X ha muerto. Alaine AgirreЧитать онлайн книгу.
«Singular y totalmente natural, en cuanto lo interiorizas, como en dulce balanceo te arrastra por el tranquilo caudal del río, llevada por el flujo inagotable de los pensamientos de la protagonista. Es más, sumergiendo la cabeza podrás escuchar la musicalidad que ha impregnado cada línea». —Iraitz Urkulo, Berria
«No hay quien lea esto sin temblor. (…) El encanto de los escritos de Alaine Agirre es que son sincericidios». —María Unanue, Pikara Magazine
«Sin ninguna observación, afirmo que Alaine Agirre es una de las voces más necesarias de la literatura del siglo XXI. Alaine Agirre es un monstruo de la escritura. Alaine Agirre te ahorrará horas de terapia». —María Unanue, Pikara Magazine
«En este trabajo se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre cómo afrontamos la muerte, qué supone la pérdida de lo que amamos, cómo es el proceso del duelo, cómo se puede hacer la gestión del abandono o (la gestión) de la soledad. Y con ello pone en cuestión las formas actuales de relación, llevándolas hasta el extremo mediante fantasías catastróficas». —Amaia Álvarez Uria, Argia
«X ha muerto es una forma de alejarse del miedo y de la obsesión, es una forma de expiar los malos pensamientos y de conjurar ideas que nos paralizan. ¿Quién no se ha desvelado alguna noche pensando en la muerte de alguno de sus seres queridos? Toda esa angustia, esa desazón, la traslada a estas páginas Alaine Agirre con emoción, plasticidad y ritmo». —Txani Rodríguez, Pompas de papel, EITB
X ha muerto
Alaine Agirre Garmendia nació en Bermeo en 1990. Comenzó a publicar muy joven y en pocos años se ha convertido en una de las voces más personales e interesantes de la literatura vasca, apreciada por el público y alabada por la crítica gracias a la fuerza, ritmo y pasión de su prosa. Es autora de cuatro novelas: Odol mamituak (2014, Premio Siete Calles; publicada en castellano como Sangre seca, 2018), X hil da (2015, Premio Euskadi de Plata 2016), Bi aldiz erditu zinen nitaz, ama (2017, Premio Joseba Jaka), Kamisoizuri zetazkoa (2018, Beca a la creación literaria del Gobierno Vasco; publicada en castellano como El camisón de seda blanco, 2019). Ha publicado también el poemario Txoriaketortzen ez diren lekua (2017) y múltiples obras de literatura infantil y juvenil. Ha recibido numerosos galardones y su obra ha sido traducida a diversas lenguas: castellano, catalán, gallego, inglés, danés y coreano.
Fotografía: Juan Carlos Ruiz
X ha muerto
Alaine Agirre
Traducción de Xabier Mendiguren
Autora Alaine Agirre Garmendia
Traducción Xabier Mendiguren Elizegi
Corrección Beatriz Morales Bastos
Diseño de colección Rosa Llop
Imagen de cubierta Higinia Garay
Producción del ePub Bookwire
Edición consonni
C/ Conde Mirasol 13-LJ1D
48003 Bilbao
Primera edición en español:
marzo de 2021, Bilbao
eISBN: 978-84-16205-66-0
Esta obra está sujeta a la licencia Creative Commons CC Reconocimiento-NoComercial-SinObra-Derivada 4.0 Internacional CC BY-NC-ND 4.0. Los textos, edición, traducciones e imágenes pertenecen a sus autoras/es.
Edición original en euskera:
X hil da de Alaine Agirre, Elkar Argitaletxea, 2015
consonni es una editorial con un espacio cultural independiente en el barrio bilbaíno de San Francisco. Desde 1996 producimos cultura crítica y en la actualidad apostamos por la palabra escrita y también susurrada, oída, silenciada, declamada; la palabra hecha acción, hecha cuerpo. Desde el campo expandido del arte, la literatura, la radio y la educación, ambicionamos afectar el mundo que habitamos y afectarnos por él.
Para X, porque te quiero inmortal
«Tenía con frecuencia la impresión de vivir aquella pasión como habría escrito un libro: la misma necesidad de resolver con éxito todas las escenas, el mismo afán de cuidar todos los detalles. Y hasta la ocurrencia de que me daría igual morir tras llegar al fin de esta pasión —sin otorgarle un significado preciso a «al fin de»—, como podría morirme tras haber acabado de escribir esto dentro de unos meses».
—Annie Ernaux
1
X ha muerto. X se me ha muerto.
Nunca sé cómo cuándo por dónde empezar a contar aquello que voy a contar. Una vez empezado, sí; después de empezar y continuar, sí; aunque no sepa a dónde se dirige la historia, yo sigo; quiero decir que sigo escribiendo y emborrachándome con la música, y escuchando al vino, mientras el humo del cigarrillo me entra por las orejas hasta el cerebro, y a veces el humo es pura niebla, pero otras veces toma forma de idea. Pero ahora mismo no puedo escribir, no puedo contar cómo ha sucedido lo que ha sucedido, qué palabras usar para decir que X ya no está aquí, qué palabras usar para decir que X ha muerto.
2
X ha muerto esta noche. X se me ha muerto esta noche. No se ha despertado por la mañana, no me ha llegado su calor.
No me ha cogido por la cintura. No he sentido el olor de su aliento junto a mi boca. No me ha dejado una caricia en el pelo. No me ha dado un beso de duermevela, todavía a oscuras, besándome la ceja porque no encuentra la boca (por tanto, no se ha tragado un pelo de la ceja). No me ha agarrado por la espalda mientras yazgo de costado, con su mano en mi entrepierna, tibia. No me ha dado, en esa postura, un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja. No ha enredado sus piernas con las mías, hasta confundir cuál es mía, cuál es suya. Y no me ha despertado, como cada mañana, diciéndome mi amor.
Hoy he despertado yo sola. Desde una pesadilla.
Soy yo quien le digo hoy mi amor. Soy yo quien lo besa en una ceja, en la carne de la oreja, quien pierdo mis piernas entre las suyas, quien le agarra de la cintura para acercarlo; pero no se acerca. Acaricio su sexo, pero este no responde. Busco su aliento.
Y no lo encuentro.
Hoy he despertado sola. A una pesadilla.
3
El teléfono no para de sonar durante toda la mañana. Será mi madre, porque hoy no he pasado por su casa. También estarán llamando del trabajo, porque hoy no he aparecido. También habrá llamado algún estafador haciéndome saber que me ha tocado un viaje al Caribe. El teléfono no deja de sonar toda la mañana y yo no me he levantado.
Estoy en la cama. Con X. Le miro durante horas, sin que él se dé cuenta. Miro su rostro queriendo fijar en mi memoria cada curva cada peca cada arruga pestaña mancha, para siempre. Le acaricio el pelo, pero no se despierta. Después humedezco con mis besos sus labios, párpados, nariz, cuello, pecho, ombligo, el camino que tanto amo y que lleva hacia su sexo (mientras sus pelillos me hacen cosquillas en los labios y la lengua), el propio sexo, los muslos, las rodillas, las rodillas, las rodillas… pero no se despierta. Más tarde levanto su brazo y lo coloco sobre mí, como si me abrazara, y permanezco así unas horas más, pegada a él, dentro de su abrazo, en su abrazo, en él.