Эротические рассказы

Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida. Teresa SouthwickЧитать онлайн книгу.

Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida - Teresa Southwick


Скачать книгу
os lo lleváis a casa contra el consejo médico.

      Emily conocía la intensa expresión del rostro de Cal, le había tocado sufrirla en varias ocasiones últimamente. También sabía que se debía a que le importaba de verdad. Ambas partes tenían razón.

      —Tiene que haber algún término medio entre la precaución y el sentido común —dijo Emily—. Si se va a casa, habrá cuatro adultos que pueden hacer turnos para observarle, y tú puedes decirnos qué debemos mirar.

      —Como una familia —dijo Cal.

      —Eso es lo que somos —Emily se preguntó por qué la estaba mirando fijamente, como si hubiera venido de otro planeta—. Además, tengo tu teléfono móvil si nos surge alguna pregunta.

      —Yo tengo una propuesta mejor —Cal consultó su reloj—. A ver qué te parece. Ya casi he terminado mi turno. Quedaos por aquí y me iré a casa con vosotros para pasar allí la noche y así dirigir las tropas.

      Patty y Jonas intercambiaron una mirada y luego ella dijo:

      —¿Por qué?

      Cal la miró a los ojos.

      —Porque Henry es el mejor amigo de mi hija.

      Aquello era una prueba de lo mucho que le importaba, y a Emily le dio un vuelco al corazón.

      —No tienes por qué hacerlo —intervino Jonas.

      —Ése es mi compromiso —aseguró Cal—. O lo tomáis o lo dejáis. Pero antes de que contestéis, debéis saber que estaré allí de todas formas. Y se dónde vivís.

      Emily tragó saliva antes de decir:

      —En lo que respecta al resto del coste de la visita de Henry a urgencias, encontraré la manera de pagarlo todo. A eso me dedico. Hablaré con la Hermana Mónica. Éste es un hospital solidario y tiene que cumplir con ciertas exigencias para mantener su estatus libre de impuestos.

      —Mi grupo médico factura independientemente del hospital, y no cobraré mi tiempo —se ofreció Cal.

      Patty parpadeó.

      —No queremos caridad.

      —Por supuesto que sí —intervino Jonas.

      —Jonas, creí que estábamos de acuerdo en hacer esto nosotros solos —insistió Patty.

      —Y lo estáis haciendo —le aseguró Cal—. Pero dadle a la gente la oportunidad de echaros una mano. Eso nos hace sentir mejor. Dejadme ayudaros —asintió satisfecho—. Ahora dejad que le ponga los puntos a este muchacho. No os preocupéis. Intentaré que esté lo más cómodo posible.

      Cuando salió de la habitación para buscar el material, Emily lo siguió.

      —Gracias —le dijo sonriéndole—. Eres mi héroe —las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.

      No era frecuente ver a Cal sorprendido, pero ahora lo estaba.

      —¿Aunque sea un terco criticón y a veces no sepa cuándo callarme?

      Emily se encogió de hombros.

      —Los héroes no son perfectos. Tal vez por eso sean héroes. Hacen lo correcto a pesar de sus fallos.

      Cal asintió.

      —Voy a cambiarme de ropa antes de que me dé por cambiar de opinión.

      Al día siguiente, Cal se marchó de casa de Emily con ella sentada a su lado en el asiento del copiloto. Cal la miró de reojo y se dio cuenta de que estaba muy pensativa.

      —Te agradezco que vengas conmigo a buscar un regalo para el bebé de Mitch y Sam.

      —¿Cómo iba a decirte que no después de que anoche hicieras de ángel de la guarda?

      —¿Y qué ha sido del héroe? —preguntó mirándola.

      —Eso también —Emily lo miró un instante, pero su broma no sirvió para acabar con su tensión—. ¿Seguro que tu madre estará bien con Annie?

      —Sin duda —aseguró Cal entrando en la autopista—. Ella está deseando pasar tiempo con Annie, y ésta era la oportunidad perfecta.

      —¿No te parece irónico que vayamos a comprar un regalo para un bebé y hayamos dejado a nuestra propia hija con tu madre?

      —No. Además, así será más fácil y rápido escoger el regalo. ¿No te parece increíble que los dos tengamos el día libre hoy?

      —Es estupendo, después de la noche que pasaste ayer.

      Había sido una larga noche, y no sólo por tener que vigilar a Henry. Como la casa de Lucy y Patty estaba hasta arriba con Jonas allí, Cal había utilizado el sofá de Emily para echar una cabezadita cada vez que podía. No fue en muchas ocasiones, teniendo en cuenta que el apartamento olía a ella. Entre observar a Henry y pensar en la piel suave y dulce de Emily y en lo excitante que resultaría tocarla por todas partes, no había dormido mucho. Justo antes del amanecer, Annie lo despertó agarrándole la nariz con sus deditos. Era la primera vez que tenía la oportunidad de que su hija fuera lo primero que veía por la mañana, y eso en cierta forma le llenó de energía. Luego había llamado su madre para preguntarle si todavía quería que lo acompañara a comprar el regalo para el bebé de sus amigos. La conversación desembocó en que terminara cuidando de Annie.

      Cal miró de reojo a Emily y se dio cuenta de que parecía incómoda.

      —¿Qué te ocurre? —se atrevió a preguntar.

      —Muchas cosas.

      —Escoge una —sugirió Cal.

      —¿Pueden ser dos?

      —Adelante.

      —Lo primero que me preocupa es cómo se las va a arreglar tu madre con nuestra pequeña, pero tengo que confiar en tu sabiduría —Emily se entrelazó los dedos en el regazo.

      —¿Y lo segundo?

      —¿Estás seguro de que hemos hecho bien dejando a Henry?

      Ya habían hablado de eso, y Cal tuvo la impresión de que Emily estaba imaginando problemas donde no los había.

      —No estamos dejando a Henry. Está con sus padres.

      —No me refiero a eso —Emily lo miró a los ojos—. ¿A ti te parece bien irte?

      —Sí.

      —¿Te importaría explicarte mejor?

      —Los niños se recuperan asombrosamente rápido. Al final, lo que más les costará a Patty y a Jonas es mantenerlo quieto. No necesitan que haya más gente alrededor animándole.

      —¿Estás seguro?

      Cal la miró un instante.

      —Los médicos observamos e intervenimos cuando es necesario. No estaría aquí si no se encontrara bien.

      —Qué rotundidad —Emily sonrió un poco—. Supongo que va con el nuevo coche.

      —Me preguntaba si te habrías dado cuenta —Cal había cambiado su deportivo por un coche familiar—. En el otro coche no había sitio para Annie porque tenía sólo dos plazas.

      —Es un vehículo muy familiar —dijo ella con cierta melancolía.

      Era la segunda vez en dos días que Emily mencionaba la familia, y no era algo para lo que Cal tuviera una respuesta, así que decidió que no decir nada sería lo mejor.

      Salió de la autopista y se dirigió al centro comercial donde estaba la juguetería. Aparcaron delante y entraron. Cal miró a su alrededor y sacudió la cabeza.

      —No sé por dónde empezar —admitió—. Estoy completamente fuera de mi elemento. Por eso te he traído conmigo. ¿Alguna sugerencia?

      —¿Sabes si Sam y Mitch tienen cuenta aquí?


Скачать книгу
Яндекс.Метрика