A mis padres no les importo. Rosa María Boal HerranzЧитать онлайн книгу.
es conocer dónde se sustenta y de qué área o áreas nace. Voy a exponer algunas de estas áreas o dimensiones del autoconcepto y la autoestima:
La dimensión física. Se refiere a la percepción y valoración que el niño o adolescente tiene de su apariencia física: gordo, flaco, guapo, feo... (imagen física).
Cómo se siente dentro de su grupo social (imagen social). Esta depende de cómo se percibe y se valora en sus relaciones con sus compañeros y amigos, de la integración en su grupo y del feedback que recibe de su grupo.
El autoconcepto académico. Es la opinión sobre su competencia y capacidad (imagen de autoeficacia y autorrealización). Se forma a partir de sus habilidades y de sus logros como estudiante en las distintas áreas o materias escolares, teniendo un peso importante las calificaciones que obtenga.
La opinión sobre su familia y su situación familiar (imagen familiar).
El autoconcepto de las cosas materiales (imagen material-económica). Es la idea formada a partir de su estatus económico-material, derivado del poder económico y de los bienes materiales que posee él o su familia.
La imagen personal-emocional-moral-espiritual es la visión de sí mismo como persona, a nivel intelectual (sus capacidades, actitudes y habilidades), a nivel emocional (sus sentimientos y emociones, el optimismo o pesimismo, la alegría, la positividad o negatividad, etc.), a nivel moral (su ética, honestidad, idea de justicia y de hacer bien a los demás) y sus cualidades espirituales (su sentido de vida y su religiosidad).
Se puede decir que estos dos elementos resumen lo que piensa y siente cada persona de sí misma. A partir de esta percepción y valoración de las propias dimensiones se pueden extraer dos maneras de formarse y sustentarse la autoestima:
a) La formación de la autoestima por lo que se tiene. Esta imagen está formada en la autovaloración de la persona basándose en lo que tiene, derivada de su estatus familiar, económico, por la salud, el físico, la economía, etc. Es la percepción y estima sustentada en lo material o concreto y, por lo tanto, es más dependiente de lo que se ha logrado. Nace de la situación externa y de lo bueno o malo que la persona cree que tiene.
Esta forma de autoestima se corresponde con la autoestima condicionada, contingente o dependiente. Está condicionada en la medida en que una persona se siente importante si logra lo deseado.
b) La formación de la autoestima por lo que se es. Se sustenta en el respeto y el amor a sí mismo por existir y por ser quién es. La persona se valora y se quiere porque siente que se lo merece por ser un ser humano y como cualquier otro. En este caso, la autoestima no está condicionada a los logros, se sustenta en el reconocimiento que se otorga uno a sí mismo, en la aceptación de los defectos y las virtudes y en la satisfacción con todo lo que es y cómo es. Es una autoestima basada en la autocomprensión y la autoaceptación que permanecerá cuando las cosas salen bien y cuando las cosas salen mal. Es más estable, ya que se mantiene cuando una persona tiene éxitos y cuando tiene fracasos, porque se aprecia a sí misma por ella misma.
Esta forma de autoestima se corresponde con la autoestima incondicional, no contingente o independiente. Es quererse como persona, independientemente de lo que se tenga, no está sometida al estatus social, ni a los bienes materiales, ni a la profesión, ni al nivel económico y cultural, es el amor así mismo y por sí mismo.
No obstante, hay que tener en cuenta que estas dos formas de entender la autoimagen y la autoestima se pueden encontrar con obstáculos como cuando lo que se tiene y lo que se es no es lo que desea el sujeto, sea niño, adolescente o adulto. En esta línea hay autores[8] que definen la autoestima como la distancia entre lo que se es y se tiene (el Yo real) y lo que se desea ser y tener (el Yo ideal). Cuanto mayor sea la distancia que separa el Yo ideal del Yo real, más baja será su autoestima.
En cualquier caso, los distintos tipos de presentación de la autoestima nos llevan a describirla en su totalidad como una cualidad personal que se va formando durante el desarrollo del niño a través de las interacciones y de la educación, teniendo un papel importantísimo en ello los ambientes sucesivos que va transitando. En este proceso de desarrollo se pueden considerar algunas características de la autoestima como son:
a) Se desarrolla en base a las interrelaciones del sujeto en los diferentes entornos. La autoestima y el autoconcepto se van formando desde el momento de nacer y tiene gran influencia en su desarrollo la valoración que recibe de los demás, la primera y muy importante la de los padres y, posteriormente, cuando el niño comienza la escolarización y socialización, la de los profesores, compañeros y amigos. En la adolescencia el tipo de relación con amigos y compañeros va a tener especial influencia en la autoestima.
b) Su formación se manifiesta en categorías o niveles. Estos pueden ser de signo positivo o negativo. En cada nivel se pueden sentir, a su vez, diferentes grados de intensidad. Una persona va a desarrollar su estilo de autoestima y en él puede mantenerse de manera estable o puede modificarlo y cambiarlo si lo desea. Voy a establecer cuatro niveles de autoestima que he observado de muy alta a muy baja:
La autoestima muy alta o sobreestima. La autoestima cuando es muy alta, excesiva, no es saludable. Es el extremo opuesto a la autoestima muy baja, ambos polos están lejos de ser una autoestima positiva. En el polo de sobreestima se incluyen aquellas personas que se muestran con una valía por encima de los demás. Pueden considerarles inferiores y llegar a tratarles con arrogancia, poco respeto y desdén, dejando ver que se sienten superiores. Este sentimiento de superioridad puede estar superpuesto a otro de insatisfacción personal. Este comportamiento, en su expresión extrema, puede considerarse como un trastorno de personalidad narcisista.
La autoestima alta-saludable. Es un sentimiento de autovaloración sana que tiende a ser estable y duradero. Las personas gozan de autoconfianza suficiente como para afrontar y superar envites de la vida que pueden producir inestabilidad emocional, como una enfermedad, pérdida del trabajo, una separación, conflicto familiar, problemas escolares, sociales, etc. Es la autoestima positiva porque el sujeto se quiere y se valora a sí mismo y se siente capacitado para aquello que se proponga o desea acometer, al mismo tiempo que percibe de los demás que le valoran y le respetan. Se siente válido pero también considera valiosos a los demás, tiene la sensibilidad de respetar a los otros en igualdad, no considerándose ni inferior ni por encima de ellos. La seguridad y la confianza en sí mismo hará que remonte las circunstancias adversas recuperando el estado inicial de manera más fácil y saludable. Podríamos establecer una comparación con el muñeco que tiene la base de plomo, se le golpea y es sensible al golpe pero antes de llegar al suelo vuelve a recuperar la posición firme.
Autoestima intermedia-balanceante. Es frecuente encontrar esta forma de autoestima en las personas que hacen una vida normalizada, aunque alternando días de estar contentas y felices con ellas mismas, con días de pensar y sentir que no se gustan como son. Es una autoestima oscilante, el sujeto puede sentirse contento, importante y valioso cuando las cosas van bien y consigue lo que se propone; por el contrario, cuando las cosas no salen bien, puede llenarse de reproches y de un sentimiento de poca valía. No tiene la estabilidad en la permanencia ni en la positividad como la autoestima alta-saludable porque manifiesta un comportamiento emocionalmente inestable, sujeto a la valoración cambiante de uno mismo, de las situaciones y de las valoraciones externas.
Autoestima baja-muy baja. Este nivel de autoestima puede mantenerse de manera estable y permanente. Es el estado de una persona que se siente en desventaja frente a las otras e impotente frente a la vida. Tenga lo que tenga, logre lo que logre, nunca se siente valiosa. Los éxitos los atribuye a la casualidad y los fracasos a tener mala suerte y errores propios. Es una autoestima que crea un sentimiento muy negativo de sí misma. Se observa en personas que se sienten insatisfechas, con mucha inseguridad y desconfianza, con sentimientos de poca valía en las distintas áreas o dimensiones de la vida. Tienen miedo al rechazo, sienten que no son merecedoras del aprecio de los demás, tienen temor a ser marginadas, a no estar integradas y se sienten inferiores respecto a ellos. En ocasiones, muestran sentimientos de desamparo y de soledad.