Ángel De Alas Negras. Amy BlankenshipЧитать онлайн книгу.
tú y Yohji patrullarán la plaza de la ciudad para el departamento de policÃa, y adonde quiera que envÃen a Tasuki, Shinbe lo seguirá. Toya y Kyoko se disfrazarán para integrarse a los festejos, y quizás para mantener sus identidades a salvo en caso de que ocurra algo inesperado. Patrullarán el área infantil, en busca de la brujaâ. Le hizo un leve guiño a Kyoko, sabiendo que era lo que realmente querÃa.
âAmni, tú y Yuuhi además actuarán como el equipo de âlimpiezaâ. Si algo se sale de control y hay demasiados espectadores, deberán estar listosâ. En silencio los miró para hacerles saber que debÃan borrar la memoria de todo ser vivo en caso de sentirlo necesario. âSuki estará esperando con la camioneta por si necesitan armas, o que los recojanâ.
Toya cruzó los brazos sobre su pecho, completamente satisfecho ante el hecho de estar con Kyoko esa noche, incluso si significaba disfrazarse para Halloween. La sospecha lo invadió al advertir que Kyou no habÃa revelado su posición para esa noche.
â¿Y qué hay de ti?â, preguntó Toya con desconfianza.
Kyou entornó la vista hacia la ventana, sabiendo que ya no estaban solos en la habitación. HabÃa sentido cómo el aire se desplazaba con un movimiento inadvertido, y el poder que se ocultaba en él era impactante.
âTerminó la reuniónâ. Kyou mantuvo su voz tranquila pero exigente para no alertar a los demás.
Al principio nadie se movió, esperando que Kyou se marchase como normalmente solÃa hacerlo luego de las reuniones. Cuando se hizo evidente que no se irÃa, uno por uno se levantaron y abandonaron el lugar. Kyoko también se dio por aludida cuando Kyou soltó su tobillo. En unos instantes, la habitación estaba vacÃa y Kyou cerró la puertaâ¦trabándola para no ser interrumpido.
Reclinó su espalda contra la puerta y miró la habitación vacÃa.
Kyou dejó que sus sentidos aumentados exploraran cada centÃmetro cuadrado del lugar antes de elevar su vista hacia la ventana. Miró atentamente hacia un lugar ubicado directamente junto al marco. SabÃa que ésta tenÃa que ser la misma entidad que habÃa hecho desmayar a Kyoko hacÃa algunos minutos. Lo que no podÃa saber era por qué. Era obvio que no tenÃa malas intenciones⦠casi era como si solo estuviese de visita.
Sin embargo, Kyou no podÃa sacudirse la sensación de haber sentido la presencia de esta entidad antes. Sin importar qué fuera, Kyou sabÃa que debÃa averiguar sus secretos y el motivo por el que estaba allÃ. Mientras tanto, consintió la idea de mirar fijamente hacia su escondite hasta que se presentara o se fuera.
Darious estaba sentado sobre el amplio alféizar, recostado contra el marco, con una pierna apoyada en posición relajada. HabÃa oÃdo todo, y se habÃa quedado con una extraña sensación de pertenencia que intentaba ignorar. Siempre habÃa trabajado solo contra los demonios, y aquà encontró una habitación repleta de⦠humanos no era la palabra adecuada para algunos de ellos, si bien pretendÃan serlo.
Prueba de esto era el hecho de que el hombre sabÃa dónde estaba, aún sin poder verlo. Sin embargo, la mirada que le dirigÃa ese hombre era un reto a su naturaleza. Ese hombre de cabellos plateados no era humanoâ¦no era un demonio⦠¿qué rayos era? Darious frunció un poco el ceño hasta que una poderosa aura recorrió la habitación hacia él. No era amenazante⦠tan solo expresaba que sabÃa exactamente adónde se encontraba.
Darious entornó los ojos en dirección al hombre⦠Kyou, se llamaba. ¿Dónde habÃa escuchado ese nombre antes? Se quedó inmóvil a mitad de su inspiración, y sus ojos oscuros se transformaron en pozos sin fondo. Era imposible.
Al regresar al monasterio, solo para encontrarlo abandonado y descubrir que la estatua habÃa desaparecido, habÃa explorado los túneles que se encontraban debajo de los escombros, y allà encontró los pergaminos perdidos que pertenecÃan a los guardianes. Fue en esos libros que leyó acerca de Kyou y sus hermanos. Los escritos del monje indicaban que los guardianes rodeaban a su princesa y protegÃan al mundo de los demonios.
Antes pensaba que los guardianes eran un mito⦠apenas la esperanza de la humanidad sumada a los funestos vaticinios de los pergaminos. Buscó en su memoria para recordar qué decÃan realmente los pergaminos, pero ésta lo eludÃa porque no le habÃa prestado ninguna atención a las fábulas. HabÃa dejado los pergaminos en el mismo lugar en que los encontró, para regresar años más tarde y encontrar que nuevos pergaminos habÃan sido agregados. Ãstos trataban sobre los guardianes.
Una cosa que sà recordaba del nuevo pergamino era que él era mayor que los guardianes, y que éstos habÃan abandonado el mundo en el mismo momento en que se habÃa roto el sello. Incluso los monjes no entendieron por qué los habÃan abandonado en sus horas más oscuras.
Ahora habÃan regresado, y fingÃan ser humanos⦠viviendo entre ellos como si pertenecieran, mientras que él debÃa quedarse afuera en el frÃo, combatiendo a los demonios como si asà tuviera que ser. ¿Qué hacÃa que los humanos aceptaran a los guardianes mientras a él siempre le habÃan temido? Los humanos no le habÃan ofrecido otra cosa que soledad.
Darious se irguió hasta alcanzar toda su altura, y dirigió sus ansias nuevamente más allá de los rÃgidos muros que lo mantenÃan atrapado. Si se permitÃa sentir, solo encontrarÃa dolor⦠habÃa aprendido esa lección de la forma más dura. Nunca habÃa necesitado a nadie, y no iba a empezar ahora⦠especialmente, no necesitaba de seres más débiles que él. Sigilosamente le rugió al hombre antes de retirarse, destrozando la ventana al salir.
Kyou se quedó allà con las manos enterradas en los bolsillos de su pantalón, dejando que el viento azotara sus largos cabellos. Arqueó una ceja preguntándose qué habrÃa hecho para enojar a la entidad. No estaba más cerca de averiguar qué era⦠pero, otra vez, su familiaridad lo obsesionaba. Algo le dijo que no serÃa la última vez que sus caminos se cruzaran.
Volteando hacia la puerta, esbozó una sonrisa cómplice. Rápidamente la abrió y salió justo a tiempo para ver como todos caÃan por el umbral.
HabÃan abandonado la habitación, pero tan pronto como Kyou trabó la puerta tras de sÃ, ellos se congregaron contra ésta, presionando sus orejas contra la madera barnizada. Les tomó por sorpresa cuando la puerta se abrió abruptamente, haciéndolos caer al piso hacia adelante.
âSupongo que esto significa que tendré que volver a entrenarlos a todos en sus habilidades de interceptaciónâ, afirmó Kyou antes de salir de la habitación. âY Suki, llama a los obreros para que arreglen la ventanaâ.
*****
Toya tiraba del cuello de su camisa, gruñendo frustrado. Kyou se habÃa encargado de vestirlo. El atavÃo se parecÃa a las porquerÃas que, según habÃa visto, usaban los vampiros bobos de las pelÃculas, y se completaba con un accesorio de encaje con volados alrededor del cuello. Los pantalones solo le llegaban a las rodillas, y usaba medias blancas. ¿Medias? ¿Qué diablos se creÃa Kyou que era?⦠¿un mariposón?
Toya se habÃa rehusado a usar peluca, conformándose con atar su largo cabello en una cola de caballo sobre la nuca, con varios mechones que caÃan a los costados. La única parte del complejo disfraz que sà le gustaba era la larga capa negra con capucha y forro rojo. Realmente combinaba bien con el resto del atuendo. El otro beneficio era que los ojos de Kyoko se habÃan iluminado cuando lo vio lucirla.
Sus ojos dorados se suavizaron al verla. Ella lo habÃa llamado el vampiro más sensual que jamás habÃa visto. Su mirada recorrió su cuerpo haciendo la misma apreciación.