Un secreto desvelado. Moyra TarlingЧитать онлайн книгу.
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28001 Madrid
© 2000 Moyra Tarling
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Un secreto desvelado, n.º 1115- agosto 2020
Título original: The Family Diamond
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos
de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
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I.S.B.N.: 978-84-1348-859-2
Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
MAURA O’Sullivan se detuvo al pie de los escalones de madera que subían al porche de la elegante casa de rancho de dos pisos.
El taxi se estaba alejando. Ya no podía echarse atrás. De repente, los nervios hicieron presa de ella y empezó a perder el valor y la convicción que la habían llevado a California en busca de un padre que, hasta hacía muy poco, creía muerto.
Sintió un casi irresistible deseo de gritar al taxista y, disculpándose, explicarle que se había equivocado de dirección…
—Me había parecido oír un coche.
Al oír aquella voz de hombre, a Maura se le aceleró el pulso. Rápidamente, controló sus temores y miró al hombre que había aparecido en el porche tras doblar una esquina de la casa.
Con pantalones vaqueros y camiseta blanca, Spencer Diamond estaba aún más guapo de lo que Maura recordaba. Lleno de confianza en sí mismo y con porte arrogante, Spencer bajó los escalones para saludarla.
—¡Bienvenida a California! —Spencer se detuvo delante de ella.
—Gracias —respondió Maura cuando sus ojos se encontraron con el azul intenso de los de él.
—¿Por qué no me has llamado desde la estación de autobuses? Podría haber ido a buscarte en el carro —dijo Spencer al tiempo que se agachaba para tomarle la maleta.
—Supongo que no te refieres a uno de esos carros de los colonos, ¿verdad? —preguntó Maura con humor.
Spencer le mantuvo la mirada brevemente y, al instante, sintió la misma atracción que experimentó al ver a Maura O’Sullivan por primera vez en Kentucky dos meses atrás.
Spencer sonrió y sacudió la cabeza.
—No, me temo que no. A ese tipo de carros solo se les permite salir a la carretera en el desfile de Semana Santa de Kincade, o en ocasiones especiales… como en las bodas.
—Ya —respondió ella con decepción en la voz—. Desde pequeña he tenido ilusión por montar en un carro como los que utilizaron los colonos para cruzar el país hasta California.
—Un amigo de mi padre es coleccionista de objetos de la colonización —le dijo Spencer—. Hablaré con él para que te enseñe su colección… y quizá consiga que te dé un paseo en carro.
—Me encantaría —dijo Maura ilusionada.
—¿Qué tal el viaje en autobús? —le preguntó Spencer mientras subían los escalones del porche.
—Supongo que mejor que en carro —bromeó Maura—, pero largo y cansado.
Spencer le cedió el paso, lo que le dio la oportunidad de contemplarla. Maura llevaba una chaqueta vaquera, una camisa marrón y unos pantalones vaqueros ceñidos que acentuaban las curvas de sus nalgas.
Una masa de cabello rojizo le caía por la espalda y enmarcaba un rostro en forma de corazón que, desde que lo vio, no había sido capaz de olvidarlo del todo.
No por primera vez, Spencer se preguntó por qué Maura había cambiado de idea. Dos meses atrás, cuando él y sus padres fueron a visitar una granja de cría de caballos cerca de Lexington, Kentucky, mencionó a un grupo de amigos de sus anfitriones los problemas que estaba teniendo con uno de sus caballos de carreras.
Uno de los invitados le habló de Maura O’Sullivan, una entrenadora de caballos de la localidad, ensalzando su profesionalidad y