Feng Shui para los negocios. Roger MarcosЧитать онлайн книгу.
de la vida.
Cuando escribí la primera versión de este libro, en el mercado occidental no había mucha información sobre la ciencia del Feng Shui a pesar del interés de los franceses por los temas orientales, mientras que en gran parte de Oriente se practicaba casi en secreto, si bien es cierto que los coreanos siempre la han mantenido viva hasta en su bandera.
Bandera coreana con los cuatro baguas fundamentales del Feng Shui.
En Corea se desarrollaron varias escuelas de Feng Shui, que prestaban atención desde la disposición y decoración de casas y negocios hasta a la salud, el matrimonio y las artes marciales, como sucede con el Tae Kuan Do que enarbola la misma bandera que el país donde nació.
El Feng Shui, nacido en el Sur de China y preservado en Corea, que alguna vez fue China y está en el Norte rodeada por el Mar Amarillo, empezó a conocerse en Occidente al final de los años ochenta del siglo XX, y en los años noventa (cuando aparece la primera versión de este libro) empezó a difundirse por todo el mundo, primero como arte decorativo y luego como función de todas y cada una de las cosas que nos rodean, y el consumo, el comercio y los negocios no podían ser la excepción.
Wang Ray, nacido en Hangzhou, fue mi alumno de español en Barcelona, España, y a la vez fungió como mi maestro de Feng Shui, facilitándome varias claves de esta ciencia milenaria de la que él, como funcionario de aduanas chino, no podía hablar abiertamente en su propio país, aunque lo practicaba todos los días.
Wang vivía en el puerto de Shanghái, “una ciudad inviable”, decía, porque estaba tan contaminada que el cielo se veía amarillo, y no por chino sino por sucio, utilizando el Feng Shui solo para acumular riquezas pero olvidándose de la naturaleza, atentando con ello contra la armonía esencial, confundiendo la acumulación enloquecida con la verdadera abundancia, aspecto que tendrían que corregir algún día si no quieren que todo se vinga abajo, como siempre ha sucedido con la imponente China, que ha pasado durante milenios de tener más de lo necesario a no tener absolutamente nada.
De haber atendido las leyes del Feng Shui, decía Wang, China jamás hubiera sufrido millones de muertes por simple y pura hambre, y ahora tiene la oportunidad de rectificar, de la misma manera que el resto del mundo tiene que volver a pensar en la armonía.
Eran los años noventa del siglo XX, el uso de las redes sociales era incipiente, las organizaciones no gubernamentales, como Green Peace, eran más sectas algo alocadas y de difícil acceso que verdaderos impulsores de conciencia social respecto al sostenimiento racional del planeta. Hoy en día parece haber un poco más de conciencia, convirtiendo la preocupación en ocupación, y los utópicos automóviles eléctricos de aquellas épocas ya son una realidad hoy en día, circulando por las calles y las autopistas europeas sin contaminar a la antigua usanza.
Lo más racional sería que los coches no existieran, pero algo es algo.
Los plásticos, uno de los grandes inventos del siglo XX, están llamados a desaparecer en muchas de sus modalidades gracias a grandes campañas mediáticas en su contra, como si la basura plástica hubiera aparecido de pronto convirtiéndose en mares de suciedad sin que nadie ni nada pudiera controlarlo, y la humanidad se hubiera vuelto más sucia y descuidada en los últimos tres años del presente siglo XXI. El plástico dejará de ser negocio en muchas de sus versiones, afectando la economía de sus productores (y en menor medida de sus usuarios), que tendrán que buscar otros negocios para no caer en la bancarrota y subsecuente miseria.
La abundancia y el triunfo en los negocios no están reñidos con la armonía si se realizan en orden, con conciencia y con responsabilidad ambiental.
Una de las máximas de la economía es que “para que exista un millonario hacen falta un millón de pobres”, pero la abundancia puede ser perfectamente global y para todos, sobre todo ahora que contamos con todos los medios tecnológicos para que todos y cada uno de los seres humanos que habitan el planeta vivan en plenitud y sin necesidades. Solo la locura, la necedad y la vanidad evitan que todos y cada uno de nosotros no tengamos que preocuparnos por comer, y tengamos acceso a todos los bienes que nos proporcionan nuestro esfuerzo y la naturaleza.
No hablo de ideologías políticas ni de formas de gobierno, que también contaminan y en muchos casos son completamente innecesarios, hablo de responsabilidad y de conciencia, de armonía y orden, algo que tarde o temprano tendremos que poner en marcha si no queremos desaparecer como especie, y para ello la ciencia milenaria del Feng Shui puede ayudarnos cabalmente.
Antes del cielo y después del cielo
¿Qué es el Feng Shui?
El Feng Shui es el arte de la armonía que observa el orden de las estrellas para aplicarlo sobre la existencia aquí en la Tierra:
“Cada cosa en su lugar”
Cada cosa en su lugar y cada lugar en su cosa, porque cualquier cosa fuera de lugar en el ámbito del universo puede provocar el caos y provocar un efecto de bola de nieve o de caída de naipes que arrase, si no con todo el universo, si con buena parte de este. Si la Luna no estuviera en su lugar, nosotros no estaríamos aquí.
Lao Tse diría que incluso el caos guarda un orden que termina siendo la armonía que conocemos, pues de la nada proviene el todo, y del todo se va a la nada en un ciclo eterno y repetitivo.
No es raro por tanto que los seres humanos, como bacterias vanidosas de este planeta, seamos caóticos y armónicos a la vez, cíclicamente o intermitentemente, congruentes en la incongruencia y presos de nuestras contradicciones y paradojas, con comportamiento errático y ordenado, difíciles de comprender y a la vez muy simples y fáciles de educar, esclavizar y manipular, seres complejos con comportamiento tan repetitivo y predecible como sorpresivo e inesperado.
El orden prevalece a pesar de todo, y tras la tormenta viene la calma, así como las aguas desbordadas vuelven a su cauce; el mundo era, es y será un sistema estable y ordenado con o sin seres humanos. Los grandes saurios dominaron el mundo durante millones de años y al final se extinguieron o se convirtieron en gallinas, y los seres humanos apenas llevamos quinientos mil años hoyando la faz de la Tierra.
El Universo, así con mayúscula, tiene un orden exquisito, pero no está exento de ciertos puntos caóticos, destrucción, expansión, contracción, choques, explosiones y supuestos agujeros negros que destruyen galaxias enteras, en las que puede haber vida parecida a la nuestra o no, pero que desaparecen cruelmente sin que ningún dios o divinidad pueda impedirlo.
Desde hace varios siglos en la China Milenaria, el Yang, blanco, espíritu creador y supuestamente masculino, representaba el orden con un punto negro de caos en su centro.
El Yin, oscuro, alma destructora y supuestamente femenino, representaba el caos con un punto blanco en su centro.
Entre ambos conforman el círculo de la existencia, tanto del hombre y la mujer como de las estrellas, de las subpartículas y del universo entero: el orden tiene un punto de caos, y el caos tiene un punto de orden desde el principio de los tiempos.
Cuando lo que domina en el universo es el caos, se mantiene un punto de orden creador. Cuando lo que domina en el universo es el orden, se mantiene un punto de caos destructor, mientras lo que se mantiene uniforme eternamente es la transformación: nada se crea ni se destruye, solo se transforma.
Lo que vemos en el cielo es una historia antigua y lejana, y sin embargo presente ante nuestra vista y nuestros sentidos. A esto en el Feng Shui se le conoce como “antes del cielo”, y en la observación de este firmamento cuando volteamos la cabeza hacia el cielo estrellado, vemos un reflejo invertido de lo que fue, es y será, y el Norte se pasa al Sur.
Si tomamos una fotografía del cielo estrellado y la ponemos sobre la mesa para observarlo mejor, el mapa celeste parecerá invertido por un simple cambio de perspectiva, y la Escuela de Feng Shui Antes del Cielo hace sus cálculos de orden y armonía desde este prisma.
Hay