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Yo soy la puerta. OshoЧитать онлайн книгу.

Yo soy la puerta - Osho


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iniciarla tú, pero tú no la terminarás. En algún punto intermedio, en algún lugar, el suceso ocurrirá. La meditación te atrapará. Tú serás arrojado y entrará la meditación. Entonces, tú estarás en sintonía con el cosmos. Entonces, serás uno solo.

      El estado de ser uno solo es importante, la relación no es importante. Una relación es sansar: el mundo. Y es por la relación que debemos nacer una y otra vez. Al conocer el estado de ser uno solo, no hay nacimiento y, entonces, no hay muerte. Entonces, no hay nadie salvo uno mismo. Todos están incluidos. Uno se ha vuelto cósmico. Antes de que llegue el estado de ser uno solo, el individuo debe apartarse. Antes de que llegue lo divino, el ego debe apartarse.

      El ego es la fuente de toda relación. El mundo es relación. El estado de lo divino no es una relación, la divinidad no es una relación. Lo divino no es el yo. Esto significa que no se puede ser uno con él. Por lo tanto, un bhakta, un devoto, jamás puede alcanzar lo cósmico, porque piensa en términos de una relación —una relación con el Dios padre, el Dios amante, el Dios amado—. El devoto sigue pensando en términos del yo y del otro. Jamás puede trascender el ego. Esto es muy sutil, porque el devoto siempre está luchando por rendirse. La devoción, el camino a la devoción, es el camino de la rendición. El devoto intenta rendirse, pero ante alguien.

      Si uno intenta rendirse ante alguien, el otro está ahí. Y el otro no podría existir si uno no es; por lo tanto, uno sigue existiendo entre sombras. Uno se olvidará de sí mismo, pero el olvidarse de sí mismo no significa rendirse. Se recuerda lo divino de tal modo, que uno mismo deja de recordarse, pero uno sigue estando en el fondo, existiendo entre sombras. De no ser así, Dios no podría existir como el otro.

      Por lo tanto, el camino de la devoción, tal y como existe, no puede llevar a lo trascendente, a lo cósmico, a ser uno solo. Para mí, no se trata de rendirse ante alguien!, sino simplemente de abandonar el yo —no a los pies de alguien, sino simplemente abandonarse—. Cuando no hay un yo, entonces uno se convierte en uno solo. i

      El yo puede seguir generando las semillas, puede seguir creando la decepción. Y la decepción más grande y más segura es aquella del devoto y de Dios —una decepción religiosa—. Cualquier decepción que se toma religiosa puede ser peligrosa, porque ni siquiera se puede negar. Incluso, el negarla, genera culpa. Uno se sentirá culpable al negarle el yo a lo divino, pero para lo divino, el yo es la proyección del ser de uno. En el momento en que uno es un no-yo, no existe un yo en lo que respecta a la existencia. La existencia entera se ha tomado un no-yo. Y cuando toda la existencia deja de ser un yo, uno se hace uno solo con ella.

      El no-yo es el camino.

      El no-yo es la devoción verdadera.

      El no-yo es la rendición auténtica.

      Por lo tanto, el problema es siempre el yo. Incluso si pensamos en la liberación, moksha, pensamos en la libertad para el yo, no en la libertad del yo. Pensamos que, entonces, seremos libres. Pero entonces no se puede ser libre —moksha no es la libertad para el yo, sino la libertad del yo—. Por lo tanto, yo existo dentro de un no-yo, dentro de un flujo, en un proceso del abandono del yo. No soy un yo, como tampoco hay alguien que sea un yo.

      Por ejemplo, las olas están en el mar, pero cada ola se interpreta a sí misma de modo equivocado, como algo separado del mar. La ola parece estar separada. Se puede engañar a si misma —hay tantas olas alrededor, y cada ola parece ser distinta—. Mi ola es más alta y la suya será más baja, o mi ola será más baja y la suya será más alta. ¿Cómo puede ser lo mismo? Y las olas no pueden asomarse a lo profundo del mar. Sólo se conoce la superficie. Tu ola se está muriendo, y la mía es joven y crece. Tu ola ha llegado a la costa, y yo estoy aún lejos de esa costa. ¿Cómo puedo pensar que ambos somos lo mismo? Sin embargo, pensemos o no que así es, somos lo mismo.

      Entonces, la ola que se conoce como "yo" no es un ego, ni un yo. Esta ola ha sabido que el océano es la ola. La ola es sólo un fenómeno superficial. Una superficie es una apariencia, un movimiento. Esta ola que llamo "yo", no ha sabido que la ausencia de olas, el mar sin olas, es lo real. Incluso tu ola no es distinta.

      He conocido aquello que lo une todo. Tú puedes denominarlo autoconocimiento, pero yo no lo haré. Yo lo denominaré no-autoconocimiento, porque esta esencia es la de todos los conocimientos. Esto es el no-yo. Creo que tú comprendes lo que estoy queriendo decir.

      Cualquier cosa que yo haya dicho puede no ser lo que pretendo decir, y lo que pretendo decir puede no ser lo que he dicho. Así que no confundas lo que digo con lo que pretendo decir, pero siempre mira hacia lo profundo. Siempre escucha aquello que no se ha dicho, sino que ha sido señalado. Todo lo que es profundo, todo lo que es lo máximo, sólo se puede mostrar, mas no se puede decir. Y yo estoy diciendo cosas que no se pueden decir. Por lo tanto, no pienses en mis palabras. Siempre desecha las palabras como algo sin significado; luego, ve a lo profundo del significado carente de palabras, al significado silencioso. Siempre está ahí, debajo de la palabra.

      Las palabras siempre están muertas, el significado siempre vive. Uno puede estar abierto a las palabras, pero uno jamás puede estar abierto a través de la comprensión intelectual. Uno puede estar abierto con todo su ser, no sólo con el intelecto. No es que el intelecto malinterprete a momentos —el intelecto siempre malinterpreta—. No es que el intelecto se equivoque a momentos —el intelecto es el error mismo—. Siempre se equivoca. Por lo tanto, ten simpatía por cualquier cosa que se diga. No trates de comprenderla, deja que penetre en lo más profundo de tu ser. Sé vulnerable y abierto a ella. Deja que se te meta en lo profundo del corazón. No crees barreras intelectuales. Entonces, participando con todo su ser, sabrás. Quizá no comprendas, pero sabrás. Y el comprender no basta, hace falta saber. El intelecto comprende; el ser, sabe. El intelecto es únicamente una parte, su ser es lo verdadero.

      Cuando se sabe algo, se sabe con la sangre, se sabe con los huesos, se sabe con los latidos del corazón. Pero si uno comprende, lo hace únicamente con el mecanismo de la mente, la cual no es muy profunda. Es sólo un instrumento, un instrumento utilitario que es necesario para la sobrevivencia, que se necesita para estar relacionado, pero que se convierte en una barrera en el esfuerzo por alcanzar el estado de ser uno sólo, la muerte espiritual y la resurrección. Es meramente un instrumento natural para poder sobrevivir. No está intencionado para revelar la verdad absoluta. No está intencionado para conocer los misterios ocultos —y los misterios están ocultos.

      Por lo tanto, cualquier cosa que yo esté diciendo, no pienses en ella. Vete a casa y deja que repose. Déjala entrar, deja que te penetre. No te protejas a ti mismo; ábrete. Cada protección propia va en contra del saber. Y sólo cuando esa cosa haya alcanzado la parte más recóndita de tu ser, será conocida y realmente comprendida. Eso es lo que se quiere decir con shraddha: fe. No significa creencia. La creencia es intelectual. Uno puede creer intelectualmente, uno puede desmentir intelectualmente —ambas cosas son intelectuales—. La fe no es en absoluto intelectual. Es la participación mística completa. Es el ser uno solo con los misterios ocultos. Es un salto.

      Por ello, en cuanto a cualquier cosa que yo diga, no me interesa en absoluto la teoría, no me interesa en absoluto ninguna filosofía. Me interesa el salto existencial. Cuando digo algo, es sólo para conducirte a ti hacia aquello que no se puede decir. Y cuando utilizo palabras, es sólo para conducirte a ti hacia el silencio. Cuando hago alguna aseveración, es sólo para señalar aquello que no se puede aseverar. Mi expresión no es realmente para expresar algo, sino para señalar lo inexpresable.

      Así que ten simpatía, porque sólo la simpatía puede ser la apertura. Deja que lo que yo haya dicho, descienda dentro de ti; florecerá. Si la semilla va hacia lo profundo, florecerá. Cuando llegue la flor, tú sabrás qué es aquello que se ha dicho, pero que no se pudo decir. Tú sabrás aquello que se ha dicho, pero que permanece sin decirse.

      Capítulo 2 · Sannyas: viviendo en la inseguridad

       ¿Por qué le das sannyas a casi cualquier persona que viene a verte! ¿Cuál es tu idea de sannyasf ¿Qué obligación implica?

      Para mí, sannyas no es algo muy


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