Revistas para la democracia. El papel de la prensa no diaria durante la Transición. AAVVЧитать онлайн книгу.
«Viaje al interior de los partidos. El PCE por dentro», La Calle, 15-21 de enero de 1980.
62. Los oficialistas, los renovadores, los federalistas y los «duros», según Carlos Elordi: «X Congreso del PCE. Renovación, pero menos», La Calle, 4 de agosto de 1981.
63. Manuel Azcárate: «¿Qué tipo de partido?», La Calle, 15 de junio de 1981; «El PCE, campo de batalla», La Calle, 24 de noviembre de 1981; Manuel Vázquez Montalbán: «Entre la purga y la disciplina», La Calle, 23 de noviembre de 1981.
2. LA NOVEDAD Y EL ÉXITO DE LA INFORMACIÓN CRÍTICA: LOS MODELOS COMPLEMENTARIOS DE CAMBIO 16 E INTERVIÚ
Jaume Guillamet José Reig Cruañes
La no autorización de revistas de información general y política es una arbitrariedad llamativa en la aplicación de la Ley de Prensa e Imprenta de 1966. Ya había sucedido en sus inicios con el semanario en catalán Tele/Estel (1966-1970), pero el caso más significativo es el de Cambio 16 (1971-), a la que solo se dio permiso de publicación como «revista de economía y sociología», siendo vicepresidente del Gobierno el almirante Luis Carrero Blanco, antes de que el «generalísimo» Francisco Franco renunciara al ejercicio directo de la presidencia. Una vez autorizada a tratar libremente la información general en 1974, siendo ministro de Información y Turismo Pío Cabanillas Gallas, en el primer Gobierno de Carlos Arias Navarro, nuevos semanarios siguieron el ejemplo –Doblón (1974-1976), Posible (1974-1978) y Opinión (1976-1978), entre otros–, pero ninguno alcanzó su difusión, impacto ni influencia. Las cifras de Cambio 16 en 1975 doblaron a las de las revistas ilustradas que en ese mismo año inician su decadencia y en 1976 casi las quintuplican, superando las de los principales diarios.
La rápida expansión de Cambio 16 –recreando el modelo de los newsmagazines estadounidenses Time y Newsweek, que Mundo (1940-1978) se había atrevido a adoptar en 1966, pagándolo con un secuestro y una suspensión de dos meses– la coloca en una posición delantera en influencia, difusión y popularidad, que solo será superada por una revista muy distinta y de éxito aún mayor como Interviú (1976-2018). Si algún precedente tuvo este último semanario de escándalos políticos, sociales y criminales, con portadas y reportajes de desnudos femeninos, sería Sábado Gráfico (1956-1983) –fundado por el periodista Eugenio Suárez Gómez, editor asimismo del semanario de sucesos El Caso (1952-1987)–, víctima también de suspensiones, secuestros y sanciones gubernativas que no cesaron durante la Transición.
La novedad de una información crítica en todos los aspectos de la vida pública es la gran aportación de la prensa semanal ya en vísperas de la Transición, antes de que la prensa diaria afronte la profunda renovación de temas, estilos y lenguajes que inaugurarán el matutino El País y el vespertino Diario 16, en el primer año de Monarquía. Ello explica, probablemente, unos picos de ventas muy superiores a cualquier diario y a las revistas ilustradas, que decaen rápidamente, como los 348.081 ejemplares (1976) de Cambio 16 y los 712.385 ejemplares (1978) de Interviú, así como las cuotas de mercado mantenidas durante la retracción del mercado semanal de los años siguientes.1 Ambos semanarios son el origen de sendos grupos editoriales, en los que destacan los diarios Diario 16 (1976-2001) y El Periódico de Catalunya (1978-) y la revista política Tiempo de Hoy (1982-2018), destinada a competir con Cambio 16. Ambos son objeto de sanciones, secuestros y denuncias gubernativas, así como de ataques y polémicas de la prensa más conservadora, que solo contribuyen a aumentar su popularidad. Ambos se caracterizan por un lenguaje directo, incisivo y atrevido, descarado incluso, que trasluce muy visiblemente desde portadas y titulares.
Con objetivos editoriales y estilos periodísticos muy distintos, Cambio 16 e Interviú ejercen una influencia política muy notable e inspiran los modelos de comportamiento de otras publicaciones. Cambio 16, fundado en Madrid por un grupo inicial de dieciséis accionistas2 procedentes de sectores profesionales y universitarios, tiene una vocación netamente política: «Hacemos periodismo porque no podemos hacer política», según el sociólogo y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Luis González Seara, presidente del Consejo de Administración de la empresa editora Información y Publicaciones S. A. (Fontes y Menéndez, 2004; Díaz Dorronsoro, 2012). Cambio 16 se inspira en Newsweek, a propuesta de Juan Tomás de Salas, consejero delegado, y Ricardo Utrilla, director de publicaciones (Díaz Dorronsoro, 2012: 9). El modelo adoptado se caracteriza por la autoría anónima de las informaciones, reservando las firmas para algunas colaboraciones regulares y tribunas de opinión, además de un comentario semanal de temas laborales de José Manuel Arija, una columna humorística de Carmen Rico-Godoy y una viñeta de Forges. Con honores destacados, Camilo José Cela, miembro de la Real Academia de la Lengua Española, publica una sección de comentario político a favor de la reforma política, en una línea parecida a los editoriales de la revista, desde enero de 1976 hasta junio de 1977.
Interviú, fundada en Barcelona por Antonio Asensio Pizarro, propietario de un taller de fotocomposición y grabado, es una revista con vocación popular alejada del modelo de las revistas políticas, si bien no renuncia a esa temática, que combina con la investigación de temas de actualidad, los sucesos y el llamado «destape» del cuerpo femenino, común al cine de estos mismos años. El modelo de revista se completa con la presencia de colaboradores ideológicamente diversos e incluso contrapuestos como Manuel Vázquez Montalbán, Emilio Romero, José Luis de Vilallonga, Xavier Vinader, Fernando Vizcaíno Casas y el dibujante Martín Morales, si bien los artículos del director, Antonio Álvarez Solís, procedente de La Vanguardia, expresan opiniones de centroizquierda. La revista no publica artículos editoriales.
Las diferencias de modelo entre ambas revistas –Cambio 16 cubre semanalmente la información política, mientras que Interviú ofrece reportajes, entrevistas y artículos de actualidad a un público más amplio, sin estar sujeta al seguimiento estricto de los hechos noticiables– permiten entender la compatibilidad de sus éxitos respectivos en el mercado. El estudio de los comportamientos políticos respectivos se adecúa a objetivos editoriales y contenidos periodísticos diferenciados. A través de las portadas y los artículos editoriales de Cambio 16 se obtiene un relato crítico y una tribuna abierta sobre los hechos y las actitudes de la Transición, mientras que a través de las portadas, artículos, reportajes y entrevistas de Interviú –que no ofrece artículo editorial ni un seguimiento continuado de la información– se obtiene una miscelánea de los temas, personajes, problemas, denuncias y escándalos que caracterizan críticamente el periodo. Podría decirse que, si aquella se especializa en el mundo político y sus actores, esta se orienta a lo social y se especializa en la crítica de las costumbres y la revisión de las actitudes.
CAMBIO 16, RELATO CRÍTICO Y TRIBUNA ABIERTA A LA IZQUIERDA
El análisis del comportamiento político de Cambio 16 permite ajustar con cierto detalle el juicio adelantado por Fuentes y Fernández Sebastián (1997: 321) según el cual esta revista, como los diarios El País y Diario 16,3 habría sido «más o menos» próxima al PSOE, aunque respaldó las líneas generales de la política de Suárez. Se trata, claramente, de una revista que va por libre, condicionada y perseguida por los gobiernos sucesivos de Arias Navarro, que apoya críticamente la reforma, con un relato nítido y transparente de los conflictos políticos y sociales. Lo confirma el análisis de la línea editorial, expresada sucintamente en los títulos de portada y los breves artículos editoriales que abren cada número, que muestra una pronta desconfianza y descalificación del Gobierno de Carlos Arias Navarro, un apoyo pragmático, a la vez que crítico, del Gobierno de Adolfo Suárez y una actitud