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El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa SantosЧитать онлайн книгу.

El fin del imperio cognitivo - Boaventura de Sousa Santos


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tanto en términos de métodos o resultados como en términos de fidelidad a los hechos, ante la cada vez mayor falta de autonomía de la comunidad científica con relación a los poderosos compromisos y condicionalidades normativas extracientíficas.

      Las epistemologías del Sur se refieren a varios tipos de conocimiento, así como a las articulaciones que se pueden establecer entre ellos en las luchas contra la opresión. A esas articulaciones las llamo ecologías de saberes. En las ecologías de saberes existen dos tipos básicos de conocimientos: los conocimientos que nacen en la lucha y los conocimientos que, pese a no haber nacido a partir de la lucha, pueden ser útiles para la lucha. Cualquiera de estos tipos puede incluir conocimientos científicos y no científicos. A los conocimientos no científicos los denomino conocimientos artesanales. Se trata de saberes prácticos, empíricos, populares, conocimientos vernáculos que son muy diversos, pero que tienen una característica en común: no se han producido por separado, como una práctica de conocimiento separada de otras prácticas sociales.

      Los diferentes tipos de conocimientos que integran la ecología de saberes poseen en los respectivos orígenes diferentes criterios de confianza. Sin embargo, una vez integrados en las ecologías de saberes, la confianza de la que puedan gozar depende de la eficacia de dichos conocimientos según el refuerzo de las luchas y las resistencias concretas contra la opresión, es decir, de los modos en que esos conocimientos contribuyen a maximizar las posibilidades de éxito de las luchas y las resistencias. La confianza en un determinado tipo de conocimiento, lejos de ser la causa de la importancia de este en una ecología de saberes específica, es más bien una consecuencia de la eficacia esperada de ese mismo conocimiento en el refuerzo del éxito de la lucha concreta en la que la ecología de saberes está comprometida. En la medida en que la ecología de saberes incluye conocimiento científico, la objetividad que se le atribuye como fuente de confianza (con relación, por ejemplo, al uso adecuado de métodos científicos) se complementa con los criterios de confianza propios de las epistemologías de Sur (según los resultados obtenidos al recurrir al conocimiento científico). Volveré a abordar este tema cuando discuta las cuestiones metodológicas.

      Este entendimiento de la objetividad de la ciencia es determinante y, curiosamente, empieza a estar presente en los debates epistemológicos sobre la ciencia en general. Teniendo en cuenta la imposibilidad de un consenso mínimo, la objetividad empieza a verse no como una variable independiente («causa») de la confianza en la ciencia, sino como su variable dependiente («consecuencia»). En otras palabras, si el problema fundamental es el de la confianza en la ciencia, la objetividad tiene que concebirse como todo lo que puede contribuir a aumentar la confianza en la ciencia. De este modo, se puede entender la objetividad de formas diferentes, siempre que el resultado sea el mismo: mayor confianza en la ciencia7.

      En las epistemologías del Norte, la cuestión de la objetividad está relacionada con la cuestión de la neutralidad, incluso cuando se trata de dos cuestiones distintas. La cuestión de la objetividad tiene que ver, en general, con métodos y valores epistémicos (simplicidad, consistencia, capacidad explicativa, capacidad de previsión, etc.), mientras que la cuestión de la neutralidad tiene que ver específicamente con resultados y valores contextuales (morales, sociales, políticos). Desde el punto de vista de las epistemologías del Sur, la neutralidad no tiene sentido porque el criterio del que depende la confianza se encuentra en las vicisitudes de la lucha contra la opresión, imposibilitando así cualquier indiferencia contextual. An-Na’im describe de manera elocuente la imposibilidad, o incluso el carácter inmoral, de la neutralidad en el contexto en el que realizó su trabajo científico: «Es inaceptable que un académico africano dedique toda su atención al análisis académico distanciado sin intentar responder a las necesidades urgentes y al sufrimiento inaudito de africanos en todo el continente» (2006: viii). La neutralidad es un dispositivo ideológico en una sociedad dividida entre opresores y oprimidos. En una sociedad así, permanecer neutral equivale a estar del lado de los poderosos y los opresores.

      Las teorías críticas eurocéntricas modernas llevaron a cabo la crítica de la objetividad de la ciencia. En la tradición marxista, la relación entre objetividad y neutralidad se resolvió mediante la articulación entre objetividad y una subjetividad fuerte —una subjetividad colectiva e históricamente constituida—. La formulación más brillante de esta idea fue la propuesta de Lukács de subjetividad fuerte de la clase trabajadora autoorganizada como garantía de objetividad científica8. El optimismo de Lukács era excesivo, como más tarde reconoció la Escuela de Frankfurt (Horkheimer y Adorno, 1972), pero su intuición sobre la no existencia de objetividad sin subjetividad que le dé sentido y orientación permanece válida (con la excepción de que, con permiso de Lukács, una subjetividad fuerte siempre será necesariamente una forma de intersubjetividad). De hecho, la dominación capitalista, al funcionar siempre en conjunto con la dominación colonial y patriarcal, multiplica las dianas del sufrimiento injusto9. Por tanto, la resistencia necesita ser plural; las formas de articulación y la asociación de luchas implican siempre una multiplicidad de sujetos que no son reductibles a la homogeneidad o a la singularidad. Para las epistemologías del Sur, la objetividad es siempre intersubjetividad o, mejor dicho, intersubjetividad autoconsciente. Es por ello que los conocimientos nacidos o usados en la lucha son siempre cocreaciones.

       Levantar el peso pesado de la ciencia: el lugar de la ciencia moderna en las ecologías de saberes

      El tercer problema del primer grado de separación tiene que ver con el lugar de la ciencia moderna en las ecologías de saberes. Las epistemologías del Sur presuponen que ni la ciencia moderna ni cualquier otra forma de conocimiento logran captar la experiencia y la diversidad inagotables del mundo. Todos los conocimientos son incompletos: cuanto más amplio es el conocimiento de la diversidad de conocimientos, más profunda es la conciencia de la naturaleza imperfecta de todos ellos. Una mejor comprensión de la diversidad de conocimientos que circulan en el mundo implica una mejor comprensión de los respectivos límites y de la ignorancia que producen. Como he dicho antes, no existe conocimiento en general, así como no existe ignorancia en general.

      Teniendo en cuenta su naturaleza pragmática, las epistemologías del Sur no rechazan, por norma, cualquier forma de conocimiento. En lo que respecta a la ciencia, lo que se rechaza es solo la reivindicación del monopolio del rigor, es decir, la pretensión de que constituye el único tipo de conocimiento válido. Una vez integrada en las ecologías de saberes, la ciencia moderna puede ser un instrumento muy útil en las luchas contra la opresión10. El pluralismo interno de la ciencia abre espacio a su uso en las luchas contra esas formas de dominación11. En las condiciones de nuestro tiempo, los conocimientos que se movilizan en las luchas sociales son, en general, una combinación de, por un lado, conocimientos científicos, eruditos, y, por otro, conocimientos artesanales, empíricos y prácticos. La construcción de esas combinaciones, mezclas e hibridaciones es la principal tarea de las ecologías de saberes. Integrar la ciencia en las ecologías de saberes presenta tres problemas importantes: en primer lugar, cómo distinguir el conocimiento científico de otros tipos de conocimiento, en especial de los conocimientos artesanales; en segundo lugar, qué importancia se le debe dar al pluralismo interno de la ciencia12; en tercer lugar, qué importancia merecen las concepciones no occidentales de ciencia, es decir, las concepciones de ciencia que no se adaptan a las que formulan las epistemologías del Norte.

      La especificidad del conocimiento científico

      En cuanto al primer problema13, parece que no es posible estipular una serie de características que definan de manera inequívoca y consensual un conocimiento específico como científico. Los debates epistemológicos actuales muestran que sería difícil llegar a un mínimo consenso a la hora de elegir las características. Para las epistemologías del Sur, el conocimiento científico es el que la comunidad científica competente considera como tal14. Lo que en un determinado contexto espacio-temporal funciona como ciencia se puede usar como ciencia en las ecologías de saberes.

      Para integrarse en las ecologías de saberes, la ciencia debe respetar el doble criterio de confianza mencionado antes; en otras palabras, debe respetar el criterio de la objetividad


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