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Por el derecho comprender. Henrik López SterupЧитать онлайн книгу.

Por el derecho comprender - Henrik López Sterup


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y su relación con la inclusión social y la participación. Luego, se analiza el problema de la exclusión social generado por el uso de lenguaje oscuro o de difícil comprensión. Para ilustrar el efecto del lenguaje oscuro en contravención de la inclusión social, se examina el caso de los Acuerdos de paz en Colombia y los pueblos indígenas. Posteriormente, se argumenta cómo el desarrollo tecnológico podría contribuir a reducir escenarios de discriminación invisible producto de la ausencia del uso de lenguaje claro. En virtud de ello, se establece que el lenguaje claro puede implementarse como una herramienta para generar intervenciones efectivas para la inclusión social. Finalmente, se presentan las conclusiones con respecto a los efectos del lenguaje claro en términos de inclusión, especialmente en relación con la participación social y la protección de derechos fundamentales que pueden generarse gracias a su uso.

      Mediante este procedimiento, se establece que el lenguaje claro representa una herramienta que contribuye a fortalecer la inclusión de los individuos dentro de la sociedad en igualdad de condiciones y a generar preceptos sociales más democráticos. Esto, a su vez, permite demostrar que el lenguaje claro favorece el reconocimiento de los derechos fundamentales.

      Para empezar, como se señala en el primer capítulo de este libro, existen una multiplicidad de acepciones del concepto del lenguaje claro, pues se trata de un término relativamente inexplorado. Esencialmente, su finalidad consiste en lograr la comprensión de documentos por parte de la ciudadanía mediante una comunicación basada en el uso de expresiones sencillas, con párrafos breves y sin tecnicismos innecesarios. Esto concuerda con el trabajo de organizaciones como PLAIN y Clarity que han explorado la comunicación en lenguaje claro durante muchos años. Ambas consideran que se evidencia el uso de lenguaje claro “si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información”2.

      Esto implica que el lenguaje claro pretende garantizar la transparencia, así como el entendimiento fácil de la información, especialmente aquella que proviene desde el sector público. Así mismo, ha sido comprendido como la expresión simple, clara y directa de la información. De ese modo, la comunicación en lenguaje claro se convierte en un proceso complejo, donde no basta con tener buena ortografía o un vocabulario amplio, sino que también se necesita obrar con eficiencia, coherencia y practicidad.

      Adicionalmente, no se puede desconocer que existen innumerables beneficios en la implementación del lenguaje claro: las instituciones se vuelven más eficientes, pues no necesitan realizar aclaraciones a los ciudadanos (por lo que el número de interacciones con un mismo individuo se reducen); se ahorran recursos tanto temporales como económicos; se evitan demoras transaccionales; se promueve la transparencia de las entidades; se garantiza que los ciudadanos puedan comprender la información y, por lo mismo, que reconozcan sus derechos; entre otras contribuciones que han sido contempladas por organismos estatales3. Conforme a ello, al observar los beneficios de implementar el lenguaje claro, resulta inevitable tomar en consideración el papel de este como herramienta de inclusión social.

      La expresión inclusión social se ha explorado en múltiples ocasiones. Así pues, se refiere a la posibilidad de acceder a mínimos de bienestar y de protección conforme al nivel de desarrollo de la sociedad4 y al incremento de capacidades para el ejercicio de las libertades5. Para este análisis particular, se tienen en cuenta ambas definiciones, pues esta perspectiva permite concebir, de forma simple, que el ejercicio de los derechos se encuentra ligado a la posibilidad de ser parte de la sociedad. En este sentido, la inclusión se considera un elemento necesario para que se pueda llevar a cabo una verdadera titularidad de la ciudadanía.

      No obstante, al llevar a cabo una revisión de literatura relacionada con el lenguaje claro y la inclusión social, se evidenció que este tema se encuentra mencionado someramente en memorandos e instructivos de la administración pública, en guías de lenguaje claro diseñadas por el Instituto Caro y Cuervo y por el Departamento de Planeación Nacional y en el artículo gubernamental publicado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “Programa de Lenguaje Claro: evidencia en la reducción de la carga administrativa en Colombia”. Sin embargo, aún no existe un producto que explore la importancia para la ciudadanía del lenguaje claro desde la academia, su estudio se ha enfocado en torno a la administración pública especialmente en cuanto a la eficiencia que proporciona. Por lo mismo, resulta pertinente el aporte del presente documento, no frente al sistema, sino en relación con los primeros beneficiarios del lenguaje claro: las personas.

      Así pues, a lo largo de este capítulo, se evidencia la facultad del lenguaje claro para generar inclusión social y para permitir que todas las personas puedan integrarse en la sociedad, contar con la capacidad de deliberar, acceder a posibilidades y reafirmar su propia identidad en igualdad de condiciones. Ciertamente, la inclusión puede considerarse un mecanismo de legitimidad dentro de las democracias, pues las personas tienen más posibilidades participativas cuando transitan por sociedades más incluyentes en su dinámica general de desarrollo. En ese sentido, lo anterior cobra mayor fuerza si el elemento que determina la diferencia entre la inclusión o exclusión radica en la capacidad de comprender el lenguaje que otros utilizan y la posibilidad de interactuar con ellos.

      Sin embargo, no es novedoso que el lenguaje tenga un rol fundamental en el desarrollo social. De hecho, múltiples investigadores y teóricos han desarrollado estudios en torno a la comunicación en esa vía. Por ejemplo, algunos de ellos6 han afirmado que en el proceso comunicativo intervienen funciones del procesamiento social de la información. En este sentido, han llevado a cabo hallazgos importantes, como que la comunicación involucra el análisis y la combinación de la información; el desarrollo de funciones analíticas y procedurales; sinérgicas y retóricas, entre otras.

      Por eso, ya que es evidente e indiscutible que la comunicación constituye el elemento fundamental de las interacciones y, por ende, de la naturaleza humana, resulta cada vez más importante la idea de que la comunicación debe ser clara y comprensible para la totalidad de sus receptores. En caso contrario, no se estaría llevando a cabo un proceso comunicativo efectivo. La comunicación consiste en un proceso multifacético, ocurre con la finalidad de generar confluencias e intercambios de ideas, información y pensamientos entre los individuos. En consecuencia, múltiples autores incluso han llegado a considerarla como una parte orgánica y fundamental dentro del proceso dinámico de la vida misma7.

      En este sentido, la inclusión social se convierte en un factor esencial vinculado a la comunicación clara y asertiva. La mejor forma de ser partícipe dentro del grupo social es mediante las interacciones positivas entre las partes. Los intercambios de comunicación de ideas, notas, mensajes, anuncios u otras manifestaciones de información entre las partes, simultáneamente favorecen o perjudican a las comunidades sociales, según su capacidad de mutua interacción.

      Ahora bien, la anterior afirmación permite establecer una diferencia representativa y relevante dentro de la comprensión del lenguaje. La claridad y la asertividad son factores distintos por lo que no es igual referirse a comunicación en lenguaje claro que hablar de comunicación asertiva. Por una parte, la asertividad hace referencia al grado de certeza durante la emisión de comentarios; esto es, la habilidad o destreza de enunciar con certeza ciertas opiniones y deseos8. Así, autores como Carrobles9 han planteado que la asertividad constituye la habilidad para exponer de manera apropiada y directa, en un momento determinado (de índole personal o social), las creencias y sensaciones tanto positivas como negativas. Por otra parte, la claridad hace referencia a la fluidez y la facilidad de comprensión dentro de las dinámicas sociales, lo cual sí constituye un elemento esencial para asegurar el éxito de los procesos comunicativos. De tal manera, si bien la certeza es un factor importante dentro de las interacciones grupales, en realidad no resulta esencial para el proceso comunicativo; mientras que la facultad de entender y darse a entender favorece el progreso conversacional y asimila a los sujetos bajo la capacidad de comprenderse mutuamente.

      En el mismo sentido, resulta necesario aclarar que existe


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