Un novio en el mar. Debbie MacomberЧитать онлайн книгу.
hubiera temido hablar de ello por miedo a hacer sufrir a la otra. En aquel preciso instante descubrió Ali lo mucho que Jazmine había necesitado hablar de Peter. La niña se había deleitado con cada detalle, con cada anécdota que escuchó de sus labios. Ali tuvo que responder a innumerables preguntas sobre su primera cita, su noviazgo, el día de su boda.
Una vez que Ali abandonó sus reservas, no pasó ni una sola noche sin que Jazmine le preguntara por Peter. Era consciente de que aquellos años de intensa cercanía habían sido los que habían preparado a Jazmine para la larga separación que había empezado con su embarque. De lo contrario, no habría podido dejarla con Shana.
Shana. Una involuntaria sonrisa asomó a sus labios mientras se recostaba en el sillón de su escritorio. Aquellos seis próximos meses iban a constituir una dura prueba para su hermana. Comprar aquel negocio por impulso había sido absolutamente impropio de su carácter. Shana prefería planificar las cosas hasta el último detalle. Además de que esa aventura representaba un drástico cambio en comparación con su anterior trabajo de representante comercial.
Se alegraba de que hubiera cortado con Brad Moore. Ali sólo lo había visto una vez, durante una breve visita a casa, pero no le había caído nada bien: su infidelidad no le había sorprendido. Lo que no entendía era cómo su hermana había podido soportarlo durante cuatro años y medio. Suponía que, como la mayoría de la gente, Shana sólo había visto lo que había querido ver.
Antes de que tuviera que volver a San Diego, Ali y Shana habían podido pasar unas pocas horas juntas. Jazmine se había quedado dormida y las dos hermanas se habían sentado en el sofá a charlar.
Había sido entonces cuando había podido ver el dolor que le había provocado a su hermana la infidelidad de Brad. En un esfuerzo por consolarla, le había sugerido que se buscara otro hombre lo más rápidamente posible.
Shana no se había tomado bien su sugerencia. De hecho, no se había reservado sus opiniones sobre el género masculino. Le había dicho que había terminado con los hombres.
—Estás exagerando —había replicado Ali.
—Y tú estás siendo ridícula. No quiero volver a comprometerme.
—Eso es lo que piensas ahora, pero no lo pensarás siempre.
—Mira quién habla. Yo no te veo a ti buscando una nueva relación.
—Está bien —había cedido Ali—, parece que ninguna de las dos estamos interesadas en los hombres.
—De una manera permanente.
Ali se había echado a reír:
—Oye, tú habla por ti…
Resultaba curioso: mientras evocaba aquella conversación, la imagen del capitán Dillon asaltó su mente. Era altamente improbable que sus pasos volvieran a cruzarse en un barco con cinco mil tripulantes. No sabía muy bien por qué, pero casi se alegraba de ello…
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