Versos Infantiles. Juan Moisés De La SernaЧитать онлайн книгу.
“¿Está el agua muy fría?”
ella riendo pensó
“No, que está calentita
pero no lo digo yo”.
Como no les contestaba
todas ellas se marcharon
ella sola se quedaba
y así no le molestaron.
Pero una rezagada
que atrás se había quedado
vio que las otras pasaban
y bajito ha pensado.
“Seguro que esa agua
calentita estará
descansaré un poquito”
y volando bajará.
Se mete en la piscina
a donde la otra estaba
y le dice “¡Hola amiga!”
que solita se encontraba.
La gaviota riendo
un ratito la miró
luego se acerca a la otra
y así la contestó.
“Sola no estoy ahora
eso al menos creo yo
pero si quieres te quedas
aquí cavemos las dos”.
Y las dos allí jugando
se han pasado el día
ahora se marchan volando
la piscina está vacía.
Pero mañana temprano
cuando el sol haya salido
seguro que vuelven ellas
a su sitio preferido.
AMOR
3. LA ESPIGA
En un campo verdecito
una espiga se encontraba
no sabe cómo ha llegado
pero allí se criaba.
Las hiervas que había en el campo
a la espiga la miraban
“¿Qué hará está aquí?”
algunas se preguntaban.
El sol le daba a la espiga
eso le hacía crecer
más alta que aquellas hiervas
a ella se le puede ver.
Y crecía y crecía
cada día mucho más
un gigante parecía
no se podía parar.
Las hierbas que la veían
asombradas preguntaba
“¿Qué hace aquí esa espiga?”
pero nadie contestaba.
La espiga verdecita
empezó a engordar
los granos de la tripita
se le empezaron a hinchar.
Y engordaba y engordaba
cada día un poco más
y aquella espiguita
marrón se veía ya.
Nadie sabe qué ha pasado
pero rara la veían
todas las hiervas de al lado
torcida la encontrarían.
Como tan gordita estaba
una mañana temprano
cuando apareció el sol
la dijo, “¡Dame la mano!”.
“Ya no puedo levantarme”
la espiguita decía
pues estaba muy cansada
del peso que ella tenía.
Y cada día más seca
a la espiga la veían
las otras hierbas del campo
con las que ella vivía.
Un día alguien llegó
y a la espiga miraría
como estaba muy granada
enseguida la decía.
“Vente conmigo a mi casa
despacio te moleré
y un buen pan con tu harina
después yo fabricaré”.
Así acabó la espiga
aquella que creció tanto
metida en la barriga
consolando aquel llanto.
De ese niño pequeño
que de hambre él lloraba
con pan de aquella espiga
su mamá le preparaba.