Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda EncisoЧитать онлайн книгу.
de vida activa que se estableció en los Estados Unidos de Colombia, posterior República de Colombia. La consulta del archivo de la comunidad fue provechosa, particularmente interesante es el estudio que se adelantó sobre la ayuda humanitaria en Colombia, capítulo 5, durante las guerras civiles decimonónicas y en el conflicto con Perú, pues muestra un aspecto poco conocido de la dimensión que alcanzaron tales eventos, así como la forma en que poco a poco se fue perfeccionando y calando la idea de imparcialidad, en pro de una ayuda humanitaria a los heridos, enfermos, etc., en los campos de batalla, algo que en los 70 años de violencia y conflicto en los que hemos vivido los colombianos ha perdido mucha dimensión. Queda un vacío que lleva a formular una pregunta: ¿en las guerras civiles de 1885 y 1895, por lo que presenta la autora, no hubo ayuda humanitaria?
Igualmente, es interesante el capítulo 6, sobre la profesionalización de la enfermería, contribuye mucho en ello la consulta adelantada en los archivos de la Universidad Nacional y de la Congregación. Sin embargo, presenta siempre el mismo problema subrayado en la obra anterior, todo parece como un continuo, en el que los cambios políticos no tuvieron que ver nada, curioso que no se haya tenido en cuenta el cambio de orientación de los ministerios en la coyuntura de la República Conservadora y la República Liberal, como también que no se hubiera mencionado el desarrollo de otras profesiones similares.
El capítulo 7, sobre las tensiones que se presentaron en el siglo XX entre la Congregación, la Junta de Beneficencia y el Estado colombiano, deja cierta inquietud de que algo faltó: a lo largo de los seis capítulos anteriores el uso del archivo de la comunidad es constante, mientras que es minoritario el de la Beneficencia de Cundinamarca, quizá por el desorden y desorganización que allí existe, pero, en este capítulo, la proporción cambia, se utilizó con profusión el de la Beneficencia y prácticamente nada el de las Hermanas de la Caridad. No creemos que ante los hechos que llevaron a la ruptura entre ambas instituciones, las Hermanas no hayan escrito ora a las autoridades de la Congregación en Francia, ora a la Beneficencia y demás instituciones encargadas, siquiera una carta de desahogo, de explicación, de protesta, etc. Así mismo, resulta extraño que no se haya consultado la prensa, para tener una aproximación a cómo fue dirigida la opinión pública, qué reacciones hubo, etc.
En general, la profesora Castro ha enfocado su estudio en el tratamiento de la pobreza urbana en Colombia, a partir de dos estrategias: la caridad y la beneficencia, tomándolas como la ayuda institucional y domiciliaria a los pobres, para lo que se formularon e implementaron políticas y acciones para socorrerlos, y se desarrollaron diversas formas de asistencia a los pobres;14 y en la relación del Estado colombiano y la Iglesia católica en un ámbito preciso, la asistencia social, entendida como una práctica proteccionista, ora civil, que garantiza las libertades fundamentales y la seguridad de los bienes y las personas en el marco de un Estado de derecho, ora social, que cubre los principales riesgos capaces de entrañar una degradación de la situación de los individuos, e implica ayuda material, moral y espiritual a individuos, familias, comunidades y grupos socialmente en desventaja.15
Castro plantea que, en algunas investigaciones sobre la educación en Colombia, relevantes para la filantropía, se incluyen análisis de programas educativos relacionados con los niños pobres y con grupos de obreros y trabajadores de servicios; y que el concepto de filantropía fue muy poco mencionado en Colombia y no fue casi aceptado. Se usaba a veces para referirse a las personas que daban donaciones a las instituciones de ayuda a los pobres, pero no se involucraban propiamente en sus actividades.16 Nuestro estudio se enfoca no tanto en el tratamiento de la pobreza, nos interesa más el asistencialismo que a través de la beneficencia trató de desarrollar la masonería por medio de la filantropía.
Algunos aspectos dejados de lado por la doctora Castro son presentados y analizados en profundidad por el profesor Gilberto Loaiza en su libro Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación colombiana, 1820-1886 (2011), esencialmente en la presentación de la sociabilidad conservadora estrechamente vinculada a la caridad, toda vez que fue una práctica basada en el contacto directo con los pobres, que propagó y prolongó la adhesión masiva de la población a la religión católica, encarnada esencialmente en la Sociedad de San Vicente de Paúl (1857) y en la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús (1864).
La práctica de la caridad, por parte de la Iglesia y los conservadores, tuvo importantes fundamentos ideológicos, no fue un instrumento subversivo, emanó de una concepción jerárquica e inmutable de la sociedad, que buscó crear un clima de armonía entre ricos y pobres.17
Loaiza presenta la Sociedad de San Vicente de Paúl, fundada en Bogotá, como una estrategia adoptada por el conservatismo para enseñar la religión católica; se preocupó por recolectar fondos, tuvo un consejo directivo y un reglamento, en el que se establecieron tres frentes de trabajo: el hospitalario, el limosnero y el docente, a los que se sumó el de propaganda, por considerarla, al igual que los miembros de la Junta de Beneficencia, importante para publicitar sus acciones y realizaciones. Se determinaron dos clases de miembros: los activos y los contribuyentes. La Sociedad se comprometió por establecer relaciones directas y sistemáticas con la pobreza, mediante la ayuda o visita domiciliaria.
Es interesante el planteamiento de Loaiza sobre la poca presencia de la sociabilidad católica en la costa Atlántica, donde, parece, la alianza entre los masones y la Iglesia católica había hecho definitivamente superflua la utilización de instrumentos asociativos adicionales.18 No obstante, nos parece que se quedó corto en exponer la sociabilidad liberal, primordialmente en lo relativo a la beneficencia, pues, quiérase o no, fue la forma particular que adoptó la masonería radical, para contrarrestar la acción de la caridad conservadora, y sobre todo para rebatir y enfrentar los estigmáticos conceptos que sobre la masonería habían consagrado las encíclicas del pontífice Pío IX.19 Despacha fácilmente la cuestión afirmando que las juntas de beneficencia tuvieron existencia efímera, particularmente creemos que esa apreciación no es cierta.
El aparte dedicado a la contribución de las mujeres a la sociabilidad conservadora contiene una interesante presentación de la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús, en donde Loaiza resalta que esa asociación jugó un papel importante en el crecimiento de la mujer como ente social, pues con ella se inició una etapa más autónoma en la que las matronas católicas dejaban de ser un simple apoyo de las actividades de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
La nueva asociación femenina distribuía sus tareas en cuatro secciones: reformadora, catequista, celadora y la de caridad.20 Sociedad esta que tuvo un notorio crecimiento, dado que, en 1868, cuatro años después de su fundación, contaba con mil socias que cumplían labores no solo en Bogotá, sino en algunos de sus pueblos aledaños, extendiéndose luego a las ciudades que desde los tiempos coloniales habían sido centros urbanos: Bogotá, Pasto, Popayán, Cartagena, y proyectándose en los Estados de Cundinamarca y Antioquia. En diez años (1864-1875) alcanzó a tener 30 filiales, y en 1882 contaba con 39.
En general, los establecimientos de beneficencia cuentan con una mediana historia institucional. El Hospital de Caridad, o San Juan de Dios, es el que tiene una mayor cantidad de estudios, principalmente el exhaustivo trabajo de la profesora Estela Restrepo Zea: El Hospital San Juan de Dios, 1635-1835. Una historia de la enfermedad, pobreza y muerte en Bogotá (2011), que es una estupenda síntesis de los trabajos históricos anteriores sobre la institución, por lo que contiene una importante base de fuentes primarias y secundarias con la que logró reconstruir una historia sobre los fundamentos, transformaciones y crisis de un modelo de atención hospitalaria que se debatió entre la caridad privada eclesiástica y la atención pública estatal, que, para nosotros, es la diferencia fundamental entre caridad y beneficencia. Evidencia la situación asistencial y las prácticas médicas de la época colonial y de la era republicana, como también la preocupación moral y económica por insertar a los vagos, los menesterosos, etc., en la fuerza laboral. El libro oscila entre la historia particular del hospital y la historia de la medicina, de la higiene o salud pública, en diferentes momentos del período que comprende el estudio.
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