La Adivinadora del Circo. Barbara CartlandЧитать онлайн книгу.
la adivinadora.
—¡Esa sí que es una buena noticia! —exclamó Emily.
Cuando salió, parecía muy entusiasmada. Pero, para su sorpresa, Odella la sacó con rapidez hacia la luz del sol.
—Debo ir a casa —le dijo.
—¿Le duele mucho la cabeza, señorita Odella? —preguntó Emily—. Tal vez Madame Zosina podría ayudarla. ¡Le aseguro que tiene magia!
—Estoy segura de que así es —admitió Odella. Avanzaron sobre el césped hacia donde Thompson había estacionado el carruaje a la sombra de unos árboles. Mientras subían a él, Odella tomó una decisión.
—Tengo que visitar al lord representante de la corona, el Conde de Portsmouth —dijo—. Pasaremos a verlo de camino a casa.
—Muy bien, señorita Odella —replicó Thompson—, aunque tendremos que desviarnos cerca de dos millas.
—No hay prisa —indicó Odella—. Y estoy segura de que su señoría no me entretendrá mucho.
Thompson guió el carruaje hacia el camino.
Mucha gente se dirigía ahora hacia la gran carpa del circo.
—¡Oh, Señorita, nos perderemos el espectáculo —se lamentó Emily.
—Tal vez podamos regresar otra vez antes del fin de semana. Lo siento Emily, pero no me siento con deseos de permanecer en un lugar caluroso y tan atiborrado de gente en este momento.
—Lo comprendo, Señorita. Pero deseaba tanto ver a los payasos...
—Procuraré que volvamos mañana o pasado mañana. Después de todo, ya consultaste a Madame Zosina,
—¡Es una maga! No hay otra palabra para decirlo, Señorita.
Odella permaneció en silencio.
Pensaba en que la magia de Madame Zosina era peligrosa, muy peligrosa.
Y cuanto antes hiciera algo al respecto, mejor.
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