Fútbol total. Jürgen WeineckЧитать онлайн книгу.
entrenamiento que, por ejemplo, conducen a un aumento del tamaño del corazón relativamente rápido y que por el contrario no conllevan una mejora de la superficie de intercambio entre los capilares (los capilares son las venas más finas por las cuales tiene lugar el intercambio metabólico con las células musculares). Otros métodos de entrenamiento, por el contrario, tienen una gran influencia sobre la capilarización (aumento de los capilares) y menos sobre el aumento del tamaño del corazón. De esta forma queda demostrado que los tamaños cardiocirculatorios que se obtienen gracias a los diferentes métodos y contenidos de entrenamiento tienen una influencia muy diferente.
Abastecimiento a los vasos sanguíneos y capacidad de resistencia
La preparación y la transformación de la energía en la célula muscular depende del transporte del oxígeno y de sustratos al músculo y de la evacuación de las impurezas del metabolismo mediante los capilares. Para garantizar la capacidad metabólica del músculo es importante, por tanto, el aumento del riego sanguíneo producido mediante el aumento de la superficie de intercambio de los capilares en la periferia (ver Barclay, 1975, pág. 119). En la musculatura ejercitada se produce, mediante ampliaciones y reducciones selectivas de los vasos sanguíneos, una redistribución de la corriente sanguínea en la región que no está haciendo esfuerzo, de manera que en lugar del 20 % aproximado que hay en estado de descanso, durante el esfuerzo un 80 % de la circulación sanguínea es en provecho de la musculatura que está trabajando (ver Strauzenberg/Schwidtmann, 1976, pág. 400; Treumann, 1969, pág. 44; Heyer/Kóhler, 1975, pág. 75 entre otros). La circulación sanguínea local aumenta entre unas 15-20 veces.
Mediante el entrenamiento la regulación del riego sanguíneo puede mejorarse todavía más.
De esta forma queda garantizado que a pesar de aumentar el riego sanguíneo tan súbitamente y a pesar de la doble velocidad cardíaca, el tiempo de permanencia de la sangre en los capilares será el normal y de esta forma continúan prevaleciendo las condiciones óptimas para el intercambio me- tabólico (según Strauzenberg/Schwidtmann, 1976, pág. 499).
Diferentes investigaciones muestran que en aquellos jugadores entrenados en resistencia el grosor de los capilares aumenta todavía más. Schmidt (1978, pág. 14) encontró un aumento de los capilares por fibra muscular de un 41,2 % en comparación con personas no entrenadas en resistencia (ver también Senger/Demath 1977, 392; Mellerowicz/Meller 1972,4).
La ilustración 26 muestra que mediante el correspondiente entrenamiento se consigue un aumento relativamente rápido del grosor de los capilares. Para el futbolista es importante que tenga lugar una reconstitución de los vasos sanguíneos, especialmente cuando se corre durante un espacio largo de tiempo -al menos unos 30 minutos- con un aumento constante de la presión sanguínea. Al correr se produce el conocido como «alta presión sanguínea de trabajo» con la presión sistólica a unos 60 mmHg. Se supone que mediante una presión constante se activará la producción de nuevos vasos capilares -se habla de «capilarización»-, de forma que el intercambio metabólico se optimiza debido a que la superficie de intercambio está aumentada.
Ilustración 26. Modificación de la densidad de los capilares mediante un entrenamiento de resistencia aeróbico (según Noble, 1986, pág. 64).
Cuanto mejor sea la resistencia básica mayor será el grosor de los capilares y mejor podrán alimentarse los músculos.
Consecuencias para el entrenamiento
En el período preparatorio debería darse una especial importancia a este método de entrenamiento, ya que no es tan pesado.
Sangre y capacidad de rendimiento
Gracias al entrenamiento de resistencia se produce un aumento del volumen sanguíneo de aproximadamente un litro. Debemos tener en cuenta que en 1 mm2 hay más de 5 millones de glóbulos rojos portadores de oxígeno; esto significa que se incrementa en unos 5.000 millones de glóbulos rojos. De esta forma se aumenta la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre de una forma considerable.
Mediante un fuerte entrenamiento puede aumentarse todavía más el número de glóbulos rojos. Un centro de entrenamiento situado a gran altura sobre el nivel del mar puede servir de entrenamiento adicional (siempre que éste pueda hacerse compatible con los objetivos específicos del fútbol).
Al aumentar el volumen de la sangre también aumenta la capacidad de compensación de la misma, lo que hace aumentar a su vez la capacidad de resistencia al cansancio del jugador.
El corazón y la capacidad de rendimiento
El músculo cardíaco, al contrario que el resto de los músculos, está continuamente en actividad. Para efectuar el trabajo de contracción depende casi exclusivamente de la energía aeróbica. La especialización de las células musculares del corazón puede verse muy claramente por que continuamente está creando energía en la increíble cantidad de mitocondrias de que dispone -en el músculo cardíaco las mitocondrias pueden llegar a ser un 30 % del volumen total de la célula, en el resto de los músculos y según el tipo de entrenamiento son sólo de un 5-10 %- y también en las enzimas especializadas (Kleitke, 1977, pág. 149).
En estado de reposo la oxidación de ácidos grasos suministra hasta un 80 % de la energía: la glucosa y el lactato toman parte en un 10 % cada una en el metabolismo energético del corazón (Bühlmann/Froesch, 1974, pág. 47).
Durante el ejercicio corporal aumenta la cantidad de lactato en la preparación de energía. Este hecho es importante para poder suprimir la hiperacidez provocada por el esfuerzo. Cuanto mayor es el corazón más ácido puede metabolizar y por lo tanto más puede ayudar indirectamente a no alcanzar la barrera del cansancio. Durante el ejercicio la musculatura activa del esqueleto elimina un 50 % del lactato producido, mientras que el corazón, el hígado y la musculatura inactiva participa en este proceso en un 15 % (ver Brooks, 1987, pág. 150).
Ilustración 27. Representación esquemática de las fibras musculares del corazón con sus correspondientes capilares durante el desarrollo o durante un entrenamiento de resistencia, a) Corazón de bebé, b) corazón de adulto, c) corazón de deportista (Gauer, de Blasius, en Hollmann/Hettinger, 1976, pág. 435).
La ilustración 27 muestra cómo mediante un entrenamiento intenso puede desarrollarse un corazón resistente. En personas no entrenadas el peso del corazón oscila entre 250 a 300 g con un volumen de 600-800 mi o unos 11-12 ml/kg de peso corporal mientras que en futbolistas bien entrenados en resistencia puede ser de 350 hasta 500 g o de 900-1.000 mi o unos 13-15 ml/kg y más (ver Mellerowicz/Meller, 1972, pág. 16; Israel/Weber, 1972, pág. 55; Mader et. al., 1976, pág. 110; Kindermann, 1983, pág. 22). La ilustración 28 muestra el volumen absoluto y relativo del corazón de jugadores de fútbol (liga profesional alemana) en comparación a deportistas de otras disciplinas. Tal y como puede extraerse de la ilustración 29, en un tiempo relativamente corto puede aumentarse el volumen del corazón y con ello la capacidad de resistencia. Paralelamente se produce también el ya mencionado desplazamiento hacia la derecha de la curva anaeióbica como expresión de un aumento de la capacidad aeróbica y una mejor capacidad de resistencia al cansancio. En las tablas 3 (pág. 59) y 4 (pág. 60) se comparan algunos parámetros de futbolistas