Эротические рассказы

Condenada . Морган РайсЧитать онлайн книгу.

Condenada  - Морган Райс


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quién?" Lore preguntó, intrigado.

      María se ruborizó.

      "Bueno, mi anterior mejor amiga. Ella no está allí. Pero como dije, ya no somos amigas.”

      Lore se detuvo esta vez, pensando mejor sus palabras.

      "¿Qué pasó entre ustedes dos?" Él preguntó cuidadosamente.

      María se encogió de hombros, y siguieron caminando en silencio, sus botas crujían en el heno.

      “No tienes que decirme", dijo Lore, finalmente. "De todos modos, yo sé lo que se siente el estar alejado de un amigo. Mi primo. Una vez fuimos como hermanos. Ahora ni siquiera nos hablamos.”

      María lo miró con compasión.

      "Eso es terrible", dijo. “¿Que pasó?"

      Lore se encogió de hombros.

      "Es una larga historia." De siglos, quería añadir, pero se contuvo.

      María asintió, entendiéndolo.

      "Bueno, como pareces entender", dijo, "entonces te lo voy a decir. No sé por qué, como si ni siquiera te conozco, pero siento que podrías entenderlo todo.”

      Lore le sonrió para darle confianza.

      “Suelo tener ese efecto en la gente", dijo.

      "De todos modos," María continuó, "mi amiga, Scarlet, ella como que me robó un chico que me gustaba. No es que me importe aun ese chico.”

      María dejó de hablar y Lore intuyó que quería decir algo más, y leyó su mente:

      Bueno, no desde que te conocí, eso es.

      Lore sonrió.

      “Robarle el compañero de alguien," Lore dijo, sacudiendo la cabeza. "No hay nada peor que eso."

      Él le apretó la mano con más fuerza, y María le sonrió débilmente

      “¿Entonces ya no son amigas?", dijo Lore, empujándola.

      María negó con la cabeza.

      "No. Como que corté totalmente con ella. Me siento un poco mal por ello. Quiero decir, ella todavía está entre mis amigas favoritas y seguimos siendo amigas en Facebook y en todo. No puede ir tan lejos. Pero no la he llamado ni le enviado mensajes de texto. Solíamos textearnos cien veces al día.”

      "¿Has intentado enviarle un mensaje?"

      María negó con la cabeza.

      "Realmente no quiero hablar de eso", ella dijo.

      Lore sintió que la estaba empujando demasiado. Tendría tiempo de sobra para seducirla, para averiguar todo lo que necesitaba saber sobre Scarlet. Mientras tanto, tenía que hacer que confiara en él -confiar completamente.

      Llegaron al centro del laberinto de maíz, y se detuvieron y se quedaron allí. María miró hacia otro lado, y Lore percibió lo nerviosa que estaba.

      "Entonces, ¿ahora qué?" Ella preguntó, con las manos temblorosas. "Tal vez deberíamos regresar", Añadió.

      Él leyó su mente:

      Espero que no quiere volver. Espero que me bese. Por favor, bésame.

      Lore se agachó, le tomó las mejillas, se inclinó y la besó.

      En un primer momento, María se resistió, tirando hacia atrás.

      Pero, luego ella se derritió en su beso. El la sintió fundirse completamente en él, y ahora él sabía que ella era totalmente suya.

      CAPÍTULO SIETE

      Scarlet voló por el cielo de la mañana, secándose las lágrimas, aún se sentía sacudida por el incidente debajo del puente; trataba de entender lo que le estaba pasando. Estaba volando. Casi no podía creerlo. No sabía cómo, pero le habían brotado alas, y acababa de despegar y se elevó en el aire como si fuera la cosa más natural del mundo. No lograba entender por qué la luz le estaba lastimando los ojos, por qué su piel le picaba debajo del sol. Por suerte, se había nublado, y tenía un poco de alivio; y aún así, no sentía que era la misma de antes.

      Scarlet se sentía tan perdida, tan sola, y no sabía a dónde ir. No podía volver a su casa, no después de todo lo que había sucedido, no después de descubrir que su madre quería que muriera, y que todos la odiaban. Tampoco podía ir con sus amigos; María la odiaba también, y parecía que había puesto a las demás en su contra. No podía volver a la escuela, no podía simplemente regresar a su vida normal, especialmente después de su gran pelea con Vivian en la fiesta.

      Una parte de Scarlet quería acurrucarse en una bola y morir. Sentía que no le  quedaba nada en el mundo.

      Scarlet voló sobre su ciudad natal y pasó por su casa, era una sensación muy  extraña verla desde arriba. Scarlet voló lo suficientemente alto como para que nadie la viera, y ella vio su ciudad desde una vista de pájaro, era algo que nunca había experimentado. Vio las cuadras perfectamente alineadas, la cuadrícula rectangular, las calles limpias, el alto campanario de la iglesia; vio cables por todas partes, los postes de teléfono, todos los techos inclinados, algunos de teja, otros de pizarra, la mayoría con cientos de años. Vio los pájaros encaramados en los techos, y vio un globo púrpura solitario elevarse hacia ella.

      El viento de noviembre se sentía frío allí arriba, azotando su rostro, y Scarlet  sintió frío. Quería bajar en alguna parte para calentarse.

      Mientras Scarlet y volaba y volaba, tratando de pensar en algo, la única persona que podía ver, la única cara que continuaba parpadeando en su mente, era Sage. No se había presentado en la fiesta de la escuela como le había prometido; la había plantado, y ella todavía estaba enojada. Scarlet supuso que él no quería volver a verla.

      Por otra parte, no estaba muy segura de lo que había pasado. Tal vez, sólo tal vez, había otra razón por la que no se había presentado. Tal vez él la amaba,  después de todo.

      Cuanto más pensaba en ello, más sentía que necesitaba verlo. Necesitaba ver una cara familiar, alguien en el mundo que se preocupara por ella, que la amara. O, al menos, que una vez la había amado.

      Scarlet tomó una decisión. Dio la vuelta y se dirigió al oeste, hacia el río, hacia dónde sabía que vivía Sage. Ella continuó volando fuera de los límites de la ciudad, mirando hacia abajo a los caminos que la guiaron como un faro mientras volaba. Su corazón latía rápidamente cuando se dio cuenta que llegaría con él en unos minutos.

      Al volar fuera de la ciudad, el paisaje cambió: en lugar de cuadras y casas perfectamente alineadas, había menos casas, lotes más grandes, más árboles … Los terrenos se transformaron de dos hectáreas a seis, luego diez, veinte hectáreas … . Estaba entrando a la sección de las mansiones.

      Scarlet llegó a la orilla del río y, cuando se volvió y voló junto a él, debajo vio  todas las mansiones, con extensas calzadas, enmarcadas por viejos robles y grandes portones. Todo olía a riqueza e historia, y dinero y poder.

      Scarlet pasó sobre la más grande y la más elegante de todas, muy bien situada  detrás de la carretera, encaramada cerca de la orilla del río, una antigua casa de piedra antigua, con los más hermosos espirales y torres; parecía más un castillo que una casa. Sus quince chimeneas sobresalían en el cielo como un faro al cielo. Scarlet no se había dado cuenta todo lo hermosa que era la casa de Sage hasta que la vio desde arriba.

      Scarlet voló más bajo, descendiendo, le latía el corazón de nervios. ¿Sage querría verla? ¿Y si no? Ella no sabría donde podía ir.

      Descendiendo suavemente, Scarlet aterrizó frente a la puerta principal, retractó sus alas, y miró el edificio de piedra, y entonces sintió que su corazón se le ponía frío por dentro. No podía comprender lo que estaba viendo: la casa entera, toda, estaba abandonada. En lugar del hermoso cristal adornado, había madera contrachapada, apresuradamente clavada; en lugar de toda la actividad de la última vez que la visitó, no había nada.

      Estaba desierta.

      Scarlet


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