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El Fundador del Opus Dei. I. ¡Señor, que vea!. Andrés Vázquez de PradaЧитать онлайн книгу.

El Fundador del Opus Dei. I. ¡Señor, que vea! - Andrés Vázquez de Prada


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los requerimientos del Señor, puesto que no le vincularía el voto de obediencia.

      Mons. Escrivá de Balaguer conservó durante toda su vida un grato recuerdo de aquel religioso. En 1938 volvieron a encontrarse en Burgos (cfr. Apuntes, n. 1484). El P. José Miguel murió el 23 de septiembre de 1942 (cfr. reseñas biográficas con ocasión de su fallecimiento en “Ecos del Carmelo y Praga” , Burgos 15XII-1942, pp. 212-214 y “El Monte Carmelo” , 44 (Burgos 1943), p. 58).

      83 Apuntes, n. 289. Cfr. Álvaro del Portillo, PR, p. 159; Pedro Casciaro, Sum. 6337; José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 2.

      Estando en el Seminario de Logroño escribió en algunas ocasiones a su tía carmelita. Esas cartas fueron destruidas, según costumbre de las Carmelitas, después de haberlas leído. En Apuntes, n. 98, hay otra referencia a ese convento de carmelitas: quizá sería oportuno encontrar quienes, especialísimamente, se preocuparan de orar y sufrir por los que trabajen. Las monjitas del Convento de S. Miguel de Huesca (las tengo predilección) y los leprosos de Fontilles nos vendrían muy bien. Enviarles una limosna mensual, a cambio de sus oraciones y sufrimientos. Por mucho que les diéramos, saldríamos ganando.

      84 AGP, P04 1974, II, p. 398 (el texto citado se recoge también por Álvaro del Portillo, Sum. 105).

      ¡Se equivocaba!: en el sentido de que no podía imaginarse lo que sería la vida del Fundador del Opus Dei, rodeado del cariño humano y sobrenatural de sus hijos espirituales; y también en el sentido de que un sacerdote enamorado de Dios jamás siente soledad, pues va siempre acompañado de su Amor, como repetía Mons. Escrivá de Balaguer.

      85 «Le he oído contar más de una vez —refiere Mons. A. del Portillo— que, después de haber hecho esta petición, bastante precisa, al Señor, con la súplica explícita de que fuese varón, ya no se preocupó más de ello» (Álvaro del Portillo, Sum. 111).

      Cfr. también Jesús Alvarez Gazapo, Sum. 4281; José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 3; Javier de Ayala, AGP, RHF, T-15712, p. 4.

      En nota de conciencia hecha durante su retiro espiritual en Segovia, 1932, muestra cuáles eran por entonces sus disposiciones interiores y cómo estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones filiales para con la familia, antes de decidirse a ser sacerdote: —De ser seglar —me conozco perfectamente en esto— o no me hubiera casado o lo hubiera hecho cuando hubiera podido sostener con holgura dos casas: la de mi madre y la mía (Apuntes, n. 1688).

      86 Don Antolín Oñate Oñate fue Abad de la Colegiata desde febrero de 1905 hasta enero de 1943, en que se jubiló. El Abad era, al mismo tiempo, párroco; porque la Colegiata tenía asignada una circunscripción parroquial. Años más tarde hubo de informar al arzobispado de Zaragoza para que Josemaría recibiese las órdenes menores. Actualmente no existe en Logroño el cargo de Abad sino de Deán, con el consiguiente Cabildo, ya que la Colegiata ha pasado a ser Con-Catedral de la diócesis que ahora se llama de Calahorra, La Calzada y Logroño (cfr. Anuario Eclesiástico, ob. cit.; y Diccionario de Historia Eclesiástica de España, ob. cit., vol. I, pp. 305 y ss.).

      87 Don Albino Pajares era sacerdote castrense. En mayo de 1913 ingresó por oposición con el número 1 en el Cuerpo Eclesiástico del Ejército. Estuvo destinado en Logroño, en el Regimiento de Infantería Cantabria, nº 39, desde febrero de 1917 hasta mayo de 1920.

      Josemaría estuvo toda su vida reconocido a estos sacerdotes que le ayudaron en los comienzos de su vocación sacerdotal (cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 110; y Javier Echevarría, Sum. 1809).

      88 Paula Royo, AGP, RHF, T-05379, p. 2. Una de las cuñadas de doña Dolores recuerda una visita que hicieron a Logroño: «Fuimos también nosotros a Logroño y estuvimos en casa de José y Lola: era un piso agradable, puesto con gusto. Nos hablaron de la decisión de Josemaría de hacerse sacerdote. No puedo precisar los detalles, pero sí recuerdo que Josemaría estaba en relación con un carmelita y que, incluso, en un primer momento, Josemaría pensó en hacerse carmelita, pero que enseguida vio que no era ése su camino, sino el sacerdocio secular» (Carmen Lamartín, AGP, RHF, T-04813, p. 2). Los demás testimonios hablan, por el contrario, de que no pensó hacerse carmelita.

      Cfr. también Javier Echevarría, Sum. 1829; Santiago Escrivá de Balaguer y Albás, PM, f. 1298.

      89 Cfr. Apuntes, n. 959, donde recuerda a don “Ciriaquito” entre sus confesores. Don Ciriaco Garrido Lázaro fue nombrado coadjutor de Santa María de La Redonda en 1899; y en octubre de 1916 obtuvo una canonjía como cuasi-penitenciario según rescripto. Su principal actividad pastoral fue el confesonario. Murió en Logroño en 1949 (cfr. breve semblanza biográfica en el folleto de F. Abad, Las Adoratrices de Logroño. Un siglo al servicio de la Rioja, Logroño 1984, pp. 40-42).

      Sobre las visitas de don Josemaría a La Redonda, cfr. Javier Echevarría, Sum. 1810, 1846 y 2798.

      90 Cfr. Apéndice VIII. Había terminado los estudios, y un certificado académico era suficiente para probarlo. Para ciertos efectos administrativos la ley exigía sacar el Título, por lo que en su expediente personal universitario consta que: «Le fue expedido el Título de Bachiller Superior por el rector de la Universidad de Zaragoza (6-VIII-23)» .

      Sobre el consejo del padre de hacer la carrera de Derecho: cfr. Javier Echevarría, Sum. 1829; Álvaro del Portillo, Sum. 102; y Jesús Alvarez Gazapo, Sum. 4280. Este último testigo añade que «fue un consejo prudente» porque, como comentaría más tarde el Fundador, el Señor se había servido también de ello para hacerle adquirir una mentalidad jurídica que le sería después de mucha utilidad.

      91 Don Albino Pajares le dio clases particulares de latín ese verano: cfr. Joaquín Alonso, PR, p. 1696; y Álvaro del Portillo, PR, p. 162.

      92 Obispado de Calahorra y La Calzada, Boletín Eclesiástico, año 59, nº 15, 4-IX-1918, p. 300.

      93 Ibidem, p. 294.

      94 Cfr F. Bujanda, Historia del viejo Seminario de Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 1948.

      El Obispo don Juan Plaza y García reformó el 30 de septiembre de 1914 el plan de estudios del Seminario (cfr. Ibidem, p. 179; y Boletín Eclesiástico, ob. cit., año 55, nº 25, 29-X-1914, pp. 382-387, con el nuevo plan, detallando clases, profesores y libros de texto en las Facultades de Filosofía y Teología).

      95 Cfr. certificado: AGP, RHF, D-03385; el original, en el archivo de la diócesis de Calahorra.

      96 Boletín Eclesiástico, ob. cit., año 59, nº 20 (20-XI-1918), p. 368; también: Ibidem, nº 21 (5-XII-1918), p. 382.

      97 Cfr. certificado: AGP, RHF, D-03385. El original se encuentra en el Archivo del Seminario de la diócesis de Calahorra, La Calzada y Logroño, protocolo nº 1136. La instancia del solicitante (Logroño 6-XI-1918) va acompañada de un certificado de Bautismo (Barbastro, 29-VI-1918) y otro de Confirmación (Barbastro, 11-XI-1918).

      98 Cfr. Estadística del Obispado de Calahorra y La Calzada (en el XXV Aniversario de la Consagración Episcopal del Excmo. y Revmo. Sr. Obispo Dr. D. Fidel García Martínez, 1921-1946), Logroño 1946, pp. 36-38.

      Cfr. F. Bujanda,Historia del viejo Seminario de Logroño, ob. cit., pp. 160-161; y “La Gaceta del Norte” (edición de Rioja), Bilbao 30-IV-1978. Don Fidel García Martínez comienza las obras del seminario, que agruparía a los de Logroño y Calahorra, y que inauguró en 1929. El viejo seminario fue demolido en 1934.

      99 Cfr. Seminario Conciliar del Obispado de Calahorra y La Calzada, establecido en Logroño. Disciplina interior que deben observar los Señores colegiales que pertenecen al mismo, Logroño 1909. Sus secciones son: “Distribución del tiempo” ; “Modo de emplear el tiempo” ; “Principales deberes” y “Prohibiciones especiales” . Con una atenta lectura se ve que uno de los problemas de la convivencia en el seminario, por los detalles a que se desciende, era «observar con esmero las reglas de buena crianza en el refectorio, en el recreo y con particular cuidado cuando


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