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Curso de sociología general 2. Pierre BourdieuЧитать онлайн книгу.

Curso de sociología general 2 - Pierre  Bourdieu


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estructura versus historia.[33] A la vez, la estructura del campo es el motor del cambio, porque de ese sistema de diferencias que constituye la estructura del campo nacen el movimiento del campo y la lucha en el campo, cuya apuesta es conservar o transformar dicha estructura, ya que esa lucha debe sus propiedades a esta.

      Una última cosa que también retomaré. En el pasado insistí mucho en la estructura de la distribución del capital, pero dejé de lado algo importante: el aspecto institucionalizado de esa estructura. Una propiedad de cualquier estado del campo en un momento dado es la medida en que los logros que marcan la diferencia en un campo son legalmente reconocidos o no, vale decir, explicitados, racionalizados, codificados. Ya ampliaré esta noción crucial de codificación, que señala el momento en que un código lingüístico se convierte en un código jurídico o el momento en que un canon de reglas tradicionales se convierte en un canon de reglas jurídicas. Una de las cuestiones universales que deben plantearse a cada campo es la de en qué medida reglas explícitas de tipo jurídico canonizan, codifican, sancionan el estado de las fuerzas; la medida en que el juego se constituye como reglas explícitas con un código deontológico, derechos de entrada implícitos, explícitos, y así sucesivamente.

      Estamos ante un hecho que todo el mundo tiene ante sus ojos, que se ha creído a pies juntillas, cuando en realidad es una intervención social e incluso, cabe decir, una invención social. Si releen a Max Weber (sus análisis de la evolución del derecho, y asimismo el muy bello texto que es la introducción a La ética protestante, en el cual expone cómo poco a poco se constituyeron procedimientos que consideramos racionales), advertirán que, cuando menciona lo que llama “proceso de racionalización”, utiliza con mucha frecuencia la palabra “invención” con referencia a cosas que no acostumbraríamos asociar a ese concepto. Dirá, por ejemplo: “El jurado es una invención de los reyes de Inglaterra”. Si se trata del cuadrado de la hipotenusa, uno acepta la noción de invención; pero no atribuimos esta palabra a las técnicas sociales. El juego de mesa que nos propone la revista Lire es, según creo, una invención, pero una invención que no parece serlo, que parece caer por su propio peso. Uno tiene la impresión de haberla visto siempre. Por consiguiente, la primera cuestión que puede plantearse es: ¿por qué se la acepta? ¿De dónde viene esta invención? ¿Cuál es el universo donde se la ha producido? ¿Y por qué en determinado momento puede aplicarse al universo de los intelectuales?

      Pero ¿esos constatativos no serán performativos que dicen “¡viva el fin de las ciencias sociales!” [risas en el auditorio], “las ciencias sociales al paredón, y los científicos (¡yo entre ellos!), también”? ¿Por qué esos performativos se disfrazan de constatativos? ¿Qué son esos golpes de fuerza? Una propiedad de los golpes de fuerza simbólicos es que se enmascaran. Es una de las propiedades de lo simbólico: la violencia simbólica es una violencia que se ejerce sin parecer tal. Por consiguiente, el hecho de que un performativo pueda tomar la apariencia de un constatativo es de extrema importancia. Pero ¿por qué puede tomar la apariencia de un constatativo? ¿Frente a quién? He hecho estos análisis cien veces y dudo de si repetirlos: cualquier autoridad simbólica –eso es lo que dicen, me parece, los teóricos de lo performativo– supone un espacio social dentro del cual ella funciona, supone campos dentro de los cuales esa autoridad se ha acumulado. Se dirá: “Esta gente nos informa


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