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Curso de sociología general 2. Pierre BourdieuЧитать онлайн книгу.

Curso de sociología general 2 - Pierre  Bourdieu


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dificultad del análisis sociológico –lo dije el otro día un poco rápido– es que el mero hecho de explicitar estrategias implícitas cambia el estatus de estas y transforma en intención el producto de intenciones objetivas. En otras palabras, todo lo que puedo descubrir en ese palmarés, en esa lista, aparece como portador de una intención objetiva y se presenta, cuando se lo analiza, como orientado hacia ciertos fines, dotado de una suerte de finalidad inmanente, como si fuera algo deliberado. De ahí el “todo sucede como si” que pongo muchas veces en mis frases y que no es una coquetería, sino una manera de recordar todo el tiempo (así como los matemáticos ponen cuantificadores) que todo sucede como si tuviera un fin. Pero sería un error teórico y político fundamental pensar que todas las intenciones que se revelan en lo que hace la gente son producto de una intención. Aquí[, en el caso del palmarés,] estamos en presencia de un conjunto de intenciones objetivas y, en el fondo, yo podría en última instancia resumir con una frase todo lo que he dicho: “Todo esto aparece como resultado de la intención objetiva de promover a los periodistas y, más especialmente, a los periodistas-intelectuales y los intelectuales-periodistas al estatus de jueces de las producciones intelectuales”. Todo lo que podría contar durante horas podría resumirse de esta manera.

      Termino con el palmarés en sí. No voy a leerlo íntegramente, pero les doy el comienzo. A la cabeza encontramos a Claude Lévi-Strauss con 101 votos; todas las veces, bajo el nombre, se indica la cantidad de votos. “Votos” nos lleva al plebiscito, a la elección. Hay algo que se me ocurre al decirlo: intentaré demostrar ante ustedes que la lógica del palmarés es, tanto la del proceso, en sentido judicial, cuanto la del mercado, en calidad de procedimiento de formación de precios [prix]; en los dos casos, la gente va a juzgar. A los sociólogos les gustaría mucho saber qué es un mercado, y aquí tenemos la posibilidad de ver una especie de pequeño mecanismo, pequeña máquina, pequeño modelo reducido de lo que es la formación de precios: tenemos productos culturales (un libro de Raymond Aron, etc.) en la vitrina de una librería, esos productos culturales se ofrecen y la gente va o no a comprarlos. Evidentemente, los premios [prix] literarios forman parte de eso.

      Cuando digo que las cosas pueden describirse según el modelo del mercado o del proceso, no me refiero a metáforas ni analogías, sino a modelos posibles. (Lo digo al pasar, porque a menudo se dice que el lenguaje económico es una metáfora, cuando en realidad no lo es). Esas dos posibilidades, la homología del proceso y el mercado, son ocultadas por la homología del mercado electoral, lo cual tampoco es absurdo: lo cierto es que una elección también funciona de esta manera. Dentro de un rato intentaré demostrar cuáles son los factores principales del acto de juzgar un producto cultural, y creo que tendríamos los mismos factores que en el acto de juzgar un producto político (un diputado, un presidente, etc.). Dicho esto, la analogía con el producto político ejerce un efecto de ocultación por la evidencia: sigue siendo el paradigma de la carta robada; para hacer que las cosas pasen inadvertidas, nada mejor que presentarlas de manera que, por estar tan habituados a verlas así, salten a la vista y no pensemos en ellas. Puedo contarles esto en voz alta, para decirlo de algún modo: me di cuenta de que la palabra “voto” es importante y no había advertido que es uno de los pequeños signos subliminales que nos sitúan en la lógica del referéndum.

      Claude Lévi-Strauss tiene 101 votos; Raymond Aron, 84; Michel Foucault, 83 –están casi ex aequo–; Jacques Lacan, 51; Simone de Beauvoir, 46; Marguerite Yourcenar, 32; etc. Estos seis primeros tienen derecho a un retrato fotográfico y un retrato intelectual que habría que comentar línea por línea: ustedes no lo tolerarían y yo tampoco, pero es interesante ver qué se elige de cada una de esas personas.

      No me extiendo más porque generaría en ustedes una impresión de déjà-vu y, así, no me escucharán cuando les hable del individuo concreto y el individuo construido.


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