Lunes por la tarde... Reuniones con familias - 21. José KentenichЧитать онлайн книгу.
del primer grupo,
Llama la atención como este segundo grupo, al cabo de pocos meses, se declara dispuesto a ingresar a la “cápsula” de la Alianza de Amor. El P. Kentenich sabe de la fuerza del buen ejemplo:
“Si les preguntamos a nuestras familias jóvenes por qué se han declarado dispuestos con tal rapidez, ¿qué nos contestarán? No hace falta inventar ninguna respuesta, ya que ellos mismos la han dado ya en varias oportunidades: La generación mayor nos ha impresionado profundamente, pero no por sus palabras, sino por su testimonio de vida, por su vida verdaderamente schoenstattiana. Por eso desaparecieron con rapidez todas las dificultades que teníamos”...
Fíjense como nos hemos convertido en una hermosa familia en una sola alma y un solo corazón. Una familia donde nos encendemos los unos a los otros, donde nos elevamos los unos a los otros.
En su conferencia con motivo de la consagración, el P. Kentenich habla de la Alianza de Amor como de tres puertas: una que nos permite ingresar a Schoenstatt, arca que Dios ha regalado nuestro tiempo; otra que nos lleva a la cápsula que el Padre Dios nos ofrece como meta de nuestra vida; y finalmente la puerta hacia una comunidad familiar que se nos presenta como encarnación de una Alianza de Amor original.
Imágenes certeras
Las imágenes son capaces de proyectarse en la vida cotidiana y de marcar nuestra rutina diaria con mayor intensidad que las ideas. El P. Kentenich conocía esta cualidad de la imagen. Así pues, luego de la consagración, enfoca nuevamente el tema del hilo de la fe en la Divina Providencia. En esas oportunidades se detiene en la imagen de la mano que representa la intervención divina en el mundo y en la vida humana.
Es necesario percibir la mano de Dios en la vida cotidiana, aún cuando se nos presente recubierta con guante de hierro, y estrecharla con gratitud y calidez. Ese será el triunfo sobre el mundo, será el fruto de nuestra fe.
Rara vez la mano de Dios nos toca directamente, ya que muy a menudo lo hace a través de manos humanas. En este punto cobran especial importancia las manos de nuestros padres, al igual que las de nuestros sacerdotes, las cuales nos comunican la vida divina en los sacramentos.
Un padre auténtico
Es conmovedor constatar como el P. Kentenich sabe esbozarle a su auditorio el ideal del padre que a lo largo de toda la vida lleva a sus hijos en el corazón, siendo para ellos una imagen del cuidado, del amor y de la sabiduría paternales de Dios.
En este campo el Fundador de Schoenstatt descubre una importante consigna para el tiempo de hoy: el renacimiento de la figura paterna. En efecto, vivimos en un tiempo sin Dios y sin padre. He aquí el diagnostico que saca luz la causa más profunda de muchas irregularidades en convivencia humana.
El P. Kentenich se dedica con esmero a su pequeño círculo de oyentes, porque sabe que la paternidad terrenal debe ser renovada y reeducada según el modelo de la paternidad de Dios. Familias cristianas sanas son simiente de comunidad nueva. Por este motivo, e inspirado en la Sagrada Escritura, el P. Kentenich no se cansa de hablar sobre la solicitud paternal de Dios, que si se ocupa de los pájaros del cielo y de los lirios del campo, con mayor razón se ocupar del hombre.
Dios tiene contado cada uno de nuestros cabellos y ninguno de ellos cae sin su consentimiento. Esta imagen da pie al P. Kentenich para proponer otra, la de los enamorados que muestran sumo interés hasta por las más insignificantes del otro. Lo que nos está presentando la Sagrada Escritura a través de tales imágenes y otras similares, puede designarse como “locura de amor” del Padre Dios hacia nosotros. De ahí que “sea tan hermoso ser auténticamente católico y creer que el Padre del Cielo esta ‘loco de amor’ por nosotros”.
La misión de María Santísima
Cuando la tarea de ser sobre la tierra transparentes de la paternidad divina nos parece demasiado grande para nuestras fuerzas humanas, el P. Kentenich nos llama la atención sobre la Santísima Virgen. A ella se le ha confiado la misión de conducirnos hacia Dios Padre y educar verdaderos hijos del Padre. En su calidad de sabio pedagogo, el P. Kentenich se refiere una y otra vez a ambos aspectos tanto a la meta de nuestra vida, que es regresar al Padre llevando a muchas otras personas con nosotros, cuanto al camino que recorremos de la mano de la Madre del Señor. Y este nos tranquiliza y serena.
La irradiación del P. Kentenich
Una oyente describe así los efectos que en ella causaban las palabras del P. Kentenich:
“Por lo común yo iba a las conferencias del P. Kentenich llevando una cantidad de preguntas para formularle. En aquel tiempo yo me hallaba en la mitad de mis años cuarenta y mi esposo me había confiado prácticamente por entero la educación de nuestros hijos. Pero cuando volvía a casa, me sentía serenada en mi interior y con plena certeza de lo que tenía que hacer.”
Otro testimonio resume las experiencias vividas de la siguiente manera:
“¡Qué hermosos días aquellos! ¡Con qué alegría esperábamos los encuentros de los lunes por la tarde!”
Que esa alegría sea también la nuestra a la honra de leer estos textos y dejar que a través de ellos el P. Kentenich nos dé su opinión sobre los interrogantes de nuestra propia vida.
Hna. Pia Buesgue
1 Hacia fines de 1960 y principios de 1961 varios matrimonios nuevos se habían sumado a las reuniones del lunes por la tarde. Cf tomo 20: El amor conyugal como camino de santidad, Ed. Schoenstatt, Santiago de Chile…
17 de Abril de 1961
ESQUEMA
Superación de nuestras dificultades concretas en la vida conyugal
En la escuela de San Juan Evangelista: “Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe”
El mundo que debe ser vencido por la fe
Según San Juan es:
el mundo fuera de nosotros: atractivos y estímulos;
el mundo por debajo de nosotros: el demonio y
el mundo en nosotros: la mala concupiscencia
Hoy se le agregan:
Muchos estímulos que desasosiegan nuestros instintos;
desarraigo en todas partes;
las cosas incomprensibles de la vida actual y
también de nuestra vida conyugal.
Respuesta de San Juan a las dificultades de nuestro matrimonio
Tomar conciencia de que por medio del bautismo
hemos nacido de Dios
Tener ojos de fe bien desarrollados
Dos preguntas que San Juan le plantea a la fe
¿Qué frutos da la fe?
¿Dónde Se fundamenta la fe?
Los frutos de la fe según San Juan son
Luz para la razón
Fuerza para la voluntad
Energía para el corazón
La fe es luz para la razón
Tenemos tres tipos de ojos:
“Ojos de mosca”: los ojos corporales que sólo ven cosas exteriores
“Ojos de ángel”: nuestro entendimiento capaz de captar las esencias
“Ojos de Dios”: la fe que nos ayuda a asumir la manera divina de ver las cosas
Aplicación a nuestra relación mutua en el matrimonio:
Con