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El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-1840). Antonio Caridad SalvadorЧитать онлайн книгу.

El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-1840) - Antonio Caridad Salvador


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Ayuntamiento de Alcorisa, 1998; Ballesteros, M., Historia de Utiel, Utiel, Imprenta de Luis Alarcón, 1999; Monfort, A., Historia de la real villa de Villafranca del Cid, Valencia, Ayuntamiento de Villafranca, 1999; Lerma, J., Alloza en los siglos XIX y XX, Alloza, Ayuntamiento de Alloza, 2001; Pina, J. M., Las ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo, Zaragoza, Ayuntamiento de Albalate del Arzobispo, 2001; Roda, G., “Mito o realidad: la guerra carlista en la ciudad de Castelló (1833-1840)” en Estudis Castellonencs nº 9, Castellón, Diputación de Castellón, 2000-2002; Urcelay, J., Cabrera. El Tigre del Maestrazgo, Barcelona, Ariel, 2006 (elaboración propia).

      El auge carlista empezó al sacarse fuerzas liberales del Maestrazgo para enviarse al País Vasco y Navarra, en la primavera de 1835. Esto se hizo por considerarse agonizante el carlismo valenciano-aragonés, mientras que los batallones de Zumalacárregui estaban obteniendo grandes victorias en el Norte.46 Además, las disputas internas entre los liberales hicieron que muchas tropas se quedaran en las ciudades en vez de marchar a combatir a los rebeldes.47 Todo esto cambió la situación existente hasta entonces, en la que las fuerzas carlistas habían estado continuamente hostigadas por las columnas gubernamentales, que apenas les habían dejado crecer ni consolidarse. Al verse libres de esta persecución, Cabrera pudo empezar a engrosar sus filas,48 a capturar poblaciones poco defendidas (Mora de Rubielos, Segorbe) y a derrotar a columnas enemigas (victorias de La Yesa y Alcanar).49 También Quílez y el Serrador aumentaron sus fuerzas,50 derrotando a una columna liberal y rindiendo después gran cantidad de pequeñas guarniciones enemigas en la provincia de Castellón.51 De esta manera, los carlistas de la zona empezaron a armarse con los fusiles de sus enemigos52 y a crecer de forma exponencial. Cabrera pasó de tener 270 hombres (marzo de 1835) a 3.634 (diciembre de 1835),53 en los dos casos unido con todas las otras fuerzas rebeldes, salvo la del Serrador. Este cabecilla, que dirigía la otra gran partida carlista de esta época, pasó de tener 150-200 hombres (diciembre de 1834) a más de 2.000 (noviembre de 1835).54

      Las columnas liberales no daban abasto para acudir a todos los puntos amenazados y el desaliento empezó a ser general entre los partidarios de la reina.55 La prensa valenciana recoge estos acontecimientos en octubre de 1835, cuando publica: “¿Cómo podemos mirar con indiferencia el aumento de las facciones, en lo cual, por más que se diga, no podemos hacernos ilusión?; la muerte de tantos valientes, la consternación de los pueblos, la completa paralización del tráfico y giro en ambas provincias y los perjuicios consiguientes en todos los ramos de la industria”.56 La causa de este aumento la achaca el periódico a “la indigna tolerancia y escandalosa connivencia de nuestros pasados gobernantes”, refiriéndose a los gobiernos moderados de Martínez de la Rosa y del conde de Toreno, que habían rechazado ordenar una leva en masa, como pedían los progresistas.57

      Confiado por sus continuas victorias, Cabrera reunió a casi todas las partidas importantes para una expedición a Guadalajara, lo que provocó una reacción desde el gobierno liberal, preocupado por el cariz que tomaban los acontecimientos. Se envió contra él al general Palarea, con un gran ejército de 12.000 soldados, que lo aplastó en la batalla de Molina de Aragón. Ese día, el 14 de diciembre de 1835, el ejército carlista sufrió tal varapalo que quedó totalmente destrozado. De 4.400 hombres de que constaban las diversas partidas reunidas, se perdieron entre 1.900 y 4.100 combatientes, contando muertos, heridos y dispersos (desertores).58 Este revés obligó a los rebeldes a volver a dispersarse en pequeños grupos y a evitar, durante un tiempo, todo combate con las fuerzas liberales. Esto podía haber supuesto el regreso a la situación anterior, pero el gobierno de Madrid volvió a cometer el mismo error que antes: aprovechar el declive del carlismo valenciano-aragonés para sacar tropas con destino a Navarra y a Cataluña, donde la guerra se intensificaba cada día.59 De esta manera, con menos enemigos a los que hacer frente, Cabrera y los suyos pudieron reagruparse y empezar a crecer de nuevo, esta vez de forma ininterrumpida, hasta 1839.

      CUADRO 2

      TIPOS DE PARTIDAS60

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      Fuente: cuadro 1.

      CUADRO 3

      TOTAL DE FUERZAS CARLISTAS EN VALENCIA Y ARAGÓN

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      Fuente: Córdoba, B., Vida militar...v. 1, p. 257; v. 2, p. 308 bis; v 3, pp. 528 y 571 bis; v. 4, pp. 412 y 496. Las de las otras fuentes están indicadas en las notas a pie de página. Las cifras de Córdoba se refieren al mes de diciembre.

      De hecho en ese año se alcanzó el máximo de efectivos del ejército carlista en la región, con unos 25.000 hombres aproximadamente. Si a estos hombres añadimos 9.500 prisioneros,76 unos 6.600 desertores77 y unos cuantos miles de muertos, podríamos estimar en cerca de 50.000 el total de personas que en un momento u otro llegaron a combatir bajo las banderas del pretendiente en esta parte de España. De los carlistas cuyo origen conocemos un 43, 5 % eran valencianos y un 20, 7 % nacieron en la provincia de Teruel,78 por lo que en números totales estaríamos hablando de unos 21.000 valencianos (el 2, 2 % de la población) y de alrededor de 10.000 turolenses (el 4, 6 % de la población).79 Son cifras importantes, máxime teniendo en cuenta que sólo una cuarta parte de los habitantes (los hombres jóvenes) podía tomar las armas. Y si a esto añadimos que otro número considerable de varones se encontraba combatiendo en el bando liberal, podemos apreciar la importancia que tuvo el carlismo en el País Valenciano y Teruel, que llevó a tomar las armas, en un bando u otro, a una parte considerable de sus habitantes.

      CUADRO 4

      COMPARACIÓN ENTRE DIVERSAS FUERZAS CARLISTAS

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      Fuentes: Diario Mercantil de Valencia, 23 de mayo de 1835, 6 de agosto de 1837 y 18 de febrero de 1838. Una reunión de amigos colaboradores, Panorama español... v. 1, p. 117 y v. 3, p. 279. Pirala, A., Historia de la guerra civil... v. 1, pp. 259, 286, 310 y 410, v. 2, p. 682, v. 4, p. 30 y v. 5, p. 176. Bullón de Mendoza, A., La primera guerra... p. 240 (País Vasco y Navarra); cuadro 3 (Valencia y Aragón); Diario Mercantil de Valencia, 23 de mayo de 1835 y 6 de agosto de 1837, Una reunión de amigos colaboradores, Panorama español... v. 4, p. 151. Pirala, A., Historia de la guerra civil... v. 2, p. 283, v. 3, p. 33 y v. 4, p. 339, Mundet, J. M., La primera guerra... pp. 83, 138, 158, 182 y 216. Bullón de Mendoza, A., La primera guerra... pp. 280 y 281. Santirso, M., “El primer carlisme a Catalunya: del regne a l’exili” en L’Avenç n° 203, 1996, pp. 23 y 24 (Cataluña) (elaboración propia).

      Por otra parte, también resulta interesante la comparación con otros territorios en los que este movimiento tuvo una especial relevancia. De esta manera sabemos que el foco rebelde del Maestrazgo fue el segundo más importante de España en 1833-183580 y en 1837-1840, con un paréntesis de dos años durante el cual fue superado por el catalán. Y aunque el carlismo vasco-navarro fue siempre el principal, su diferencia con el del este peninsular se fue recortando con el paso del tiempo. De hecho, si en 1835 la proporción era de 100 a 16, en 1837 era de 100 a 50 y en 1839 de 100 a 67. Así pues, a partir de 1835 el realismo valenciano-aragonés fue el que experimentó un mayor incremento, mientras que los demás quedaban estancados o sometidos a fuertes vaivenes.

      C) RECLUTAMIENTO

      En los años posteriores a 1835 el número de soldados carlistas siguió aumentando, en parte por las victorias de Cabrera (que le permitieron capturar más armas, alistar más voluntarios y controlar más localidades) y en parte por las acciones liberales, que fueron creando un odio hacia el gobierno por parte de muchos habitantes de la zona, como luego veremos. Si a esto añadimos que hasta 1838 el gobierno tuvo completamente desatendido el frente del Maestrazgo, al que apenas enviaba refuerzos por la prioridad que se daba a la guerra en el Norte, podemos entender por qué las partidas carlistas empezaron a alcanzar una importancia cada vez mayor.

      CUADRO


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