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Comprometida  - Морган Райс


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ella sintió una energía provenir de ella, como si contuviera algo importante.

      "Es la tumba de San Eduardo, el Confesor", dijo la vampiro. "Es un lugar sagrado, un lugar de peregrinación para nuestra especie desde hace cientos de años. Se dice que si uno le reza, recibirá curaciones milagrosas para quienes están enfermos. Miren la piedra a sus pies:.. Está gastada por todas las personas que se han arrodillado aquí a lo largo del tiempo."

      Caitlin miró hacia abajo y vio que, en efecto, la plataforma de mármol tenía leves hendiduras en sus bordes. Se maravilló de cuántas personas debieron arrodillado allí.

      "Pero en tu caso," continuó, "tiene una mayor importancia."

      Ella se volvió y miró directamente a Caitlin.

      "Tu llave", dijo a Caitlin.

      Caitlin estaba desconcertada. ¿A qué llave se refería? Metió la mano en los bolsillos y palpó de nuevo las dos llaves que había encontrado hasta el momento. No estaba segura cuál quería mujer.

      Ella negó con la cabeza. "No. Tu otra llave."

      Caitlin pensó, estaba perpleja. ¿Se había olvidado de alguna otra llave?

      Entonces, al mirar su pecho, se dio cuenta. Su collar.

      Caitlin se tocó, y se sorprendió al darse cuenta de que todavía estaba allí. Se la quitó con cuidado y sostuvo la delicada cruz de plata antigua en la palma de su mano.

      La vampiro negó con la cabeza.

      "Sólo tú puedes usarla."

      Ella extendió la mano y suavemente tomó la muñeca de Caitlin y la guió hacia una cerradura que era la más pequeña que pudiera imaginarse, en la base del pedestal.

      Caitlin estaba asombrada. Nunca podría haber notado por si sola la cerradura. Introdujo la llave, giró, y se escuchó un suave clic.

      Levantó la vista y vio que un compartimiento pequeño se había abierto a un lado de la tumba. Caitlin miró a la vampiro, y ella asintió solemnemente.

      Caitlin alzó la mano y lentamente sacó un compartimento largo y estrecho. En el interior, le sorprendió encontrar un largo cetro de oro, con la cabeza adornada con rubíes y esmeraldas.

      Lo extrajo y le sorprendió lo pesado que era y lo suave que se sentía el oro en sus manos. Debía tener un metro de largo y estaba hecho de oro macizo.

      "El cetro sagrado", dijo la monja. "Era de tu padre, hace tiempo de eso.”

      Caitlin miró el cetro con renovada admiración y también respeto. Percibió su electricidad mientras lo sostenía, y se sintió más cerca de su padre, más que nunca.

      "¿Esto me llevará con mi padre?", preguntó.

      Su guía sólo se volvió y se dirigió a la cámara. "Por aquí", dijo.

      Caitlin y Caleb la siguieron por otra puerta y hacia abajo por más corredores; cruzaron el patio medieval de otro claustro. A Caitlin le sorprendió ver a varios vampiros vestidos con túnicas blancas y capuchas caminando por los pasillos. La mayoría miraba hacia abajo, parecían absortos en la oración. Algunos balanceaban decantadores de incienso. Algunos asentían a su paso y continuaban en silencio.

      Caitlin se preguntó cuántos vampiros vivirían allí y si pertenecían a la cofradía de su padre. No sabía que la Abadía de Westminster, además de una iglesia, era un claustro. O que era un lugar de descanso para su especie.

      Finalmente, entraron a otra habitación, era más pequeña que las demás pero tenía techos altos y abovedados y la luz natural entraba en ella. Esa habitación tenía pisos de piedra austeros y en su centro se asentaba una notable pieza de mobiliario: un trono. Montado en lo alto de un pedestal, al menos a cinco metros de altura, estaba el trono de madera, una silla extremadamente ancha, con posabrazos que se inclinaban hacia arriba, y un respaldo con un ángulo en triángulo, que se juntaba en un punto en el medio. Debajo, en sus esquinas, había dos leones de oro sentados, diseñados para que se vieran como si estuvieran sosteniendo la silla.

      Caitlin la observó con respeto.

      "Es la silla del rey Eduardo," dijo la vampiro. “Ha sido el trono para la coronación de los reyes y reinas desde hace miles de años. Es una pieza de mobiliario muy especial -no sólo por su importancia en la historia, sino porque tiene una de las llaves para nuestra especie."

      Ella se volvió y miró a Caitlin. "Hemos estado custodiando este trono desde hace miles de años. Ahora que ya estás aquí, y que has desbloqueado el cetro, es el momento para que tomes el lugar que te corresponde."

      Ella hizo un gesto a Caitlin para que ascendiera al trono.

      Caitlin la miró con sorpresa. ¿Qué derecho tenía ella, una chica sencilla, para subir a un trono real -el trono donde se habían sentado los reyes y reinas por miles de años? Sentía que no era correcto acercarse y mucho menos ascender por su enorme pedestal y sentarse en el trono.

      "Por favor," insistió la vampiro. "Tienes todo el derecho. Tú eres La Elegida."

      Caleb asintió y lentamente, a regañadientes, Caitlin subió al enorme pedestal llevando el cetro. Cuando llegó a la cima, se dio vuelta y delicadamente se sentó en el trono.

      Estaba hecho de madera dura, y no cedió. Ella se recostó y apoyó las manos sobre los posabrazos, logró sentir su poder. Sintió los miles de años en los que los reyes habían sido coronados allí. Lo sentía cargado eléctricamente.

      Cuando miró la habitación desde quince pies más arriba que los demás, sintió como si se hubiera alzado sobre todos, sobre el mundo. Era una sensación impresionante.

      "El cetro", dijo la vampiro.

      Con desconcierto,  Caitlin miró sin saber lo que quería que hiciera con el cetro.

      "En el posabrazo del trono, hay un pequeño agujero. Está diseñado para sostenerlo."

      Caitlin miró de cerca hacia abajo, y esta vez vio un pequeño agujero lo suficientemente amplio como para que cupiera el diámetro exacto del cetro. Lentamente, Caitlin insertó el cetro que se hundió hasta que sólo su cabeza sobresalía del posabrazo.

      De repente, se escuchó un suave clic.

      Caitlin miró hacia abajo y se sorprendió al ver un pequeño compartimiento abierto en la base de una de las cabezas de los leones. En el interior, había un pequeño anillo de oro. Se agachó y lo sacó.

      Lo sostuvo en lo alto, mirándolo.

      "El anillo del destino", dijo la vampiro. "Está destinado sólo para ti. Es un regalo de tu padre."

      Con profunda admiración, Caitlin lo contempló en la luz, viendo como brillaba la joya, mientras lo movía.

      "Colócatelo en el dedo anular de tu mano derecha."

      Caitlin se lo deslizó y, cuando sintió el metal frío, una vibración corrió a través de ella. Pudo sentir el poder emerger de él.

      "Él te conducirá."

      Caitlin lo examinó. "Pero, ¿cómo?", preguntó.

      "Sólo necesitas inspeccionarlo," dijo la vampiro.

      En un principio Caitlin estaba desconcertada, pero luego examinó el anillo más de cerca. Se dio cuenta que tenía un delicado grabado alrededor de la banda. El corazón le latió más rápidamente  cuando comenzó a leerlo. Inmediatamente sintió que era un mensaje de su padre.

      Al otro lado del puente, Más allá del oso,

      Con los vientos o el sol, cruzamos Londres.

      Caitlin leyó el acertijo de nuevo, y luego en voz alta para que Caleb pudiera oírlo.

      "¿Qué significa?", preguntó.

      Su guía sólo le devolvió la sonrisa.

      "Estoy autorizado a conducirte hasta aquí. El resto del viaje lo tienes que descubrir tú." Entonces ella se acercó más. “Contamos contigo. Hagas lo que hagas, no nos vayas a  fallar.”

      CAPÍTULO


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