"Usted, doctor, es lo que llamamos un perejil. Un perejil hecho y derecho, aunque se haya graduado en la Sorbona. Sus amigos revolucionarios están afuera. Ellos se rajan y a usted lo dejan aquí". Horas después de haber sido secuestrado en su casa por un grupo de tareas, Emilio de Ípola recibió así las primeras «razones» de su detención. Era abril de 1976. Durante los siguientes veinte meses, el autor de este libro pasaría por las cárceles de Devoto, La Plata y Caseros, antes de dejar el país en un exilio forzado. No es exagerado decir que su oficio de sociólogo lo ayudó a sobrevivir. Este libro –que incluye también el texto ya clásico «La bemba»– está hecho de las memorias de aquella experiencia, de un esfuerzo por dar algún sentido a lo que solo podía justificarse en la sinrazón violenta de la dictadura. Apuntes sobre las vivencias del tiempo y el espacio en una celda estrecha donde únicamente se puede esperar, relatos sobre compañeros cuyo destino nunca se conoció, militares y guardiacárceles que «temían» a los «intelectuales» detenidos, delaciones y lealtades: un mundo del que De Ípola logró en su momento tomar distancia y sobre el que aplicó su aguda mirada sociológica. Más de cuarenta años después, el tiempo parece haber depurado aquellos recuerdos. En estas páginas vuelven en relatos que, mientras muestran con elegancia y sin golpes bajos el lado más humano de una experiencia límite, logran no abandonar nunca el intento de entender. En la prolífica genealogía de trabajos que han contribuido a dar sentido a la experiencia política, social y cultural de la última dictadura, este libro es una muestra cabal de la potencia de las ciencias sociales para acomodarse –junto con el arte, seguramente– entre las herramientas que permiten a los seres humanos encontrar significado aun en el límite y en el absurdo.