Tocado y transformado. Margarita BurtЧитать онлайн книгу.
todo el tiempo, Dios estará con él, guardándole. Por la gracia y la misericordia de Dios, Jacob volverá un día a la tierra que ahora está abandonando por su pecado, pero no será el mismo Jacob. Dios habrá tratado con el pecado en él, pero sin destruirle.
Dios ha prometido a Jacob la tierra y muchos descendientes, que bendecirá a todo el mundo por medio de uno de ellos y que estará con él en su peregrinaje y lo traerá de nuevo a la tierra prometida. ¿Qué más podía pedir? La bendición que su padre había pronunciado sobre él fue real. Y también lo es el Dios de su padre.
8
MÁS CERCA, OH DIOS, DE TI
“Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella”
Gn. 28:11-13
¡Más cerca, oh Dios, de Ti, más cerca, sí!
Aunque una dura cruz me levanta a mí,
será mi canto aquí: Más cerca, oh Dios, de ti.
¡Más cerca, sí!
Y si cual Israel, rendido el pie,
en piedra de Betel, me recosté,
en sueños aún te vi, y estuve junto a ti.
¡Más cerca, sí!
La escala sigo yo, que al cielo va;
por gozo o por dolor, quiero ir allá.
Un ángel venga a mí, para ir con él a ti.
¡Más cerca, sí!
Y luego al despertar, te alabaré;
de gracias un altar, levantaré.
Mi corazón allí, más cerca está de ti.
¡Más cerca, sí!
Y cuando al fenecer, volando allá
con inmortal placer, te vea, ya.
Mi canto será allí: Más cerca, oh Dios, de ti.
¡Más cerca, sí!
Himnario de las Iglesias Evangélicas en España, pág. 130
No sabemos si lo que Jacob quería era estar más cerca de Dios o solamente tener la bendición de Dios; sospechamos que esto último. ¡Poco soñaría lo que ésta le iba a costar! Tendría que estar veinte años fuera de casa siendo engañado y maltratado, enfrentarse con la muerte y, finalmente, con Dios mismo, en una batalla de lucha libre. ¡Nunca estuvo Dios más cerca de él que cuando luchó con él para llevarle al extremo de sí mismo! Pues lo que nos separa de Dios no es el espacio, sino nuestro carácter pecaminoso; y, si queremos estar cerca de Dios, Él mismo tiene que tocarnos y cambiarnos; doloroso proceso, pero esto sí nos lleva más cerca de Él. Cantemos la primera estrofa con esto en mente.
9
JACOB CONOCE A RAQUEL
“Siguió luego Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales. Y miró, y vio un pozo en el campo”
Gn. 29:1-2
Jacob llegó a Padan-aram y Dios lo tenía todo preparado para su llegada. Preguntó por su tío Labán y, mientras aun hablaba, he aquí apareció su hija Raquel, ¡la esposa que había venido a buscar! Ella vino al pozo para abrevar a sus ovejas porque era pastora. Jacob quitó la piedra de la boca del pozo y le ayudó a darles de beber. “Y Jacob besó a Raquel y alzo su voz y lloró” (v. 11). Para él era demasiada emoción contenida y estalló en llanto. Se había terminado el largo viaje y Dios le había conducido justo a la familia de su tío. Raquel notificó su llegada a su padre y Labán “corrió a recibirlo, y lo abrazó, y lo besó, y lo trajo a su casa” (v. 13).
Después de trabajar para él durante un mes, Labán le preguntó qué quería que le pagase por su trabajo y Jacob contestó que trabajaría siete años a cambio de Raquel, porque se había enamorado de ella, pues “Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer” (v.17). Labán tenía dos hijas, pero la mayor no era guapa como su hermana menor. Así que Jacob trabajó siete años para conseguir a Raquel por esposa. Tanto la quería que el tiempo pasó volando.
Durante siete largos años, Labán fue afable con Jacob, sabiendo todo el tiempo que le iba a engañar. Detrás de su trato amable hacia su sobrino escondía un plan cruel que le traería sufrimiento a este durante toda la vida. Jacob había engañado a su hermano y ahora Labán le iba a engañar a él. Dios pone a gente en nuestras vidas para devolvernos lo que nos merecemos. Cosechamos lo que sembramos. Tenemos que encontrar a personas tan embusteras como nosotros para quebrantarnos y ser transformados. Jacob estaba en la línea de la bendición, ¡y esto era parte integral de la bendición! Ahora Dios estaba trabajando su carácter para hacer de él una persona honesta. La disciplina de Dios es dolorosa; no nos deja con nuestros hábitos pecaminosos. Nos tiene que cambiar. De eso se trata la vida: de conocer a Dios y cambiar. Jacob tenía dos asignaturas pendientes, ¡pero Dios estaba en ello!
Después del maravilloso banquete de bodas que, sin duda, fue acompañado con mucha bebida, en la oscuridad de la noche, escondida detrás del velo que le cubría la cara, estaba Lea, la otra hija de Labán, la no muy agraciada. La luz de la mañana reveló lo que Labán había hecho; ¡Jacob había dormido con la mayor!, la no amada; pero ya era tarde, el matrimonio ya se había consumado.
Jacob se puso furioso. El engañador había sido engañado. Parece que había heredado el carácter de su tío. Su madre era igual. El engaño fue el pecado por excelencia de la familia. Ahora tendría que trabajar otros siete años para conseguir a Raquel. Lo hizo, y finalmente se casó con el amor de su vida. Ahora Jacob tenía dos esposas, una a la que amaba y otra a la que no. El quebrantamiento de corazón y el sufrimiento estaban de camino.
Pregunta para reflexionar: ¿Me veo reflejado en algunas de las personas que Dios ha traído a mi vida?
10
¡DOS ESPOSAS!
“Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada.
Se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea”
Gn. 29:29-30
Al meditar en esta historia pueden surgir ciertas preguntas, por ejemplo: ¿Apoya la Biblia la poligamia? No. La hace constar como hecho histórico y relata los resultados trágicos que produce. ¡Dios usó la poligamia para dar origen a las doce tribus de Israel! ¿Utiliza Dios el pecado para cumplir sus propósitos? Sí. La crucifixión de Cristo es el ejemplo supremo: “A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23). ¿Aprueba Dios el pecado? No. ¿Encaja en su plan eterno? Sí. ¿Esto lo podemos entender? No. Absolutamente todo en la historia de la raza humana está impregnado con el pecado. Dios lo toma en cuenta y lo incorpora en sus propósitos. Su obra se lleva a cabo dentro de la realidad de nuestra condición humana. Utiliza el pecado en nuestras vidas y el pecado cometido contra nosotros para realizar lo que tiene en mente. Utilizó el pecado de Labán para quebrantar a Jacob. Utilizó el pecado de Jacob para cumplir su obra en su madre y en su hermano. Su padre también pecó al permitir el favoritismo en su hogar. Y el resultado es todo esto que estamos viendo ahora, porque el pecado de una sola persona es un enredo que tiene consecuencias que afectan muchas vidas. Jesús vino para desenredarlo todo: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8).
Pues aquí está Jacob con dos esposas. Una de ellas, Raquel, no puede tener hijos, lo mismo que le había pasado a Rebeca (Gn. 25:21) y lo mismo que le había pasado a Sara (Gn. 17:17). La línea santa no vino sino con intervención especial de parte