuando se trata de tu familia.

      Thomas no podía negárselo, pero tenía miedo de que ella rechazara la invitación y saliera corriendo, aunque no podría culparla por ello. A él tampoco le apetecía mucho.

      –Tal vez.

      –Este domingo, o hablaré con mamá. Imagino que te echará una buena bronca sobre cómo mostrarle respeto a una mujer que a todos nos importa mucho.

      Eso era lo último que Thomas quería.

      –Allí estaremos.

      O eso o tendrían que mudarse a Tahití unos cuantos meses donde no hubiera O’Brien a la vista.

      –Tienes que estar de broma –dijo Connie cuando Thomas la llamó para decirle que tenían una cita obligada el domingo.

      –Iba a decírtelo el viernes cuando fuera a verte, pero tenía la sensación de que necesitarías tiempo para hacerte a la idea. O para huir del país.

      –No, lo que pasa es que no querías decírmelo cuando yo tuviera a mano una sartén de hierro fundido.

      Él se rio.

      –Eso también.

      –Thomas, ¿es esto lo que quieres de verdad? ¿Estamos listos para hacerlo público?

      –Creo que no tenemos elección. La mitad de la familia ya lo sabe y ahora que Mick lo sabe, los demás no tardarán mucho en enterarse. No quiero que nadie piense que nos avergonzamos de lo que tenemos. Adoro lo que nos está pasando.

      –Yo también, pero no hemos definido lo que es. Tal vez no es más que una aventura pasajera –dijo conteniendo el aliento y deseando que él lo negara.

      –Connie Collins, ¿es eso lo que crees de verdad? –le preguntó indignado–. No eres la clase de mujer que tiene aventuras y seguro que sabes que te respeto demasiado como para eso.

      Aliviada por su vehemencia, se permitió sonreír.

      –Esperaba que te sintieras así, pero una nunca sabe…

      –¿Por mi reputación?

      –Llevas tiempo siendo soltero y tal vez ese es el estilo de vida que te gusta. Por lo que sé, yo podría ser solo un coqueteo para no aburrirte.

      –Rotundamente no. Además, soy penoso como soltero. Me gustaba estar casado, aunque tampoco se me daba muy bien.

      –Las mujeres equivocadas.

      –Tal vez. O podría haber sido yo. El jurado aún está deliberándolo.

      –Yo lo sé. Solo llevamos juntos, oficialmente juntos, un par de semanas, y ya he visto la clase de hombre que eres. Has estado tratándome como cualquier mujer quiere que la traten.

      –¿Como una reina?

      –No, como una pareja de verdad. No me gusta acostarme contigo únicamente, Thomas. Me gusta el modo en que me hablas, en que compartes conmigo lo que pasa en tu vida, el modo en que me pides opinión y parece importarte lo que digo. Eso supone un cambio de lo más refrescante para mí. Quiero decir, Jake me escucha de vez en cuando, pero mi ex marido nunca lo hizo y Jenny es una adolescente.

      Apenas escucha a nadie.

      –Bueno, yo siempre te escucharé porque eres inteligente y valoro mucho tus opiniones. Creo que formamos un buen equipo.

      Connie suspiró.

      –Yo también.

      –Entonces, ¿te armarás de valor y vendrás a la comida del domingo conmigo?

      –Podríamos quedar allí directamente –sugirió no muy segura de por qué la idea de cruzar la puerta con él delante de todas las miradas expectantes de la familia la aterrorizaba–. O podría ir con Jake, Bree y la bebé. Así, si las cosas salen bien, podría marcharme contigo.

      –De ninguna manera. Lo haremos juntos, mano a mano. De lo contrario, me entrará el miedo.

      Ella se rio.

      –Como si eso fuera a pasar. Creo que estás ansioso por restregarles esto por la cara.

      –En absoluto. Estoy ansioso por mostrarles que soy el hombre más afortunado de la zona.

      Connie contuvo las lágrimas.

      –A veces dices cosas muy dulces.

      –¿Te he hecho llorar? –preguntó preocupado.

      –Solo por la mejor razón posible. Me haces sentir la mujer más afortunada, no solo del pueblo, sino de toda la costa Este.

      Y eso nunca, nunca, lo había hecho nadie antes. Se olvidaría de los entrometidos O’Brien. Sería capaz de enfrentarse a todo un batallón por ese hombre.

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