Pequeño circo. Nando CruzЧитать онлайн книгу.
los había detenido la Guardia Civil por entrar en el cementerio de Olaz. Los acusaron de profanación y salieron hasta en el diario. Pero el hombre intentó hacer una semblanza de un vecino del pueblo que había sido músico y dijo cosas como que los artistas eran personas que hacían un gran sacrificio, que elegían una vida que no era fácil para intentar transmitir belleza. Fue extraño. No sé si decir que hasta fue bonito. Apropiado sí lo fue.
En el funeral vi a Rober!, a Kike de Dientes Largos, a Corcobado…
JAVIER CORCOBADO: Nos sentíamos muy cerca en los años 90 y lo pasábamos de lujo… En su funeral me encontré con Rober! y con el bajista de Atom Rhumba. Tras la ceremonia nos fuimos a emborrachar a la salud de Josetxo y a cantarle canciones como «Amigo» de Roberto Carlos.
ROBER!: A Josetxo le gustaba Corcobado de verdad. Era de los pocos de los que hablaba bien. En su día planearon grabar juntos una versión de The Gun Club. Nos pillamos un pedo indecente de sake y de mezcal, porque, claro, como es Corcobado hay que beber mezcal. Y nos metimos de todo. Una infamia.
JAVIER CORCOBADO: En 1995 le regalé a Josetxo unos botines blancos que me había hecho a medida en 1989. En el funeral, alguien me dijo que los conservó siempre. Probablemente los lleve aún puestos para pisar con garbo las nubes. Josetxo es un tipo muy guapo, talentoso y elegante.
JAIME CRISTÓBAL: De forma muy invisible, que Josetxo sacase esos discos cantando en inglés, con ese desparpajo, te estaba dando la validación y la confianza. Esa barrera ya estaba tirada. Cantar en inglés ya no era raro ni extravagante, ya lo había hecho alguien. Y encima, alguien de tu ciudad. A nivel más consciente, te hacía tener menos miedo al ridículo, menos miedo a decir, «vengo de una ciudad pequeña, pero ¡qué coño!». En los años 90 la gente te preguntaba, «¿eres de Pamplona? ¿Conoces a Los Bichos?». Eso te hacía sentir un poco especial, te daba más confianza y te hacía, por lo menos, no sentirte de menos. Podías ser de Pamplona y hacer algo tan digno e interesante como si vinieras de Barcelona, Madrid o París.
GERMÁN CARRASCOSA: Para explicar su forma de entender la música puedo explicar su forma de entender la pintura y sus preciosos dibujos. Él era más miope que el copón. No veía tres en un burro. Decía que él percibía la realidad de una forma y que así la expresaba. Esa realidad distorsionada era, para él, la realidad. Eso se podría extrapolar a la música. No era sordo, pero su realidad ya estaba distorsionada. Con esos altavoces enormes y esos volúmenes a los que se tocaba en los años 80 que no eran normales, ¡tendría el tímpano reventado!
Su forma de percibir la música era la de una persona muy sensible. Pese a todo lo notas que pudiera ser, era muy ensimismado. Josetxo tenía un universo interior muy bestia. Como más disfrutaba era en casa escuchando música y dibujando. Así cuenta que pasó su juventud. Él decía, «yo no empecé a salir hasta que empecé a tocar». Antes había sido como todos a los que nos ha gustado la música: gente introvertida, como al que le gusta leer, gente que no sale de casa porque no le apetece jugar a la pelota.
JAIME CRISTÓBAL: En el libro Retromanía, Simon Reynolds señala el año cero de esta movida47, citando a The Jesus and Mary Chain, Primal Scream y Saint Etienne como grupos que empiezan siendo fans: grupos de fans. Los Bichos entran claramente ahí. Josetxo era un fan. Lo del personaje rockero, maldito y con chulería en el escenario está muy bien; es parte del atrezzo. Él aún era más callejero y menos de habitación, pero tenía ya ese punto de fanático de la música: un tipo con una discoteca increíble, que se ha leído los créditos de los discos de arriba a abajo, que se ha empollado las letras… El suyo ya es un proceso más posmoderno. Mi visión de él es más la de un melómano, la de un fan de la música que tuvo la suerte de aprender a tocar, tener un grupo, componer algunas excelentes canciones y dejar un legado.
GERMÁN CARRASCOSA: La gracia de Josetxo, la chispa, era su forma de interiorizar las influencias. Sus influencias son palpables. Y así debe ser. Yo soy de la ideología del flamenco. Si quieres perpetuar un estilo, la regla es «coge un 90% de lo que está hecho y aporta un 10%». Con un 90% ya dado puedes hacer cosas geniales. Y hay que hacer versiones para dar a conocer la música. Sus versiones fueron vitales para mí. Y no eran versiones calcadas. Para mí son tan válidas como las originales. Sirven para perpetuar y reconocer a la gente que hacía cosas antes que tú. Como en el flamenco.
IÑIGO PASTOR: Grupos como Los Bichos alisaron el camino para que ocurriesen otras cosas. Hoy cualquier grupito tiene una agencia de management. Nunca hubo ninguna infraestructura para Los Bichos ni para ese tipo de grupos.
JAIME GONZALO: Cuanto más tiempo pasa y más escuchas Bitter Pink, más atribuyes de dónde sacaba Josetxo las ideas. Pero hay un universo propio, una imaginería propia, sobre todo en las letras. Hay unas emociones muy suyas que valoras más si le habías conocido. Los Bichos abrieron mucho los ojos a mucha gente a otras cosas. Por ejemplo, a Cancer Moon. Para mí son dos grupos fundamentales en la historia oficial de todo esto.
BILBAO
CON FERNANDO GEGÚNDEZ (RUTA 66 / RADIO EUSKADI), IÑIGO PASTOR (MUNSTER), IBON ERRAZKIN (AVENTURAS DE KIRLIAN / LE MANS), ROBER! (ATOM RHUMBA), UNAI FRESNEDO (RADIATION), JUAN HERMIDA (ROMILAR-D), JAIME GONZALO (RUTA 66), CÉSAR ESTABIEL (PERIODISTA), RICARDO ANDRADE (LOS CLAVOS), ROBERTO HERREROS (PERIODISTA), BLAS FERNÁNDEZ (ABC SEVILLA / RADIO ALJARAFE), ANTONIO LUQUE (SR. CHINARRO), JAVIER CORCOBADO, FERNANDO PARDO (SEX MUSEUM), JUAN CERVERA (ROCKDELUX), TERESA ITURRIOZ (AVENTURAS DE KIRLIAN / LE MANS) Y MATTIN (INTE DOMINE / JOSETXO GRIETA).
Josetxo Anitua y Jon Zamarripa se conocieron durante un concierto de la primera gira española de Sonic Youth y fundaron Cancer Moon, un grupo de noise envenenado e hiriente. Publicaron tres discos en tres sellos distintos y se disolvieron en 1995 ante el desinterés general, no sin antes cuestionar el sentido de la escena indie que emergía mientras ellos se hundían. Anitua siguió buscando de forma desaforada y atroz ese algo que intuía que le podía proporcionar la música hasta que falleció el 22 de abril de 2008.
Josetxo Anitua, cantante de Cancer Moon, empuñando el micrófono en una actuación. (Cedida por Iñigo Pastor.)
EN UN CONCIERTO DE SONIC YOUTH
FERNANDO GEGÚNDEZ: Entre el 86 y el 90 trabajé en la emisora Txomin Barullo Irratia. También había colaborado en muchos fanzines. En el mío, Síntoma Rock, que antes había sido Sintonía y aún antes Sintonía cerebral, hablábamos básicamente de grupos vascos; muchos de ellos siniestros. En Euskadi había muchos grupos siniestros, pero no se les hacía ni puto caso. Estaban ensombrecidos por el rock radical vasco.
El rollo siniestro había contagiado el ambiente. Ibas a Donosti y la gente estaba seria y triste, porque había que estarlo. En Arrasate estaba Matrona Impúdica, de donde salió El Desvän del Macho. Y, a caballo entre Eibar y Arrasate, estaba Jugos de Otros, con Josetxo Anitua y José Gregorio Izkue, de Matrona Impúdica.
Josetxo Anitua había empezado en La Tercera en Discordia. Quizá eran un poco afterpunk, pero no eran siniestros de catecismo. Josetxo era de Eibar, la ciudad armera. Es famosa por las armas y las bicicletas. Su padre era empresario de armas y la madre, de bicicletas; o al revés. Era de muy buena familia y se llevaba bien con ellos, pero en Eibar lo pasó muy mal. Siempre decía que de pequeño se habían metido mucho con él, aunque nunca especificó. No era un gay de pluma, pero se le veía muy distinto. Un borono de Eibar y él en el mismo local era un contraste excesivo.
IÑIGO PASTOR: Nunca dejó de interesarme lo que se hacía en España, pero en esa época tampoco había mucho donde escoger. Era una época muy extraña. No había grupos y no estaban las cosas muy definidas. Iba a ver grupos en locales de ensayo de Bilbao. En uno de ellos estuvo tocando Jon Zamarripa antes de meterse en Los Raros y Cancer Moon. Decían que sonaban como la Velvet, pero era algo muy precario.