Pasquines, cartas y enemigos. Natalia Silva PradaЧитать онлайн книгу.
con el lenguaje injurioso, así como algunos conceptos que ayudan a entender la lógica de tipo estamental que marcó el periodo tratado.
1 Tema del que me ocupé en mi investigación doctoral y que derivó en el libro La política de una rebelión. Los indígenas frente al tumulto de 1692 en la ciudad de México (México: Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, 2007).
2 Para un análisis particular de esta mecánica y de las formas en las que se construía la fama de bruja de una mujer, véase Diana Luz Ceballos Gómez, ‘Quyen tal haze que tal pague’. Sociedad y prácticas mágicas en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2002).
3 Jeffrey A. Bowman, “Infamy and Proof in Medieval Spain”. En The Politics of Talk and Reputation in Medieval Europe, editado por Daniel Lord Smail y Thelma Fenster, 103-104 (Ithaca, NY: Cornell University, 2018).
4 Cf. François-Xavier Guerra, “De la política antigua a la política moderna. La revolución de la soberanía”. En Los espacios públicos en Iberoamérica, coordinado por François-Xavier Guerra et ál. (México: FCE-CEMCA, 1998), 109-139.
5 Sobre el uso de este concepto, véase Natalia Silva Prada, “Estrategias culturales en el tumulto de 1692 en la ciudad de México: aportes para la reconstrucción de la historia de la cultura política antigua”. Historia Mexicana 53, n.o 1 209 (2003): 5-63; Natalia Silva Prada, La política de una rebelión, 27-78; Natalia Silva Prada, “El disenso en el siglo XVII hispanoamericano: formas y fuentes de la crítica política”. En Cultura política en América. Variaciones regionales y temporales, coordinado por Riccardo Forte y Natalia Silva Prada (México: Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, 2006), 19-42; Natalia Silva Prada, “Cultura política tradicional y opinión crítica: los rumores y pasquines iberoamericanos de los siglos XVI al XVIII”. En Tradición y modernidad en la historia de la cultura política. España e Hispanoamérica, siglos xvi-xx coordinado por Riccardo Forte y Natalia Silva Prada, 89-143 (México: Juan Pablos-Universidad Autónoma Metropolitana sede Iztapalapa, 2009).
6 Sobre las posibilidades de la documentación histórica para entender la esfera pública de los siglos xvi y xvii en Hispanoamérica véase, en particular, Natalia Silva Prada, “Pasquines contra visitadores reales: opinión pública en las ciudades hispanoamericanas de los siglos XVI, XVII y XVIII”. En Opinión pública y espacio urbano en la Edad Moderna, dirigido por James S. Amelang y Antonio Castillo Gómez y editado por Carmen Serrano (Gijón: Trea, 2010) y Natalia Silva Prada, “El tribunal de la fe censurado: prácticas, rituales, pasquines y rumores contra la Inquisición novohispana (1602-1734). Fronteras de la Historia 21, n.o 1 (2016): 154-166.
7 Guerra, “De la política antigua”, 117.
8 Aura María Franco Reyes, “Las redes sociales y los delitos de injuria y calumnia en Colombia”. Trabajo de grado para optar al título de abogada, Universidad Católica de Colombia, 2017.
9 Sitio web de OEA, capítulo VI, Leyes de desacato y difamación criminal. http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID=442&lID=2. Consultado el 3 de agosto de 2020.
10 DW. Made for Minds. “Vicepresidenta de Colombia retira demanda por injuria contra periodista”. https://www.dw.com/es/vicepresidenta-de-colombia-retira-denuncia-porinjuria-contra-periodista/a-54372314. Edición del 30 de julio de 2020.
Capítulo 1 Lenguaje, emociones y escritura desde la historia cultural
Historia cultural del lenguaje
En fray Juan de Dueñas, paradigmático prosista franciscano culto del siglo XVI, puede rastrearse el importante papel y poder de la palabra en la cultura latina occidental, base del escolasticismo medieval y renacentista. En su libro Espejo de consolación de tristes,11 obra didáctica muy leída en el siglo XVI, se refleja la función dicotómica que para él es connatural al lenguaje e íntimamente vinculada a la concepción del mundo cristiano. El bien y el mal aparecen asociados al lenguaje humano desde el principio de la creación. Dueñas asocia el lenguaje del cielo a Dios y el del mundo al demonio. En el primero está implícita la verdad; en el segundo, la mentira y la falsedad.12 La persona paciente y virtuosa pone la otra mejilla, la persona mala y perversa ofende con injurias. Pero también en el lenguaje del demonio se encuentran las palabras aduladoras. Cuando cita a Jesucristo a través de Marcos dice: “La muerte y la vida están en manos de la lengua […] de tus palabras serás justificado, o condenado […] porque tu sin duda alguna eres señor del hablar y del callar”.13 Según san Crisóstomo, “porque tu solo tienes y no otro alguno la llave de tu boca”.14 El escritor franciscano advierte desde su propia concepción del mundo la fuerza e influencia de la palabra en el devenir del hombre.
El lenguaje ha sido definido como el “vehículo por el que el hombre transmite el resultado de sus experiencias de instalación en la naturaleza y en la sociedad”15 o como “una forma más de percibir la realidad histórica”.16 Sin embargo, la historia cultural del lenguaje ha sido poco definida, aunque cultivada desde hace unas décadas por historiadores de renombre como Natalie Zemon Davis,17 Lynn Hunt,18 Carlo Ginzburg,19 Arlette Farge,20 Peter Burke,21 Roger Chartier22 o Robert Darnton,23 quienes a su vez han recibido una importante influencia de científicos sociales como Mijaíl Bajtín,24 Clifford Geertz,25 Pierre Bourdieu,26 Michel de Certeau27 o Michel Foucault.28
En este libro nos aproximaremos al lenguaje como una entidad mixta que puede fungir ya sea como espejo, ya como agente social. Es decir, no exclusivamente a la noción convencional del lenguaje como medio de comunicación (vocabulario o nomenclatura designativa de hechos, cosas e ideas) sino como generador activo de los significados con los que dichos hechos, cosas e ideas son dotados. Se trata de aproximarnos a formas del lenguaje que nos permitan comprender cómo opera el mundo y qué lugar ocupan los actores sociales en él.29
La historia cultural del lenguaje es una historia sensible a “los lenguajes de que se valen los actores sociales para definir sus identidades y para oponerse a quienes los desmienten”.30 Para los historiadores pioneros de la nueva historia cultural o sociocultural, “la instancia llamada cultura es el marco con el que operamos los individuos en el seno de la realidad, el repertorio de códigos que hacemos valer para actuar”.31 De donde se infiere que el historiador cultural es el que “rastrea esos códigos con el fin de interpretar adecuadamente las acciones de los antepasados”32 y, añadiríamos, las palabras específicas, símbolos y gestos con los que se expresaban esas acciones.
En este punto debemos advertir que tomamos distancia de las reflexiones extremas generadas por el llamado linguistic turn popularizado por Richard Rorty33 y las conclusiones expuestas por sus seguidores. Ciertos humanistas posmodernos llegaron a proponer que la realidad no puede existir si no se la nombra, es decir, que ella se encuentra sometida al lenguaje. 34 Para los historiadores, una consecuencia extrema de esta forma de pensamiento fue la formulación de la idea de que no podemos escapar al relativismo que nos imponen los textos con los que escribimos el relato histórico, convirtiéndose así la Historia en una construcción sujeta a las leyes del lenguaje, en un ejercicio retórico y hasta de ficción más que científico.35 Otra consecuencia del giro lingüístico sería la dependencia de los sujetos históricos a los lenguajes impuestos por las instancias de poder. Al contrario de esto, y siguiendo las reflexiones de Roger Chartier, creemos en la posibilidad de los actores sociales de darle sentido tanto a las prácticas como