Fútbol. Detlev BrüggemannЧитать онлайн книгу.
–Ampliación de los conocimientos tácticos (experiencias de juego) y del comportamiento táctico: cambio de posición, formas de combinación
Formas del entrenamiento
–Partidillos con directrices tácticas
–Formas de juego que motiven
–Juegos de patio y carreras (juegos de motivación)
Contenidos del entrenamiento
Con la aparición de los cambios de la maduración y crecimiento puberales comienza para el joven su fase de desarrollo más difícil. El crecimiento longitudinal acelerado conlleva durante un período problemas serios en el ámbito de la coordinación (técnica). Por ello, el aprendizaje básico de las habilidades técnicas debe estar concluido por entero antes de que comience esta etapa crítica del desarrollo. La mejora y el perfeccionamiento en el manejo del balón continúan y se completan poco a poco mediante la intervención activa del contrario, el estrechamiento del espacio de juego y la consiguiente reducción del tiempo de la acción.
Las tareas tácticas en ataque y en defensa (jugar sin balón) deparan al joven menos problemas de coordinación durante esta etapa de inseguridad psíquica general. El juego sin balón, esto es, las capacidades tácticas y de desplazamiento (no sometidas directamente a los problemas de movimiento originados por el crecimiento), es un factor que contribuye al éxito en no escasa medida, sobre todo en grupos de juego numerosos.
El aprovechamiento de la totalidad del espacio de juego, el desmarque, la capacidad de ofrecerse y el comportamiento defensivo individual y en táctica de grupo exigen visión de conjunto y perspicacia, disposición para la carrera, comprensión del juego y buenas dotes de observación. Estos objetivos del aprendizaje se pueden alcanzar perfectamente en medio de los problemas técnicos transitorios derivados del crecimiento.
Con la utilización de mayores espacios de juego, pero también con medidas de presión temporal, que permiten seguir estabilizando y mejorando las capacidades adquiridas (espacios de acción más estrechos, contrarios activos y en mayor número) se eleva el listón de las exigencias planteadas a la condición física del jugador. Un trabajo intencionalmente dirigido a las capacidades físicas básicas (véase al respecto pág. 86, “Entrenamiento de rendimiento” a partir de los 17 años de edad) no tiene mucho sentido si las formas de entrenamiento elegidas tienen, por su duración e intensidad, un efecto colateral de trabajo de condición física. En esta fase formativa, las tareas intencionales de condición física significan necesariamente una pérdida de tiempo para el desarrollo de las capacidades técnicas, tácticas y sociales de grupo. El factor de la condición física sólo debería situarse en el punto de mira del entrenamiento si los jugadores están capacitados para utilizar y aplicar en el juego sus capacidades, de forma planificada y controlada, también con presión de tiempo (véase pág. 86, “Entrenamiento de rendimiento”, sperfeccionamiento contra la fatiga).
Formas de entrenamiento
Los elementos tácticos propios del buen comportamiento de juego se pueden aprender y mejorar intuitivamente en su aplicación situacional dentro de los partidillos. Aumentan el tamaño de los terrenos de juego y el número de jugadores, pero las diferentes tareas se plantean aún en un nivel de fácil realización. De este modo, los problemas con el balón derivados del desarrollo corporal no ejercen un estímulo tan decisivo sobre el éxito del comportamiento de juego del individuo. En el centro de toda la actividad se sitúa el gusto por el juego. Una valoración amable del marcador contrarresta la falta de confianza en sí mismos de los chicos que no han ganado el partido, pero han obtenido y experimentado éxitos de cara al gol. Precisamente, en esta época de inseguridad psíquica general un resultado de 8–7 es siempre más “valioso” y más apetecible para todos los jugadores participantes que un 1–0.
Las formas de juego no prevén equipos fijos y, por tanto, tampoco un resultado, sino únicamente el objetivo de juego prescrito (p. ej., mantener el balón en las propias filas en 3 contra 1 en un espacio delimitado). Si asociamos estas formas y otras igualmente sencillas, por lo general de menor intensidad de carrera, al objetivo del tiro a puerta (p. ej., 3 contra 1 alrededor de una portería), estas formas de entrenamiento complementarias, de fácil visualización, incorporan un elemento de motivación, de gran ayuda para el joven en una etapa de la vida anímicamente inestable.
Todo entrenamiento debería incluir momentos divertidos. Los juegos de motivación, así como los de patio y carreras adquieren una especial importancia en esta fase del crecimiento, caracterizada por estados anímicos poco equilibrados, hipersensibles y cambiantes. Las palabras de aliento y las oportunidades para actuar con libertad de movimientos aminoran con frecuencia los estados depresivos de los jóvenes.
Figura 8. El balón mueve a los niños y favorece un desarrollo saludable.
Los juegos de motivación se diferencian de los de la etapa escolar por el planteamiento de la tarea. Las tareas de juego con elementos técnicos no parecen muy apropiadas, dados los problemas de coordinación originados por el crecimiento longitudinal. Parece más lógico que estos juegos de distensión planteen tareas de fuerza y atléticas en general. Como el fútbol somete la musculatura del abdomen y de las piernas a un trabajo más intenso que la musculatura de tórax y brazos, desarrollándola por tanto en mayor medida, los juegos de motivación con tareas de recepción y lanzamiento originan una ventajosa compensación.
Un ejemplo sería el juego de dos grupos de igual número en un espacio limitado, en el cual los jugadores de un equipo intentan impedir que un balón medicinal pase a manos de los contrarios, estando prohibido correr con el balón en las manos. Otro sería el sencillo juego de uno contra uno en la postura de hacer planchas, en el que se trata de tirar de la mano de apoyo del contrario de forma que éste caiga sobre el vientre, y que desarrolla y fortalece la musculatura del brazo y del hombro de una forma motivadora.
Finalmente, no deberíamos olvidar que en el fútbol la fuerza necesaria para el uno contra uno, un lance en el que el contacto corporal está permitido por las reglas de juego y a la orden del día, depende en buena medida del entrenamiento físico general efectuado sobre el tronco.
4.2. El entrenamiento de cadetes (14–16 años de edad)
Apariencia corporal
–Crecimiento acelerado de la musculatura y de los órganos
–Recuperación del equilibrio corporal entre estatura y perímetro
Formas de comportamiento típicas de la edad
–Mejoran las capacidades de coordinación
–Aumento del rendimiento en el ámbito de la fuerza
–Recuperación del equilibrio y la estabilidad psíquicos
–Aumentan la confianza en uno mismo y la asertividad
–Formas de pensar y entender más próximas a la realidad
–Comprensión para el entorno, con conciencia de los problemas
–Acciones razonables
–Examen crítico de las exigencias planteadas y de las relaciones que se dan en el grupo
ENTRENAMIENT O DE PROFUNDIZACIÓN II:
(véase pág. 38)
—Época de profundización y perfeccionamiento—
Contenidos del entrenamiento
–Herramientas