Comedias inéditas. Лопе де ВегаЧитать онлайн книгу.
sea su mujer.
Tello.
¿Qué dices de honra perdida?
Ana.
Que me quiero levantar
Un testimonio.
Tello.
Es locura
De amor.
Ana.
Remedio procura,
Ó me tengo de matar.
Tello.
¿Qué remedio?
Ana.
Tráeme luégo
Á don Álvaro.
Tello.
No sé
Qué intentas.
Ana.
Parte ó haré
Que te abrases en mi fuego.
Tello.
Yo voy.
Ana.
No vengas sin él,
Que me ha de matar mi amor.
Tello.
Testimonios en tu honor
Es pensamiento cruel.
(Váyase.)
Ana.
Dulce enemigo mio,
¿Qué ingratitud es ésta,
Que alma y vida me cuesta
Con tanto desvarío?
Mas, pues está perdida,
Vuélveme el alma y quítame la vida.
Aquí me tienes loca,
Y en venturas ajenas
Un Tántalo de penas
Las glorias á la boca,
Que en infierno de celos
Dulces engaños me prometen cielos;
Mas ¿para qué me engaño
Con falsas esperanzas,
Cuando de tus mudanzas
Me llega el desengaño?
Que, con engaños tales,
Los falsos bienes crecerán los males.
TELLO Y DON ÁLVARO.
Álv.
Tuve dicha, que pasaba
Por vuestra puerta.
Ana.
¡Oh señor
Don Álvaro!
Álv.
Del amor
Que me debeis me acordaba,
Y en las rejas reparé.
Ana.
Olvidado estais de mí.
Álv.
Tan vuestro soy como fuí,
Nunca de vos me olvidé.
Ana.
Tello, déjanos y cierra.
Álv.
¿Qué teneis, que no solia
Ser así vuestra alegría?
Ana.
La tierna edad siempre yerra;
Mucho tengo que os decir.
Álv.
Ya me apercibo á escuchar.
Ana.
Puedo decir confesar
Porque me quiero morir.
Don Álvaro, pintaros los errores
De la edad juvenil y sus desvelos,
Era querer contar al campo flores,
Olas al mar y estrellas á los cielos;
Todos los más se fundan en amores
Y en desatinos á que obligan celos;
Oid, aunque de amor fábulas vanas
Escuchan mal las venerables canas.
Cuando la primavera de mis años,
De las primeras rosas guarnecia
El campo de mi edad y los engaños
De amor, ni amaba yo ni aborrecia,
Un caballero ilustre, de mis daños
Principio, como deudo entrar podia
Á todas horas para hablarme y verme,
Que la ocasion despierta honor que duerme.
No reparaba yo que me miraba,
Ó era muy tierna yo, ó era inocente;
Mas debo de mentir que reparaba,
Pues muchas veces la vergüenza miente;
Él mentia tan bien, que me alababa
De lo que en mí faltaba claramente;
Mas no sé qué de discrecion y brío
Debió de ser su amor y el daño mio.
El alba, por el mes de los amantes,
Poniendo estaba lirios y azucenas
Una mañana, pocos tiempos ántes
De la ocasion, principio de mis penas,
Cuando me dan mis padres ignorantes
(Tambien error) licencia á manos llenas
Para que salga al campo, en que primero
Tomé yerros de amor que anduve á acero.
Fuí al prado de la santa, que atrevida,
Á quien le dió los piés tomó las manos,
Y hallé á don Juan, que, con suave herida,
Rindió de amor mis pensamientos vanos;
Gallardo á la jineta y á la brida
Domaba dos caballos castellanos,
Que no siempre han de ser los andaluces,
De airosas manos y fogosas luces;
Vine á mi casa llena de deseos,
Que la imaginacion conmigo hacia
Los mismos caracoles y escarceos
Que en el campo don Juan formado habia;
Desde entónces juzgué que sus empleos
Á conquistar mi gusto reducia,
Miré si me miraba, hablé si hablaba,
Que amor, rendida yo, cerró el aljaba.
Concertamos los dos que en una huerta,
Saltando las paredes de mi casa,
Entrase cierta noche, que cubierta
De negras nubes, fué la luna escasa;
Mas ¡qué locuras el amor concierta!
¡Qué de doncellas con mentiras casa!