Paso a la juventud. Sandra Souto KustrínЧитать онлайн книгу.
del fascismo están en la desesperación de los jóvenes trabajadores condenados al paro» y que rechazaba el frente único por la base propuesto por los comunistas pero defendía llegar a alguna «inteligencia» con sus direcciones. Criticaba también lo que llamaba «fetichismo de la democracia», indicando que «el respeto desmesurado a la democracia puede llevar a restringir las libertades que se tratan de defender» y que «el régimen socialista no podrá conquistarse más que por una acción revolucionaria».76
La proclamación de la República, con la recuperación de las libertades políticas, abrió más posibilidades de actuación a la UJCE, pero los ataques al nuevo régimen y la defensa de una revolución de tipo soviético aislaron en 1931 a los comunistas españoles, mientras que el rechazo a las reformas del primer bienio republicano, el mantenimiento de la política de clase contra clase y los choques con la CNT les enfrentaron con las demás fuerzas obreras e impidieron un crecimiento destacado de sus organizaciones, aunque en junio de 1933 la UJCE decía contar con algo más de 11.000 militantes, concentrados principalmente en Andalucía, donde había más de 4.000, la región «vasco-navarra» y Asturias, con unos 1.300 en cada una.77
Para la conferencia de unidad sindical de julio de 1932, que dio origen al sindicato comunista Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU), los grupos juveniles de las Oposiciones Sindicales Revolucionarias (OSR)78 de Madrid elaboraron un programa de reivindicaciones juveniles, que ampliaba y, en algunos casos, cambiaba las reivindicaciones planteadas por la UJCE en 1927 y que muestran la importancia que se les daba desde el comunismo como forma de atraer a los jóvenes.79 Así, por ejemplo, se pedía que se suprimiera realmente el trabajo de los menores de 14 años, planteando que la legislación era papel mojado, y proponiendo, para lograrlo, que se subvencionara a los padres con una cantidad equivalente a la que ganarían sus hijos.80 Se mostraba una preocupación especial por los jóvenes aprendices, solicitando que dependieran directamente del patrón y no de los oficiales; que el aprendizaje se redujera a dos años, y que la preparación técnica se realizara en las horas de trabajo. Se rechazaba también el internado en el comercio y la industria.81 Destaca que una de las críticas que se hacía a los sindicatos existentes era que no prestaban una «atención especial» a los jóvenes, considerando que éstos no se sentían atraídos hacia la lucha sindical porque no se incluían reivindicaciones juveniles y porque los más jóvenes no tenían derecho a ser elegidos para la dirección de los sindicatos. Por esto, proponían toda una serie de medidas como la creación de secretariados juveniles en los sindicatos, que los periódicos de éstos incluyeran un suplemento juvenil o que hubiera una representación proporcional de los jóvenes en sus órganos directivos.82
La expulsión del PCE del grupo de Bullejos en 1932 supuso también un cambio en la dirección de la UJCE, que empezó a preparar un nuevo congreso nacional, para el que se planteaba tratar de salir del ghetto político creando «oposiciones fuertes» en las demás organizaciones, especialmente en las juventudes socialistas, que «son una organización con millares de jóvenes obreros y campesinos», y mediante la atracción de los jóvenes parados.83 El ascenso de Hitler al poder en 1933 hizo a la UJCE empezar a colaborar con otras organizaciones. En octubre de ese año se formó en Madrid el Comité Nacional de Jóvenes contra la Guerra y el Fascismo, en el que participaron las organizaciones juveniles republicanas y algunos militantes de las juventudes socialistas.84 La FJS, que rechazaba este tipo de organismos porque «contra el fascismo (…) sólo puede luchar una organización netamente clasista», reconoció que algunas de sus secciones habían entrado a formar parte de ellos y recomendó que no se colaborase con ellos.85 La creación del Bloque Escolar de Oposición Revolucionaria (BEOR) dentro de la FUE también dio a la UJCE una cierta presencia en los ámbitos estudiantiles. Pero todavía en mayo de 1934, cuando finalmente lograron celebrar su segundo congreso, la UJCE estableció oficialmente que el objetivo de la organización era «la conquista de los jóvenes socialistas y anarquistas y el rompimiento de sus organizaciones»,86 aunque el año 1934 sería cuando la UJCE comenzara a salir de su aislamiento político.
Entonces fue el mismo Buró Político de la organización juvenil comunista el que aprobó un programa de reivindicaciones juveniles –recogiendo todas las planteadas anteriormente aunque, cuando ya se veía la radicalización de las juventudes socialistas, se decía que todos los jóvenes «quieren la revolución», y se definía un programa «máximo» a realizar por un «gobierno obrero y campesino» y un programa «mínimo» de reivindicaciones inmediatas.87 No hay demasiadas novedades con respecto a los programas de los jóvenes comunistas analizados anteriormente, aunque en el programa «del gobierno obrero» se le daba una mayor importancia a la educación y al deporte, incluyendo la defensa de la «enseñanza en el idioma nacional en Catalunya, Vizcaya y Galicia» –lo que era un planteamiento completamente distinto al de la FJS– y la «protección y desarrollo del deporte obrero y de la cultura física». Entre las reivindicaciones inmediatas destacan algunos temas nuevos, probablemente respuesta al desarrollo de la legislación republicana en tres aspectos importantes: el derecho de voto de la mujer, los estatutos de autonomía y la ley de reforma agraria. Así, se pedía un seguro de maternidad con el salario íntegro pagado por los patronos y el Estado, una baja por maternidad seis semanas antes y después del parto, o el derecho al aborto y la liberación de «las jóvenes trabajadoras encarceladas por tal motivo». Se reclamaba el «derecho a la autodeterminación hasta la separación total, del Estado imperialista de España, de los pueblos oprimidos, como Catalunya, Vasconia y Galicia», la «retirada de las tropas de Marruecos y las demás colonias», y que los jóvenes participaran activamente «en el apoderamiento inmediato de las tierras de los grandes terratenientes y de la Iglesia». Se volvía también a un tema tradicional en las organizaciones juveniles obreras: el servicio militar. Así, se reivindicaba el «derecho a cumplir el servicio militar en su respectiva región o punto de residencia», la «abolición del saludo obligatorio» y la «supresión de las maniobras y marchas nocturnas». Se mantenía la reivindicación de los derechos sindicales y políticos de los más jóvenes, por lo que se rechazaba la Ley de Asociaciones republicana, definida como «fascista».88
En cuanto a las juventudes de la Izquierda Comunista (ICE), Pelai Pagés dice que hubo un intento de organización en torno a lo que se llamó Juventud Comunista de Izquierda Española en 1932, que no prosperó y la organización fue disuelta ese mismo año. Sin embargo, el año siguiente todavía se estaba discutiendo este tema, como muestra una propuesta para la conferencia nacional de la ICE que consideraba que «ni la fuerza numérica de la organización, ni el periodo de formación ideológica por que atraviesan sus militantes, de los cuales su mayoría son precisamente jóvenes, justifican, ni siquiera aconsejan» crear un organismo juvenil, que en la práctica sólo existía «en el papel» y al que decían que se oponía el grupo más numeroso de jóvenes que era el de Madrid. Se planteaba que la mayoría de los grupos de la ICE «sufrirían un grave quebranto» si se mantuviese la organización juvenil y que «la organización independiente de los jóvenes debe sustituirse por una mayor convivencia y colaboración de éstos con los adultos». Se encuentran también en 1934 propuestas de la juventud de la ICE a la juventud socialista, lo que hace suponer que en algunos sitios esta organización mantuvo su existencia, siquiera formal. El Bloc Obrer y Camperol (BOC) había creado a finales de 1931 la JCI (Juventud Comunista Ibérica) aunque, como el mismo BOC, su organización se concentraba en Cataluña: en un partido también muy joven, la edad de los militantes de la juventud se limitó a los 21 años.89
Como muestra la carta con que se inicia este apartado, el desarrollo de las organizaciones juveniles de los diferentes partidos fue uno de los factores que influyó en la decisión de crear una organización juvenil anarcosindicalista, la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), a propuesta de un grupo de jóvenes de la organización de Madrid, donde se estableció su dirección, el Comité Peninsular. La memoria del congreso constitutivo de la organización, celebrado en junio de 1932, decía que el objetivo era crear «un organismo que recogiera los entusiasmos revolucionarios de la gran cantidad de jóvenes que entonces comenzaba a afluir a los Sindicatos» y «apartar de las organizaciones políticas a la juventud rebelde, pero inconsciente». Y esta influencia llevaría a algunos militantes anarcosindicalistas a decir que las juventudes