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Curso de sociología general 2. Pierre BourdieuЧитать онлайн книгу.

Curso de sociología general 2 - Pierre  Bourdieu


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percibido los efectos de lo que no veían. Con mucha frecuencia se dice que una de las funciones de la pedagogía moderna es enseñar a leer, pero además sería necesario que los mismos que enseñan esa lectura sepan leer. Una de las funciones de lo que propongo es enseñar a leer entre líneas, vale decir, a leer lo que se dice por entre una censura social que se ejerce sobre los discursos mediante eufemismos, sobrentendidos, sobrentendidos entendidos que la vieja retórica había analizado. La neorretórica que hoy en día se engalana con el nombre de semiología a veces analiza esos tipos de técnicas sociales, pero de manera muy ingenua, ya que a menudo se ignoran las dimensiones propiamente sociales de esta relación de comunicación.

      La pregunta hecha al panel de Lire era: “¿Cuáles son los/las tres intelectuales vivos/as, de lengua francesa (esta precisión es de extrema importancia, un golpe de fuerza extraordinario), cuyos escritos ejercen (es importante), en su integridad, mayor influencia (una palabra más que habría que analizar) sobre la evolución de las ideas, las letras, las artes, las ciencias, etc.?”. Las palabras son muy difíciles de pronunciar tan pronto uno se pone a interrogarlas. Por ejemplo, debido a que muchas personas la utilizan comúnmente, la palabra “influencia” está destinada a pasar inadvertida, cuando en realidad es en sí toda una filosofía social de la relación entre emisor y receptor, una filosofía social que se mete en la enseñanza de la literatura. También podríamos comentar el orden en la jerarquía “letras, artes, ciencias”. Podríamos decir que es un automatismo verbal: a menudo se habla de las “artes y [las] letras”, pero no es lo mismo, [aquí] hay toda una jerarquía implícita… Las ciencias no habrían sido mencionadas en los años treinta, en el apogeo de la NRF [La Nouvelle Revue Française]; es probable que no se hubiera hablado de “ciencias”. Se advierte que unos cuantos científicos aparecen en el palmarés, y tal vez porque algunos científicos aparecen en el palmarés la palabra “ciencias” aparece en la pregunta, no a la inversa. En síntesis, hay multitud de cuestiones. Evidentemente, no voy a encararlas todas.

      “Lire interrogó a varios centenares de escritores, periodistas, profesores”, estudiantes, políticos, etc. (Aquí hay una elipsis y más adelante se aclarará:) “La pregunta se envió a seiscientas personas. El 11 de marzo, habían respondido cuatrocientas cuarenta y ocho. Nuestro agradecimiento a ellas. A continuación, sus nombres”. “Respondieron masivamente” (sería interesante estudiar este “masivamente”). Ahora comenzamos a reaccionar; el orden es importante: “escritores”, “periodistas”, “profesores”, “estudiantes” (creo que los intercalaron), “políticos”. Habría que reflexionar sobre lo que quiere decir el lugar otorgado a esas personas. A continuación, “respondieron masivamente”. Como antes han leído “referéndum”, es evidente (“masivamente”, “referéndum”) que va a ser un plebiscito, vale decir, una consulta de masas a la cual ha respondido gran cantidad de personas. Así, nos hacen la jugada del efecto de número: el juicio que va a producirse –la palabra “producir” puede tomarse en varios sentidos– es socialmente sancionado por una colectividad que en apariencia se ha definido (los escritores, etc.) y que es numerosa. Se trata por tanto del efecto de masa, el efecto de consenso, de consensus omnium, pero jamás se dice que es omnium. Se moviliza así una definición implícita de la intervención de la población que participa. Nos dicen: “Van a leer el resultado de un referéndum en el cual el conjunto de las partes interesadas, prácticamente la totalidad de los jueces competentes para juzgar lo que debía juzgarse –salvo algunos tipos raros que consideraron demasiado complicada la pregunta o que no tenían tiempo–, ha respondido”. Y el subítem agrega: “Respondieron masivamente. Confesando su turbación. No plebiscitando a nadie. Pero reconociendo la influencia de Lévi-Strauss, Aron y Foucault”.

      Esto, desde luego, también vale para las personas que hacen historia de la literatura, sociología de la literatura, historia de la filosofía, etc.: “¿No hago a mi autor, a mis autores, a mis textos, etc., preguntas que ellos no podían hacerse?”. Lo cual no quiere decir que no respondan a esas preguntas –siempre se puede hacer responder–, pero es importante saber que se ha hecho algo al hacer determinada pregunta.

      De ese modo, el subítem está lleno de supuestos. Insisto mucho en que esos supuestos son inconscientes. Sería muy necesario interrogarse sobre la palabra “inconsciente”. Yo la utilizo de manera estrictamente negativa para decir que no se trata de una estrategia consciente: no es deliberada, no está “hecha para”, no es producto de una intención individual.


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