Recuerdos de una vida. Loida Morales RuizЧитать онлайн книгу.
no aparece, creo que se ha quemado y ha muerto.
Llevamos unas noches escuchando muchos ruidos, algunos vienen de nuestra cocina y otros de la vecina de arriba. Son siempre a una hora en concreto, los de la cocina pueden ser por la gata, los otros porque la vecina se ponga a limpiar por las noches. Quizás no pueda hacerlo durante el día, porque tiene un niño con síndrome de Down. Es media mañana, estoy en mi cuarto jugando con una Barbie de mi hermana, comienza a caer agua del techo, son gotas seguidas y caen en todos sitios. Se lo digo a mami y me dice que vaya con ella, tras verlo me pide que salga del cuarto. Mami y yo subimos a casa de la vecina, está secando el suelo de su salón, todo encharcado, se le volcó sin querer el cubo de fregar. Mami la ayuda y mientras hablan de lo sucedido, la vecina le pide perdón a mami muchas veces, mami le dice que esté tranquila, que no pasa nada, pero que tenga cuidado porque son pisos muy viejos. La vecina asiente, cuando terminan de secar el suelo se sientan a hablar sobre los ruidos por las noches. Por lo visto, no se sabe quién es la que hace esos ruidos, pues ni mami ni la vecina los hacen. El piso de arriba de la vecina lleva años cerrado y no vive nadie. Llegamos a casa, mami seca el suelo de nuestra habitación, quita las colchas de las dos camas para tenderlas y que se sequen.
Es domingo y papi no está, es la hora del almuerzo, bastante tarde y papi no llega. Mami hizo arroz amarillo para comer, esperamos a papi, que está con el tito bueno. Mami está muy seria y enfadada con papi, nos puso de comer a nosotros, ya terminamos. Llega papi, tiene los ojos rojos y ríe mucho, el tito viene con él. Mami discute con él, le chilla, coge la olla con la comida y la tira contra el suelo a los pies de papi, que también pelea con mami, nosotros estamos viendo todo sentados en el sofá, callados y asustados. Papi se da la vuelta en dirección hacia la calle, y le dice al tito que se marchan. Mami se queda llorando muy enfadada y mi hermana y yo limpiamos la comida del suelo. Mami se va a su cuarto, se encierra y llora. Después, mami lo limpió todo bien.
Estoy en el patio de nuestro piso, no el comunitario. Mami tiene allí un bidón de plástico azul, es grande y está lleno de alcachofas. Me gustan mucho las alcachofas, incluso crudas, mami dice que coma las que quiera, pero sin abusar, que si no me dolerá la tripa. Cojo tres y me como lo tierno, son medianitas y dulces, están muy buenas. Cojo la última, esta y ya está. Cuando llego casi al corazón de la alcachofa veo bichitos, qué asco, se lo enseño a mami y me dice que es normal, que son pulgones y que tengo que lavarlas antes de comérmelas. Se ríe, no quiero más, solo las comeré cuando las prepare mami, que las cocina de muchas formas. Hay una que es la que más me gusta, mami las llama alcachofas a lo guarro. Las hace enteras, asadas al horno, luego en la mesa nos pone un cuenco a cada uno con vinagre aceite y una poca de sal, donde se mojan. Las llama así, porque no se utilizan cubiertos.
Llegamos del colegio, voy al salón, oigo un ruido raro en el patio. Mamá me sonríe mirándome feliz y me dice que vaya a ver. Voy al patio y me quedo parada en seco. ¡Pollitos! Mamá me explica que los criaremos y tendremos huevos frescos, que no los coja mucho para que no dejen de crecer. Mamá me deja acariciarlos un poco, mirándolos ilusionada y feliz.
Es por la noche muy tarde y estamos todos acostados. Se escuchan ruidos de cacharros que mami dejó en la encimera secándose, como de caer al suelo. Papi se levanta para mirar y vuelve a acostarse, escucho decirle a mami que la gata no ha sido, que todo sigue en su sitio. Apaga la luz de su cuarto, vuelvo a dormirme.
Es media mañana, mami le dice a papi que está todo como ella lo dejó. Las gallinas están muy grandes ya y ponen muchos huevos, que están mucho más ricos que los comprados. Mami nos da algunas veces los huevos crudos, abre dos agujeritos, uno por cada extremo, echa una pizca de sal tapando con un dedo uno de los agujeritos, luego el otro y lo agita mucho. Nos lo da diciéndonos cómo cogerlo para que no se nos derrame, y nos lo bebemos. Están muy buenos, algunos días mami, mi hermanita y yo pintamos caritas con un rotulador en los huevos vacíos, es divertido.
Es de noche muy tarde, me he despertado porque tengo ganas de hacer pipí, muchas ganas, pero no quiero ir sola al baño, tengo miedo. Siempre dormimos juntas en la misma cama mi hermana y yo, está dormida, espero que se despierte pronto. Me hago pipí, mi hermana se ha movido y le digo muy bajito, por si aún duerme:
—María, ¿estás despierta?
Ella se mueve y me dice que sí. Me pide que la acompañe al baño, nos levantamos a oscuras y vamos al baño. Nos turnamos en el aseo. Mientras espero a mi hermana, me quedo de pie en la entrada del baño, mirando hacia el pasillo que está a mi derecha. De pronto, se apaga la luz, está todo muy oscuro, estamos calladas, mi hermana me dice que encienda la luz cuando comienzo a quedarme paralizada por el miedo, no puedo moverme. Estoy viendo el tendedero verde que mami dejó plegado y apoyado en la pared de la entradita del piso, que viene hacia mí, avanza lentamente, primero un lado luego otro, cada vez más rápido, con movimientos casi humanos, hasta que acelera mucho hacia mí. Estoy muerta de miedo y comienzo a gritar mucho. Mis lágrimas caen muy rápido por mi cara y sigo sin poder moverme. Escucho a mi hermana decirme que no grite, que no estoy viendo eso, que no hay nada, pero no puedo, sigo viéndolo y tengo muchísimo miedo y sigo gritando sin poder moverme. Mami y papi encienden la luz de su cuarto, desaparece el tendedero, está quieto al fondo donde mami lo dejó. Arranco a llorar, no puedo casi respirar, mami me pregunta, pero no puedo hablar, mi hermanita se lo explica por mí. Mami nos pregunta por qué no encendimos la luz. María le explica, y no nos creen, Tras tranquilizarme, nos fuimos a dormir, yo muy pegada a mi hermana.
Mamá tuvo que esconder o tirar el tendedero, porque no lo volví a ver más en el piso ni en ningún sitio.
Capítulo 6
Mi abuelita le ha devuelto a mami mi peloncete. Le ha dicho que no lo quiere porque el muñeco hace cosas raras, que se lo lleve. A la abuelita también le asusta el muñeco. Mami, papi, el tito bueno y su mujer se han ido con un amigo a tomarse unas cervezas, estamos con la tita pequeña, ellos volverán pronto. Mami se ha llevado el muñeco con ellos y dice que se han divertido mucho con él. El amigo lo dejó colgado por el cuello en unos cables de la estación, no lo volveremos a tener más. Me alegro, me da mucho miedo.
Después de unos días, mi abuelita está mucho mejor y hemos ido a verla de visita. Nosotras tomamos cola cao y ellas café con leche. La abuelita saca las cartas y se pone a jugar con mami. Nos da una baraja vieja a mi hermana y a mí, nos sentamos en los escalones de la entrada de su salón y jugamos nosotras también. En una carcajada, me echo hacia atrás y me doy un golpe en el lado derecho de mi cabeza con el escalón que tenemos a nuestra espalda. No me duele nada, sigo riéndome y jugando con mi hermana. De pronto, de golpe mi abuelita le dice a mami que tengo sangre en la cabeza. Mami se gira en su silla, se levanta de un salto y me mira la cabeza, me toca con su mano y me pregunta cómo me lo he hecho. Retira la mano para coger una servilleta de la mesa y veo la sangre en su mano. Me asuste y eché a llorar, me llevó a urgencias, ella y yo solas, mama paró el coche de un vecino para que nos llevara. Me dieron puntos, los médicos y enfermeras me dijeron que fui muy buena y valiente, pues a pesar de que me dolían los puntos, ni lloré ni me moví. Volvimos a casa de la abuelita a recoger a mi hermana para volver a casa, mami le explicó a la abuelita lo que me hicieron los médicos, nos despedimos de ella y volvimos a casa.
Mi hermanita y yo nos hemos hecho amigas de las niñas de una vecina. Son guapas, simpáticas y muy buenas, su mamá también. Es por la mañana, vamos a verlas y a jugar con ellas a su piso, que está debajo del que se quemó. Llamamos a la puerta y nos abre su mamá, nos saluda y se retira para que entremos. Cierra la puerta muy despacio con cuidado y nos dice:
—Cuando vengáis, llamad muy flojito a la puerta. Como se ha quemado el piso de arriba, los bomberos me han dicho que tengamos cuidado de no dar golpes, porque se nos puede caer el techo encima.
Nos dice que entremos a la cocina, que sus niñas están allí haciendo pulseras y collares. Nos pregunta si queremos hacer también, le decimos que sí. Entramos con ella, sus hijas están con unos tubitos largos de plástico transparentes y bolitas de algodón de colores, nos enseñan a hacer las pulseras, es divertido y quedan muy bonitas. Cogen pequeñas bolitas de algodón y las van metiendo en los tubitos intercalando los colores, yo lo hago también, su mami me cierra la pulsera que hice, y me la pone en la muñeca.