Pack Bianca y Deseo marzo 2021. Varias AutorasЧитать онлайн книгу.
–le dijo Poppy mirándole muy contenta.
–Este no es un gran momento para que yo me centre en mi vida personal.
–Me encanta que creas que vas a tener elección –comentó Dallas riendo. Entonces, indicó la cartas–. A mí me parece que tu futuro está claro. El amor aparece en el horizonte y lo va a cambiar todo.
Mientras Dallas resumía la tirada de Paul, Lia recogió las cartas. Mientras se las leía a sus primas, Paul había tenido un gesto de indulgencia en el rostro. Sin embargo, en aquellos momentos, se había retirado tras una expresión impasible. Solo el ceño fruncido indicada que estaba contrariado. Lia trató de dedicarle una sonrisa tranquilizadora, pero él entornó aún más la mirada.
Parecía imposible que ella pudiera estar enamorándose de alguien tan serio como Paul Watts. Sin embargo, después de lo que había ocurrido entre ellos en los antiguos establos, Lia estaba segura de que, sin un creciente vínculo emocional, el potente orgasmo que él le había regalado no habría sido posible. Lia jamás había conocido una pasión tan abrasadora.
En cierto modo, aquello la aterrorizaba. Estaba acostumbrada a poder escoger e ir donde le apeteciera. No tenía vínculos emocionales que limitaran su libertad. Había vivido toda su vida viajando donde le apetecía. La idea que su madre tenía de un perfecto estilo de vida le había parecido totalmente racional a Lia dado lo que le había ocurrido a Jen Marsh. Nadie podía acercarse cuando una se estaba moviendo constantemente. Sin vínculos emocionales no había sufrimiento. O al menos así era en teoría.
–¿Qué te ha parecido tu primera lectura de tarot? –le preguntó Lia mientras tomaban el sendero que salía de la casa del guardés.
–Ya sabes que no creo en nada de eso.
–Lo sé. Eres un hombre muy lógico. No es lo tuyo.
–Toda esa historia de un romance futuro y tener que escoger entre dos cosas que adoro… –comentó él con un tono de voz pensativo y no de desprecio.
Mientras Lia trataba de comprender qué era lo que le molestaba, se dio cuenta de que Paul había visto bastante verdad en las cartas como para sentirse turbado. ¿Cómo era posible? Lo lógico hubiera sido que lo rechazara todo.
–Si no estás listo para el amor, no es probable que te ocurra –le tranquilizó ella–. Tal vez el universo simplemente te está animando a que trabajes menos y pases más tiempo con tu familia y amigos –añadió. Por el modo en el que Paul la miró, Lia decidió que debería haberse guardado el consejo para sí. Llena de frustración, levantó las manos–. Mira, ¿qué sé yo? Es tu vida.
Caminaron sumidos en un tenso silencio hasta que el sendero se unió con el que llevaba a la casa principal. Lia se desvió, pero Paul le tocó el brazo para detenerla.
–Sé que es algo precipitado, pero me estaba preguntando si te gustaría venir conmigo a la boda de Ryan y Zoe este sábado.
–Pensaba que querías que yo mantuviera un perfil bajo –dijo ella colocándose la mano sobre el corazón, que le latía muy rápidamente.
–Es una pequeña reunión de mis amigos más íntimos. Ninguno de ellos irá chismorreando por Charleston sobre ti.
–Dada la reacción que tuvieron tus primas cuando te estaba leyendo las cartas, creo que hay más interés en tu vida amorosa de lo que tú crees.
–Si alguien pregunta, simplemente diremos que eres una amiga de la familia que está de visita en la ciudad durante unos días.
Lia lo estudió durante un instante, su instinto le advertía que pasar más tiempo con Paul era un error, pero la tentación era demasiado fuerte.
–A ver si lo adivino –dijo en tono burlón, para ocultar sus embarullados sentimientos–. Estabas tan ocupado en capturar a los malos que se te olvidó invitar a alguien y no quieres ir a la boda solo.
La mirada que Paul le dedicó confirmó sus sospechas. Sin embargo, los dedos no dejaban de acariciarle el brazo. El deseo de volver con él a los antiguos establos para terminar lo que habían empezado la hizo temblar.
–¿Por qué tienes que hacer que todo sea tan difícil?
–Qué curioso –replicó ella–. Yo estaba pensando lo mismo sobre ti.
El aire que los envolvía pareció restallar cuando Lia giró la mano y colocó la palma contra la de Paul. Dejó escapar un gemido cuando él entrelazó los dedos con los de ella. Durante varios segundos, se limitaron a mirarse el uno al otro hasta que, desgraciadamente, el teléfono de Lia vibró. Le costó un gran esfuerzo romper el contacto visual con Paul para mirar la pantalla del teléfono. El mensaje era de Ethan.
–¿Ocurre algo? –le preguntó Paul.
–Ethan iba a llevarme a mi caravana para que yo pudiera recoger un disfraz y luego íbamos a ir a mirar furgonetas, pero tiene una reunión y no puede. Las enfermeras van a dar una fiesta de cumpleaños para uno de los niños del hospital el sábado y prometí sorprenderla con una visita de Elsa.
–Yo puedo llevarte.
–No tienes por qué. Ethan…
–Olvídate de Ethan.
Aquella orden tan taxativa le provocó una oleada de placer por todo el cuerpo. Antes de conocer a Paul, jamás se habría imaginado que se sentiría atraída por un hombre tan autoritario como él. Paul era firme en sus costumbres y ella se deslizaba como una mariposa en la brisa. La falta de compatibilidad de sus caracteres no ofrecía razón alguna por la que debiera haber ni un ápice de química entre ellos y, sin embargo, la atracción no se podía negar.
–No quiero molestarte.
–Es demasiado tarde para eso. Escríbele a Ethan y dile que te acompaño yo.
–De verdad, no tienes por qué –susurró. Cada célula de su cuerpo brillaba de gozo–. Se lo puedo pedir a una de las gemelas.
–¿Hay alguna razón para que, de repente, te quieras librar de mí?
–Yo no me quiero librar de ti…
–Entonces, ¿hay alguna razón para que prefieras ir con Ethan en vez de conmigo?
–Tampoco es que prefiera la compañía de Ethan…
–Entonces, ¿de qué se trata?
–Yo… creo que me consideras un poco excéntrica…
–Un poco nada más –bromeó él.
–Es que… llevarte al lugar en el que vivo es muy íntimo…
–¿Más de lo que hicimos antes?
–Para mí, sí. Misty es el lugar en el que me siento segura. Sea lo que sea lo que cambie en mi vida, esa caravana es una constante. Es mi refugio.
–Y yo no soy bienvenido a tu refugio.
–No, no es eso… –musitó, mientras trataba de encontrar un modo de explicarse que no causara más daño a su ya frágil relación.
–¿Y Ethan sí?
–Con él es diferente.
–¿Por qué?
–Somos amigos.
–Amigos…
–Lo que te estoy tratando de decir es que hace meses que lo conozco y hemos hablado de muchas cosas.
–¿De cosas de las que no te sientes cómoda compartiéndolas conmigo?
Lia pensó en las diferencias entre los dos. Ethan era más como un hermano que aceptaba sus excentricidades. Paul era un ejemplo de corrección y perfección y, desde el principio, le había dejado muy claras a Lia sus limitaciones y sus faltas. Últimamente, ella había visto algo de admiración por el modo en el que había ayudado a Grady. Al mismo tiempo, Lia sospechaba que, si ella