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Lluvia De Sangre. Amy BlankenshipЧитать онлайн книгу.

Lluvia De Sangre - Amy Blankenship


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que significa que sangra tanto como tú —le corrigió Storm—. Los dos tenéis mucho en común ya que ambos tenéis poderes excepcionales. Mientras tú, tienes la capacidad de revivir de cualquier lesión incluyendo la muerte, Ren tiene la capacidad de desviar los poderes de cualquier tipo de criatura sobrenatural que esté dentro de su rango de alcance. La hostilidad que tienes hacia Ren no tiene fundamento, él no es de la raza del Caído —explicó.

      La mirada de Vincent se ensombreció —¿Qué sabes tú del Caído?

      –Sé lo suficiente —dijo Storm enigmáticamente.

      Así que, su secuestrador es un gran entusiasta de la melancolía y la amargura, fantástico. En su opinión, eso es justo lo que lo convertía en un maldito idiota.

      –Si Ren puede desviar los poderes de los que le rodean, ahora tiene mucho trabajo, pues la pequeña tienda de magia en la que están está ahora mismo rodeada de demonios —dijo Vincent—. Él no parecía estar muy equilibrado cuando me sacó de allí, pues creo que tenía todas las intenciones de calcular el tiempo que me tomaría revivir tras romperme el cuello.

      – Revivir te hubiera llevado veinticinco minutos y trece segundos —dijo Storm sonriendo al ver como Vincent se quedaba perplejo. Encogiéndose de hombros siguió diciendo: —Tenía que pasar para que así yo supiera el momento adecuado para poder aparecer. Por lo visto sabes bien qué teclas pulsar para que Ren se cabree. En cuanto a Lacey, ella está perfectamente a salvo en su presencia.

      –Perdona, pero no puedo creerte amigo —dijo Vincent casi gruñendo sin querer perder más tiempo con estas tonterías. Había conocido una buena cantidad de entidades poderosas y por lo que él sabía ninguna de ellas era capaz de volver atrás en el tiempo.

      –Depende completamente de ti lo que decidas creer —dijo Storm encogiéndose de hombros y sabiendo lo que se avecinaba—. Si aceptas unirte al EIP, tendrás la oportunidad de verlo con tus propios ojos.

      Vincent negó con la cabeza: —No me creo nada. No puedes devolverme al lugar de donde me secuestraste.

      Storm tenía la mirada perdida y no prestó atención a su rápido rechazo. —Sólo porque te hayas escondido entre los demonios no cambia tu verdadera naturaleza. Una vez fuiste un Caballero de uno de los reinos más poderosos de la historia y has salvado muchas vidas. Protegiste a los débiles de sus opresores y, cuando llegó el momento de tu verdadera muerte, seguiste luchando contra un demonio al que sabías que no podías vencer, y todo porque pensabas que estabas protegiendo a un niño indefenso.

      –¿Cómo coño sabes eso? —murmuró Vincent, mientras el vivo recuerdo volvía a su memoria.

      –Quizás lo entenderías mejor si me presentara —dijo Storm, justo antes de desaparecer.

      Vincent se estremeció cuando Storm apareció de repente a su lado agarrándole del brazo y apareciendo nuevamente en un diferente escenario. Para confundirlo aún más, los dos estaban de vuelta en el museo, escondidos en una sombría habitación. Miró alrededor de la sala principal viendo que los demonios aún se estaban preparando para la subasta que obviamente no había ocurrido todavía.

      Instintivamente se ocultó aún más profundamente dentro de la oscuridad cuando David entró en la sala seguido por los mismos demonios que lo habían torturado, incluso podía ver su sangre aún fresca en sus manos.

      De repente el museo desapareció y lo que les rodeaba era la oficina de nuevo. —Me llamo Storm y soy un Caminante del tiempo. Para hacer una completa investigación de los antecedentes de alguien, simplemente busco la verdad por mí mismo.

      Los labios de Vincent se fruncieron, se sentía atrapado entre la necesidad de saber más y la necesidad de comprobar cómo estaba Lacey. Un Caminante del tiempo, EIP, esta ciudad se ha vuelto muchísimo más interesante.

      –Te das cuenta de que aún te empeñas en proteger a alguien más débil que tú, simplemente es tu forma de ser. Hagamos un trato —se ofreció Storm, sin arrepentirse por no seguir su propia regla sobre los tratos, ya que ninguno de los dos era un demonio—. Iré a recuperar a Lacey ahora mismo si aceptas unirte a nosotros. Después de todo, ella ya es miembro del EIP y ella debe estar aquí con nosotros.

      Vincent ni siquiera se molestó en pensarlo dos veces. Sinceramente, en estos momentos, ¿qué podría perder?

      Capítulo 2

      Ren puso las manos en la espalda de Lacey empujándola hacia él, y haciendo que su calor subiera deliciosamente por los muslos. Empujó su erección contra la mano con la que ella le acariciaba y la besó profundamente mientras emitía un ronco gruñido, sacudiéndose con un erótico ritmo que ella de buena gana correspondía. La mayoría de los demonios se habían marchado, permitiéndole reducir lentamente la sobrecarga de energía paranormal, pero él no estaba dispuesto a dejarla conocer ese pequeño secreto todavía, debido a que estaba atrapado en un nuevo subidón.

      Lacey se calmó cuando se dio cuenta de que ya no sentía la espeluznante sensación en su columna vertebral que habían provocado los demonios al otro lado de la ventana. Simplemente el pensar en los demonios le provocó una fuerte reacción, recordándole el hecho de que hace unos momentos, Vincent había desaparecido misteriosamente mientras la abrazaba. La escena volvió a su mente e hizo que se estremeciera.

      En el momento en que dejó de cabalgar sobre su muslo y le beso con abandono, Ren la soltó de sus labios y se echó hacia atrás lo suficiente como para mirarla a los ojos. Viendo la mirada de sorpresa que tenía en su cara, bajó su pierna, y dejó deslizar su cuerpo hacia abajo hasta que ella se quedó parada temblando, y tuvo que sujetarla por los hombros para obligarla a no perder el equilibrio.

      –Sólo intentaba calmarte —dijo Lacey sin aliento. Ella deseó en silencio recibir su propio calmante ahora que sus muslos volvían a encenderse en llamas. Intentó cambiar sus pensamientos, y miró furtivamente alrededor de Ren, justo donde Vincent había estado si no hubiera desaparecido. —¿A dónde fue Vincent?

      Ren se pasó una mano por el flequillo cuando comprendió que sólo lo había besado para distraerlo. Suspiró, tratando de no pensar en que Nick y Gypsy, que aún estaban debajo de ellos, se estaban revolcando como conejos. Sus labios se fruncieron pensando que era el poder de los miembros del EIP del que aún se alimentaba, ya que los demonios parecían haber desaparecido.

      –Storm se lo llevó —le dijo Ren, como si no le importara.

      No hizo nada por separarse, lo que aprovechó ella para separarse de entre él y la ventana. Él se quedó mirando la huella ensangrentada de la mano en la ventana y luego se giró para mirarla de nuevo.

      –¿Se lo llevó a dónde? —susurró Lacey, que ahora le daba la espalda. Ella sintió un escalofrío casi imperceptible cuando él se acercó por detrás.

      Ren hundió sus labios en su oreja mientras susurraba con voz ronca: —Creo que Hades es precioso en esta época del año. Tal vez Storm lo teletransportó hasta allí para pasar unas agradables y largas vacaciones.

      –Probablemente lo llevó al castillo —corrigió Lacey, en un tono un poco alto mientras se giraba para mirarlo de frente y evitar que volviera a hacerlo. Mierda, lo que había hecho casi hizo que se le doblaran las rodillas. —Podría habernos teletransportado a nosotros también —murmuró, sintiendo que sus mejillas ardían mientras se preguntaba si Storm habría visto como atacó sexualmente a Ren y decidió no interferir.

      –¿A qué viene tanta prisa? —preguntó Ren, que aún no quería que ella volviera con su amante muerto. Él ocultó sin éxito una sonrisa sabiendo que podía convertir ese pensamiento en realidad tantas veces como quisiera considerando que el imbécil sería tan tonto como para revivir una y otra vez.

      Lacey miró hacia el suelo, y casualmente volvió a ver a Gypsy y Nick una vez más. Sintió que sus mejillas se volvían a incendiar. —Aquí sólo hay una cama y creo que está ocupada. Además, quiero asegurarme de que Vincent está a salvo.

      –Vincent está bien —dijo Storm, y teletransportó a los dos a la misma oficina del castillo antes de que pudiera terminar la frase. Él se volvió a teletransportar rápidamente detrás


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