Corazón Latino. Michelle ReidЧитать онлайн книгу.
tanto como te gustaría —fue la respuesta de Luis.
Caroline se sintió completamente demolida por ello. Se puso el vestido con esfuerzo. Mientras lo estaba haciendo vio su sujetador en el suelo. Se habría marchado corriendo de vergüenza.
Luis se inclinó para recogerlo y se lo metió en el bolsillo. Luego le hizo señas de que se subiera la cremallera del vestido. Ella se movió como un autómata. Luego él se agachó y le puso los zapatos de finas tiras.
Luis se irguió y esperó a que ella se alisara las arrugas de su vestido.
No se miraron. Ni volvieron a hablar después de aquel comentario cruel que había hecho él.
Cuando ella se quedó inmóvil, indicándole con su silencio y quietud que había hecho todo lo que había podido en aquellas circunstancias, Luis abrió la puerta de par en par y le cedió el paso hacia el subsuelo del edificio.
El extraño que había conocido en el ascensor estaba hablando con uno de los clientes del hotel. Miró cuando aparecieron ellos. Caroline ni lo vio.
Ella no quería que Luis la tocase, ni que estuviera cerca de ella. Tenía la frente alta, pero sus ojos estaban ciegos, y por dentro se sentía morir.
Cuando llegaron a la planta baja del edificio principal, ella se apartó de él.
—¿Adónde vas?
Caroline se detuvo pero no se dio la vuelta.
—Si quieres arruinar a mi padre por segunda vez, adelante —lo invitó—. No puedo hacer nada para detenerte, pero no tengo obligación de mirar cómo lo haces —dicho esto, ella siguió caminando.
—Pero no hemos terminado —él le sujetó una mano.
Y sin decir más la arrastró hacia un sitio donde había una puerta que ponía Privado. Esta pareció abrirse mágicamente cuando se acercaron a ella.
Caroline frunció el ceño porque no comprendía qué ocurría. Se encontró dentro de otro edificio con suelos de mármol color blanco y negro. Luis la llevó hacia otra puerta, que abrió él mismo.
—¿Qué es este sitio? —preguntó ella.
Luis atravesó la habitación.
—Mi oficina —contestó.
—Quieres decir… —ella miró alrededor de la habitación—. ¿Quieres decir que tú trabajas aquí ahora?
—Trabajo aquí. Vivo aquí… —puso un dossier forrado en piel en el escritorio—. Este hotel es mío, Caroline —agregó.
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