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El Necronomicón. H.P. LovecraftЧитать онлайн книгу.

El Necronomicón - H.P. Lovecraft


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atravesar en los rituales que se detallan a continuación, donde su corazón querrá detenerse; pero giren su rostro hacia el sendero que conduce más allá, porque ése es su objetivo verdadero, a menos que la diosa te elija a ti. Su escalón en la escalera de las luces, construido hace mucho tiempo en Babilonia y en Ur, es blanco.

      Éste es su sello, que deberán grabar en cobre cuando Venus esté exaltada en los cielos, sin ningún testigo de su acto. Al acabar deberá envolverse en la seda más pura y guardado en sitio seguro, para sacarlo únicamente, en cualquier momento, cuando surja la necesidad.

      El número de Inanna es el quince, por el cual se le conoce con frecuencia en los encantamientos de la dispensación, y su sello es el siguiente:

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      El dios del sol es el señor Shammash, hijo de Nanna. Ocupa un trono de oro, lleva una corona de dos cuernos, empuña un cetro en alto en su mano derecha y un disco flamígero en su vida, enviando rayos en todas direcciones. Es el dios de la luz y de la vida. Su color es el oro. Su esencia se encuentra en el oro y en todos los objetos y plantas dorados. A veces se le llama Uddu. Su pórtico es el cuarto, que deberán atravesar en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la gran escalera de luces es de oro.

      Éste es su sello, que deberán grabar en oro cuando el sol se encuentre exaltado en los cielos, estando solos en la cima de una montaña o en algún lugar próximo a los rayos, pero solos. Al acabar deberán envolverlo en un cuadrado de la más fina seda y dejarlo reposar hasta que llegue el momento en que lo necesiten.

      El número de Shammash es el veinte, y éste su sello:

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      El dios de Marte es el poderoso Nergal.

      Tiene la cabeza de un hombre en el cuerpo de un león y porta una espada y un mayal. Es el dios de la guerra y de la suerte de las guerras. A veces se pensó que era un agente de los antiguos, ya que moró durante un tiempo en Cutha. Su color es el rojo oscuro. Su esencia se encuentra en el hierro y en todas las armas hechas para derramar la sangre de los hombres y animales. Su pórtico es el quinto que verán cuando atraviesen las zonas en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces es rojo.

      Éste es su sello, que deberá grabarse en una lámina de hierro o en papel bañado en sangre cuando Marte esté exaltado en los cielos. Mejor que se haga por la noche, lejos de los hábitats de hombres y animales, donde nadie pueda verlos u oírlos. Primero ha de ser envuelto en una tela gruesa, luego, en fina seda, guardándolo hasta que surja el momento en que lo necesiten. Mas han de tener cuidado en no usar este sello de forma precipitada, pues se trata de una afilada espada.

      El número de Nergal es el ocho, y éste es su sello:

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      El dios de Júpiter es el señor de los magos, Marduk Kurios, el del hacha de doble filo. Marduk nació de nuestro padre, Enki, para luchar contra las fuerzas de los antiguos, a las que derrotó en poderosa lucha; sometió a los ejércitos del mal y sojuzgó a la reina de los antiguos. Esa serpiente está muerta, pero sueña. El concejo de los dioses mayores le concedió a Marduk cincuenta nombres y poderes que retiene hasta hoy. Su color es el púrpura. Su esencia se halla en el estaño y en el latón. Su pórtico es el sexto con el que se encontrarán a medida que sigan los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces es púrpura.

      Éste es su sello, que deberán grabar en una lámina de estaño o latón cuando Júpiter se encuentre fuerte en los cielos, al tiempo que reciten invocaciones especiales a Enki, nuestro señor. Deberá realizarse como los otros, envolverse en fina seda y guardarse hasta el momento de su uso. Han de saber que Marduk aparece como un poderoso guerrero con larga barba y un disco ígneo en sus manos. Porta un arco y una aljaba con flechas, y recorre los cielos manteniendo la vigilia. Cerciórense de que sólo soliciten su ayuda en las circunstancias más terribles, ya que su poderío es inmenso y su cólera peligrosa. Cuando necesiten los poderes de la estrella Júpiter, llamen a cambio a uno de los poderes apropiados que aparecen en estas páginas, y seguro acudirán.

      El número de Marduk es el diez, y éste su sello:

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      El dios de Saturno es Ninib, llamado Adar, el señor de los cazadores y de la fuerza. Aparece con una corona de cuernos y una larga espada, vistiendo piel de león. Es el último de los zonei ante los terribles igigi. Su color es el negro más intenso. Su esencia se encuentra en el plomo, en las ascuas consumidas del fuego y en las cosas de la muerte y de la antigüedad. Su símbolo son los cuernos del ciervo. Su pórtico es el último con el que se encontrarán durante los ritos que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de las luces es negro.

      Éste es su sello, que deberán grabar en una lámina o cuenco de plomo, manteniéndolo bien oculto a los ojos del profano. Deberá envolverse y guardarse como todos los otros hasta que se desee hacer uso de él. Jamás deberá exponerse mientras el sol brille en el cielo, sino cuando haya caído la noche y la tierra se vea negra, porque el conocimiento de Ninib es el de las costumbres de los demonios que acechan entre las sombras en busca de un sacrificio.

      Conozcan a la perfección los territorios de los antiguos, las prácticas de sus adoradores y el emplazamiento de los pórticos. Su reino es el de la noche del tiempo.

      Su número es el cuatro, como las estaciones de la Tierra, y su sello es el siguiente:

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      El libro de entrada y sobre el andar

      El libro de entrada

      Éste es el Libro de Entrada a las Siete Zonas que hay sobre la Tierra, zonas conocidas por los caldeos y por las razas antiguas que les precedieron en los templos perdidos de Ur. Sepan que estas zonas están gobernadas por espíritus celestiales y que mediante el sacerdote puede obtenerse paso a través de estas tierras limítrofes de los yermos azonificados que hay detrás. Sepan que, cuando caminen de esa manera por el mar de las esferas, deberán dejar a su observador detrás, de modo que pueda vigilar su cuerpo y propiedades para que no los maten y se vean obligados a vagar durante toda la eternidad por los espacios negros entre las estrellas o que sean devorados por los coléricos igigi, que moran más allá.

      Sepan que deben recorrer los escalones de la escalera de luces, cada uno en su lugar y uno por vez, y que deberán entrar por los pórticos de acuerdo con la forma permitida, tal como se establece en la alianza; de lo contrario, seguro que estarán perdidos.

      Sepan que deberán mantenerse purificados durante el espacio de una luna para la entrada al primer escalón, una luna entre el primero y el segundo, y de nuevo otra entre el segundo y el tercero, y continuar de esta manera. Deben abstenerse de derramar su simiente por este periodo de tiempo, aunque pueden adorar en el templo de Ishtar, siempre que no pierdan su esencia. Y esto es un gran secreto.

      Cada día durante la luna de purificación necesitarán invocar a su dios cuando amanezca y a su diosa cuando oscurezca. Deberán invocar a su observador e instruirle a la perfección acerca de sus deberes, proporcionándole un tiempo y lugar desde el cual les pueda servir y rodearse en todas las direcciones con una espada llameante. Para el recorrido sus ropas han de ser hermosas, limpias y sencillas, pero apropiadas para cada escalón. Y deberán llevar con ustedes el sello de ese escalón en particular sobre el que andarán, que es el sello de la estrella que corresponde.

      Deberán preparar un altar que esté situado hacia el norte, y en él colocarán las estatuas de sus deidades, o las imágenes que sean adecuadas, un cuenco de ofrenda y un brasero. Sobre la tierra tendrá que estar grabado el pórtico adecuado para el andar. Si sobre sus cabezas se encuentra el cielo, mejor. Si tuvieran un techo, deberá estar vacío de cualquier adorno. Ni siquiera una lámpara debe pender sobre ustedes, salvo durante las operaciones de invocación, que se discutirán más adelante (¡si los dioses me conceden el tiempo!). La única luz ha de proceder de las cuatro lámparas


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