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Fundamentos de visión binocular. Francisco M. Martínez VerdúЧитать онлайн книгу.

Fundamentos de visión binocular - Francisco M. Martínez Verdú


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      Fig. 4.6 Dinámica de los movimientos sacádicos horizontales. Izquierda: relación duración vs. amplitud; derecha: velocidad media (línea continua) y velocidad punta (línea discontinua) vs. amplitud.

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      donde MVm es el valor asintótico superior y A50 es la constante de semisaturación, es decir, que cuando A = A50, MV = 1/2·MVm.

      A diferencia de la velocidad media, la velocidad punta PV de los sacádicos es un parámetro que es independiente matemáticamente de la duración D. El hecho de que la velocidad punta PV alcanze su cota máxima para amplitudes superiores a 30° augura que su comportamiento funcional con la amplitud A va a ser del mismo estilo que el de la velocidad media MV. Y, en efecto, así ocurre; es más, aparece un resultado sistemático entre ambas velocidades: que el cociente pm = PV/MV = 1.63 es constante. Por tanto, la expresión matemática entre PV y D queda parecida a la anterior:

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      Valga el ejemplo siguiente para ser conscientes de la velocidad de un movimiento sacádico. Fijamos inicialmente en posición primaria en un punto situado a 10 m, y ejecutamos un sacádico horizontal hacia un punto de interés situado lateralmente a 3.64 m del punto inicial (fig. 4.7). La amplitud del movimiento sacádico es A = arctg (y/x) = arctg (3.64/10) = 20 deg. Tomando por ejemplo d = 2.8 ms/deg y D0 = 25 ms, tenemos que el movimiento ocular dura D = 81 ms y que su velocidad media MV = 246.914 deg/s. Para ser conscientes del orden de magnitud de esta velocidad angular, podemos pasarla a revoluciones por minuto, y así poder compararla con la de los giradiscos de vinilo (33/45 rpm) y compactos. En este ejemplo, nos queda que MV = 41.152 rpm. Respecto a la velocidad punta PV, como PVm = 589.286 deg/s y A50 = 8.929 deg, nos queda que PV = 407.407 deg/s = 67.901 rpm.

      Si quizás manejando velocidades angulares no somos conscientes aún de la enorme velocidad de un movimiento sacádico, podemos, no obstante, hacer una estimación burda en términos lineales. Según la fig. 4.7, la mirada pasa del punto O a T. Este movimiento de traslación puede describirse con una velocidad lineal media del tipo v = y/D = 44.938 m/s = 161.778 km/h, lo cual ya no parece desdeñable (¡y eso sin tener en cuenta realmente las aceleraciones y desaceleraciones que se producen!).

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      Fig. 4.7 Ejecución esquemática de un sacádico.

       Contribución de los movimientos sacádicos en la lectura

      Por su gran importancia en el aprendizaje y el uso que de ellos hacemos constantemente, los movimientos oculares en la lectura son unos de los más estudiados por fisiólogos, psicólogos y optometristas (Montes, Ferrer, 2002). Los registros que se pueden obtener con cierta facilidad dan como resultado unas grá-ficas duración vs. amplitud de los movimientos con un aspecto típico de escalera (fig. 4.8): los escalones son las fijaciones de comprensión lectora y las rampas son los movimientos sacádicos (las rampas bruscas son los saltos de línea).

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      Fig. 4.8 Representación amplitud vs. duración de los movimientos de lectura de un párrafo (ver texto para detalles numéricos sobre las condiciones de contorno). F representa la fijación, S un mini-salto sacádico y Sʼ el salto sacádico de cambio de línea.

      Consideremos pues el ejemplo siguiente (el de la figura 4.8): la lectura de un párrafo de 20 líneas de anchura a = 16.1 cm a una distancia d = 30 cm; el tiempo total de lectura ha sido de 70 s y el número total de movimientos sacádicos registrados ha sido de 119. Con estos datos, tenemos que la amplitud máxima, la que marca la anchura del texto, vale A = 2·arctg (a/(2d)) = 30 deg. El número de fijaciones sacádicas por línea de párrafo es de (119 + 1)/20 = 6, es decir, con saltos de 5 en 5 grados de amplitud. Con estas condiciones, la duración media de cada fijación sacádica es de 70/(119 + 1) = 583.3 ms, pero, aplicando los datos del ejemplo anterior (d y D0), la duración del movimiento sacádico es de 39 ms, lo cual significa que se dedica 10 veces más de tiempo a la comprensión lectora del texto que al salto de palabras en palabras.

      Son movimientos oculares de seguimiento rotacional rápido, mucho más rápidos que los movimientos optocinéticos (OKN). Los primeros sí que tienen un estímulo de fijación claro, mientras que los últimos no. Participan en una amplia variedad de circunstancias oculomotoras, como mantener la mirada ante derivas involuntarias del ojo o la regulación de la fijación durante los movimientos vergenciales, por lo que, la disfunción del sub-sistema oculomotor de seguimiento o persecución puede subyacer en la causa de numerosas anomalías oculomotoras como el nistagmus latente, nistagmus espontáneo, etc. (Rabbets, 1998: 184; Von Noorden, 1996).

      Después del estado transitorio, durante su tiempo de reacción correspondiente, el seguimiento de los ojos a un estímulo móvil es casi mimético hasta que la velocidad del estímulo es muy elevada ( > 100 deg/s). En estas condiciones estacionarias, la velocidad de seguimiento del ojo es aproximadamente el 90 % de la velocidad del objeto.

      Son movimientos binoculares en los que se varía el ángulo de cruce de los ejes visuales. Si el ángulo aumenta, el movimiento se denomina convergencia; si el ángulo disminuye, se denomina divergencia. Estos movimientos oculares, como los sacádicos y los de seguimiento, se utilizan para alinear las fóveas de los dos ojos sobre el objeto de interés, cualquiera que sea la distancia del mismo. Para un objeto en infinito, los ejes visuales de los dos ojos deben estar paralelos (vergencia nula); para objetos más cercanos, los ojos deben converger (fig. 1.5). Probablemente, la cualidad principal de la vergencia en los seres humanos es la gran sensibilidad estereoscópica que nos permite notar minúsculos desplazamientos de profundidad entre objetos.

      Al tratarse de movimientos binoculares, se analizarán más exhaustivamente en los capítulos siguientes; en concreto, los aspectos dinámicos en el capítulo 5 y los aspectos óptico-geométricos en el capítulo 6, aunque a partir de ahora su uso será cada vez mayor a lo largo de esta monografía.

      Son conocidos como micromovimientos por su pequeña amplitud, o nistagmus fisiológico por ser de carácter oscilatorio; pero no por ello son movimientos oculares anómalos. Su función es mantener la fijación e impedir el fenómeno fading (fig. 4.1), aunque es posible que estén involucrados en otros procesos de visión cuya finalidad se desconoce todavía. Parecen estar relacionados también con el mecanismo de la acomodación. Permiten, en suma, que el sistema visual esté en las mejores condiciones dinámicas para tener una AV máxima. Destacan tres tipos de micromovimientos:

      a) Trémores: son temblores de los ojos, de muy pequeña amplitud, entre 17" y 1ʼ, y de altísima frecuencia, entre 30 y 75 ciclos/s.

      b) Fluctuaciones: son de mayor amplitud (5ʼ) y frecuencia más baja (unos 5 ciclos/s).


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