E-Pack HQN Susan Mallery 2. Susan MalleryЧитать онлайн книгу.
ayuda?
Heidi quería decirle que no, que podía arreglárselas sola. Pero cometió el error de mirarle a los ojos antes de hablar, y descubrió que no era capaz de desviar la mirada.
Había algo especial en los ojos de aquel hombre, pensó. O quizá fuera el propio Rafe. Tenía algo que la hacía desear perderse en él, ser abrazada por él, ser amada por él. Y pensar que su abuelo la había educado para que fuera suficientemente inteligente como para no dejarse embaucar por ese tipo de sentimientos...
–Estoy haciendo feta –le explicó.
Rafe gimió.
–¿Por qué tiene que haber tantas clases de queso? ¿No puedes especializarte en una sola clase? Yo podría aprender a hacerlo.
A pesar de su confusión, del dolor en el pecho y de las dificultades que tenía para respirar cada vez que Rafe estaba cerca, se echó a reír.
–Aprender a hacer queso no forma parte de tu trabajo.
–¿Puedo ayudarte de todas formas?
–Claro
La había ayudado en otras ocasiones, así que Rafe fue directamente al fregadero para lavarse las manos sin necesidad de que ella se lo pidiera. Se las secó con mucho cuidado, se puso unos guantes de plástico y se reunió con ella en la mesa, en la que Heidi había colocado ya varios moldes.
–Este es el plan –comenzó a decir Heidi.
–¿Hay un plan? ¿No vamos a dejarlo todo al azar?
Heidi quitó los pesos de los moldes y los destapó. Rafe se inclinó hacia el primer molde.
–No impresiona mucho.
–Es queso. ¿Esperabas que se pusiera a cantar?
–Si lo hiciera, ganarías mucho más dinero. Solo era un comentario. ¿Qué hay que hacer a continuación?
–Antes de que empiece a curarse, hay que salarlo.
Rafe suspiró.
–¿Por qué será que sospecho que eso no consiste solo en echar un poco de sal por encima?
–Porque eres algo más que una cara bonita –Heidi señaló las bandejas que ya había dejado fuera y los enormes recipientes de agua con sal–. Necesitamos una solución salina de un porcentaje del veintitrés por ciento. Tendrán que permanecer en agua salada durante veinticuatro horas.
–¿Un veintitrés por ciento? ¿Hace falta tanta precisión?
–Si quieres encontrar el sabor adecuado, sí. Después hay que meter el queso en otra solución salina al catorce por ciento durante unos sesenta días. Tiene que estar a dieciocho grados y esa es la razón por la que utilizo la entrada de la cueva, que es donde hace más calor.
Rafe sacudió la cabeza.
–¿Cómo puedes acordarte de todos esos datos?
Heidi señaló la estantería que tenía encima de la cabeza, donde había alineadas varias libretas.
–He investigado, he asistido a cursos y he estropeado muchos quesos. En realidad esa es la mejor manera de aprender. Por lo menos fui suficientemente inteligente como para empezar con bandejas pequeñas, así no perdí mucho en el proceso.
Pasaron el queso de los moldes a las bandejas. Después Heidi y Rafe añadieron lentamente la salmuera. Cubrieron las bandejas con un trapo y se quitaron los guantes.
–¿Ya está? –preguntó Rafe.
–Ahora hay que esperar hasta mañana. Entonces los pondremos en recipientes individuales herméticos con la solución al catorce por ciento. Después los llevaré a las cuevas para que comiencen el proceso de curación.
–¿Y en sesenta días ya tienes el queso?
–Ese es el plan.
–Resérvame cinco contenedores –le pidió–. Y los pagaré al pormenor. Yo soy así de espléndido.
Heidi pensó en bromear con él, en decirle que cada contenedor le costaría veinte mil dólares, pero le resultó imposible pronunciar palabra. Probablemente porque acababa de darse cuenta de que, al cabo de sesenta días uno de los dos ya no estaría allí. Para entonces, la jueza ya habría dictado sentencia y, fuera esta cual fuera, uno de los dos tendría que marcharse.
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