Olvidar es morir. Sergio Arlandis LópezЧитать онлайн книгу.
que se capten dos momentos consecutivos, rara vez un número mayor, del curso natural del día, con fuerte contraste de luz entre ellos.
En unos casos, es la tarde derivando hacia la noche, como en «Cinemática», «Lazo» o «Íntegra».9 «Haces camino escapada / de la tarde», se le dice (vv. 33-34) en «Cinemática» al personaje femenino del poema, que no es otro que la encarnación del momento crepuscular en su caída hacia la noche. «Pasión de noche» (v. 37) le mueve, y la noche es su meta.
La noche siendo alcanzada ya por las primeras luces del amanecer es otro contraluz muy utilizado. «Riña», «Pájaro de la noche», «Mar y aurora» y «Cruzada»10 se organizan conforme a este movimiento cronográfico. «Cruzada» es un poema modélico, dentro de los del grupo, por su desarrollo. Comienza con la cerrada invasión de la noche: «¡Mira cómo / se adivinan los desvelos / de la noche!» (vv. 3-5), para acabar con explosión de júbilo al asomar la nueva claridad de la mañana: «¡Te adoro, / luz del día!» (vv. 31-32).
El amanecer disgregador de los negros retazos nocturnos sirve de dinámico apoyo a otra serie de poemas: «Voces», «Luz», «En el alba» y «Alba».11 En este último, la luz es descrita como la vencedora de la noche: «Derrota diáfana / de las sombras» (v. 11), que huyen (esas sombras) en desbandada, como un tropel oscuro de caballos: «tumulto equino ciego» (v. 12). La luz llega, por el contrario, lenta, apacible, como un rebaño de ovejas. El son de sus esquilas se transforma, sinestésicamente, en sonido de luz: «Esquilas de la luz titilan límpidas» (v. 21).
La relación de contrastes, vistos ya los casos por dualidad, se completa con aquellos en los que el movimiento de la luz admite una más sutil gradación. Esto sucede en el poema «Viaje»,12 donde la luz traza un arco completo: «mañana» (v. 1) → «mediodía» (v. 9) → tarde (= «luces últimas» [v. 35]) → «noche» (v. 37), y en el poema final, «Posesión»,13 que empieza cuando huye la tarde («de sus puertos despegados / cruzar el día se siente» [vv. 7-8]), se detiene gozosamente en el encuentro con la noche, bajo forma de gran banquete erótico (sobre el mantel, «flores y frutos de noche» [v. 19]), y concluye –último contraluz– con la irrupción del alba.
El esquema de contrastes que domina Ámbito tiene una clara función estructural. Escribe Gustavo Correa: «El movimiento de tránsito del crepúsculo a la noche, seguido por la presencia de la intensa oscuridad nocturna, y luego ésta por el tránsito de la noche al alba, cobra significación estructural en los poemas de Ámbito».14 Lo importante es que sea cual sea el punto solar del día, el paso de un momento a otro está visto casi siempre de modo conflictivo, como poderes reñidos, enfrentados entre sí. La noche luchará por imponerse a las luces crepusculares, y el amanecer por disolver la oscuridad. El círculo incesante, aunque natural y cotidiano, no deja de presentarse como una cruda contienda irrepetible. Por eso Ámbito es, como hemos dicho, un libro sin paz. El «orden pretendido» (v. 27) del que nos habla el poema «Viaje» acaba fracasando.
Se debaten en esta obra fuerzas antagónicas. Su propio estilo, suma de tensiones y distensiones –conformadas por cortantes encabalgamientos, interrogaciones y exclamaciones enfáticas, la concisión de la frase, las intercalaciones parentéticas, las agudas elisiones conceptuales–, da idea de un furor contenido. Las parejas en contraste Ausencia/Presencia, Luz/Noche, Aceptación/Rechazo, Movimiento/Quietud, exponen una visión del mundo en términos irreconciliables. Pocos poemas de Ámbito –como señaló en su día Ventura Doreste–15 escapan a esta pugna.
LA NOCHE, ELEMENTO FEMENINO
Las secciones «nocturnas» de Ámbito pueden considerarse, formal y temáticamente, como una unidad con sentido propio. Desde el primer nocturno, «Cerrada»,16 hasta el final, «Posesión», se nos relata en gradación una historia. Los momentos clave tienen su centro en los poemas intermedios «Cinemática», «Agosto» e «Íntegra».17 En esos poemas (romances todos) se lleva a cabo un rito amoroso con la noche. La noche es vista como una mujer, y el sujeto poemático sale a su encuentro para lograr –título del último poema– su «Posesión».
En «Mar y noche»,18 el mar es descrito como elemento agresor y la noche como una bella y graciosa doncella que pasa indiferente ante la furia desatada de las olas. La visión de la noche como elemento femenino es constante en Ámbito.
«Cinemática», dentro de esta escala amorosa, es el introito al rito de la posesión. Tendrá su culminación en los otros romances citados.
Lo que exactamente sea esa noche o elemento femenino se entiende mejor con la lectura de «Agosto» e «Íntegra»; especialmente, del primero.
AGOSTO19
Plantada, la noche existe.
Vientos de mar sin esfuerzo.
Cuajante, estrellas resulta
–signos de amor– y luceros.
Luceros, noche, centellas 5
se ven partirte del cuerpo.
La noche tiene sentidos.
¿Qué buscas? Se te ven bellos
desplantes a solas; alzas
tu forma, cristales negros, 10
que chocan de fe y de luces
contra las brisas, enteros.
Rotunda afirmas la vida
tuya, noche, aquí en secreto:
secreto que está callado 15
porque el mundo entero es ciego:
que tú lo gritas, la noche,
te vendes, ¡te das!, en sueltos
ademanes sin frontera
para los ojos abiertos. 20
Todo el espacio partido
está para mí. Te encuentro
feliz y cierta, carente
ya de flojos, torpes lienzos,
liberales los sentidos, 25
los pulsos altos, enteros,
cuajante la forma impura
sin compasión, bajo el cielo,
y en la abierta sombra mate
tu sangre, erguida, latiendo. 30
Lleno de «signos de amor» (v. 4), el cuerpo de la noche parece ofrecerse. «¿Qué buscas?» (v. 8); la caracterización no renuncia a los detalles gestuales, obscenos, de solicitud amorosa: los «desplantes a solas» (v. 9), los «sueltos ademanes» (v. 18)... Los requerimientos se dirigen a aquellos seres que mantienen abiertos los sentidos, que no se han cerrado a la vida a pesar de los imperativos de una sociedad que yugula todo impulso liberador: «Rotunda afirmas la vida / tuya, noche, aquí en secreto: / secreto que está callado / porque el mundo entero es ciego» (vv. 13-16). Ceguera hipócritamente fingida. Secreto