El profeta y El jardín del profeta. Khalil GibranЧитать онлайн книгу.
ustedes, seres del espacio, ustedes, inquietos en la quietud, no serán atrapados ni domesticados.
Su casa no será un ancla, sino en cambio será un mástil.
No será la cinta reluciente que cubre la herida, sino el párpado que resguarda el ojo.
Ustedes no plegarán sus alas para poder pasar a través de las puertas, ni agacharán la cabeza para que no toque su techo, ni tendrán miedo de respirar por temor a que sus paredes se resquebrajen o se derrumben.
No vivirán en tumbas hechas por muertos para los vivos.
Y aunque magnífica y esplendorosa, su casa no se adueñará de su secreto, ni encerrará su anhelo.
Porque, lo que en ustedes es ilimitado mora en la mansión del cielo, cuya puerta es la neblina de la mañana y cuyas ventanas son los cantos y los silencios de la noche».
El vestir
Y un tejedor dijo:
«Háblanos del vestir».
Y él le respondió, diciendo:
«Sus vestidos esconden mucho de su belleza, pero no cubren lo que no es bello.
Y aunque ustedes busquen en sus trajes sentirse libres en la intimidad, pueden encontrar en ellos un arnés y una cadena.
¡Ojalá pudieran enfrentar al sol y al viento con más de vuestra piel y menos de sus ropajes!
Porque el aliento de la vida se encuentra en la luz del sol y la mano de la vida se halla en el viento.
Algunos de ustedes han dicho: “Es el viento del norte quien ha tejido las ropas que usamos”.
Y yo les digo: ¡Ay! Fue el viento del norte.
Pero la vergüenza fue su telar y la debilidad de carácter quien le dio sus hilos.
Y cuando terminó su trabajo, se rio en el bosque.
No se olviden de que el pudor no es protección contra los ojos del impuro.
Y cuando el impuro ya no exista más ¿qué será el pudor sino las trabas y la impureza de la mente?
No se olviden que la tierra goza al sentir sus pies desnudos y los vientos anhelan jugar con sus cabellos».
El comprar y el vender
Y un mercader le dijo:
«Háblanos del comprar y el vender».
Y él respondió:
La tierra les entrega a ustedes sus frutos y ustedes no conocerían la necesidad si solo supieran cómo llenar sus manos.
Es en el intercambio de los regalos de la tierra donde encontrarán abundancia y serán satisfechos.
Pero, a menos que ese intercambio sea realizado con amor y bondadosa justicia, a algunos los llevará a la codicia y a otros al hambre.
Cuando en el mercado, ustedes, trabajadores del mar y de los campos y de los viñedos, encuentren a los tejedores y a los alfareros y a los vendedores de especies, invoquen al espíritu maestro de la tierra para que vaya en medio de ustedes y santifique las medidas y para que pese el valor de acuerdo con su valor.
Y no permitan que quien posee manos estériles, aquel que quiere vender sus palabras al precio de vuestro trabajo, intervenga en sus transacciones.
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