Comunidad e identidad en el mundo ibérico. AAVVЧитать онлайн книгу.
de Villarrubia de los Ojos de un modelo de asimilación muy extensible a muchas comunidades moriscas de toda España, ni siquiera me parece aplicable de manera automática a todos los mudéjares antiguos. Hay que introducir muchos matices. La categoría no es uniforme lo que hace su estudio tan necesario como apasionante.
Los mudéjares antiguos constituyen un puzzle que conviene ordenar. Reunir las distintas monografías existentes debe conducirnos al establecimiento de una tipología. En esta vía el primer factor de diferenciación entre los unos y los otros es el grado de ruralización. No es lo mismo ser mudéjar antiguo en Villarrubia de los Ojos o en Ávila. Los de la ciudad abulense trabajando en la agricultura representaron hasta 1570 siempre menos del 4% de la comunidad.21 La mayoría de ellos se dedicaba a tareas industriales obviamente ausentes en pueblos manchegos pequeños. Las posibilidades de desplazamiento de los artesanos y de los comerciantes eran infinitamente superiores a las de los campesinos. Y con ellas se multiplicaban las ocasiones de tener lazos tanto con otros grupos de mudéjares antiguos, así desde Ávila con los de Arévalo, como con cristianos viejos. En principio, el horizonte de los mudéjares antiguos del mundo rural era más limitado. Sin embargo, estos últimos no constituían un mundo homogéneo. Cada núcleo tenía su propia historia más o menos largamente atestiguada por los intercambios con los cristianos viejos. Cada comunidad tuvo una trayectoria peculiar que pudo depender de muchas variables: tamaño de la comunidad, grado de concentración de la población mudéjar antigua, nivel medio de riqueza y amplitud de las diferencias de riqueza, política de aculturación de los dueños de los pueblos (órdenes militares, particulares...), actividad del clero (secular, regular, inquisición); a este respecto, son significativas las consecuencias de las intervenciones inquisitoriales. A partir de 1538, la represión fue intensa en los pueblos del Campo de Calatrava. La comunidad de Daimiel fue destrozada y las demás muy marcadas por unos años de temor.22 En Extremadura la represión del tribunal fue muy acentuada a partir de los años 1590, en particular en Hornachos, pero la resistencia fue mucho más eficaz que la anterior del Campo de Calatrava.23
Podemos definir cuatro principales perfiles de mudéjares antiguos del mundo rural castellano. El primero, el que conocemos sin duda mejor de todos es el del valle de Ricote. Los seis pueblos que lo componen constituyen un conjunto muy homogéneo en todos los sentidos. El río Segura que los atraviesa impone su impronta y facilita las relaciones entre ellos. Los recursos que dan la tierra son los mismos de un pueblo a otro. Los seis pueblos dependen de la Orden de Santiago desde 1285 y no fueron en ningún momento afectados por una repoblación de cristianos. Es la tierra mudéjar por excelencia, calidad nunca desmentida porque tampoco los moriscos granadinos se instalaron en el valle salvo unos pocos en Blanca. Si admitimos las cifras dadas por el dominico Juan de Pereda a raíz de su visita de 1612, los mudéjares antiguos representaban el 96% de la población total del Valle que podemos estimar alrededor de 9.000 personas, y los cristianos viejos 4% casi todos concentrados (unas 65 familias) en Villanueva del río Segura.24 Los habitantes conocieron una vida, en términos generales, apacible a lo largo de los siglos y cuando entendieron que la revuelta de los mudéjares granadinos anunciaba cambios decisivos enviaron representantes a Granada, donde estaban los Reyes Católicos, para proponer su conversión con condiciones pronto aceptadas. Así, antes de la cédula del 12 de febrero de 1502, los mudéjares murcianos habían abrazado la fe cristiana, acontecimiento que sirvió de principal argumento para intentar escapar a la expulsión en 1610-1611. Está comprobado que a pesar de dificultades sufridas a lo largo del siglo XVI (por ejemplo un intento de levantamiento en 1517 o unas condenas inquisitoriales en 1562), la asimilación de la gran mayoría de los mudéjares antiguos era lograda.25 A las cinco villas del Campo de Calatrava corresponde el segundo núcleo importante de mudéjares antiguos, vasallos desde 1221 de la Orden de Calatrava. Sin embargo, la homogeneidad no es en estas tierras manchegas tan completa como en el valle de Ricote. Entre dos de las villas: Dimiel y sobre todo Almagro y las tres restantes (Aldea del rey, Bolaños, Villarrubia de los Ojos) son notables las diferencias de tamaño. Las dos primeras tenían hacia 1.580 cerca de 2.000 vecinos (unos 8.000 habitantes) cada una mientras los otros lugares no llegaban a 1.000 vecinos.26 Almagro tenía un verdadero entramado urbano y Daimiel era una agrovilla. Además en 1552 Villarrubia de los Ojos dejó de pertenecer a la orden militar para convertirse en un lugar de señorío propiedad del Conde Salinas.27 Por fin, cada una de las cinco villas tuvo a partir de 1570 una población con tres elementos distintos, mudéjar antiguo, cristiano viejo, morisco granadino. Según Francisco Javier Moreno Díaz del Campo, los granadinos representaban a su llegada en 1571 el 6% de la población de Villarubia, y casi el 9% en Almagro. Pero con el tiempo este porcentaje debió aumentar.28 No tenemos datos fidedignos en cuanto al número de los mudéjares antiguos, pero es posible que hayan representado una parte notable de los habitantes de Aldea del Rey y de Villarubia. Todos fueron bautizados en marzo y abril de 1502 inmediatamente después de la pragmática de expulsión/conversión del 12 de febrero. Los representantes de las cinco aljamas negociaron en la Corte un importante privilegio obtenido el 20 de abril que les aseguraba la equiparación de tratamiento con los cristianos viejos, la libertad de movimientos, unas exenciones fiscales y «una moratoria en la aplicación de las normas de comportamiento socioreligioso».29 Este documento fundamental confirmado por doña Juana en 1514 sirvió de base a los mudéjares antiguos de las Cinco Villas para intentar hacer respetar sus derechos y a la hora de la expulsión escapar a la drástica decisión.
Se ha escrito muchísimo sobre los moriscos de Hornachos antes y después de la expulsión, hasta convertirles en un mito del cual se apoderaron las obras de ficción.30 Se ha escrito mucho menos sobre los moriscos de Magacela y de Benquerencia de la Serena, dos pueblos, como Hornachos, de la Extremadura meridional. Hubo que esperar hasta 2005 para que apareciera bajo la pluma de Bartolomé Miranda Díaz un primer estudio sobre los moriscos de Magacela, pronto seguido en 2010 de un libro más completo que el primero, escrito por el mismo autor en colaboración con Francisco de Córdoba Soriano.31
Esta última publicación se titula Los moriscos de Magacela, en consonancia con los trabajos del que fue durante mucho tiempo el mejor especialista de los moriscos extremeños, Julio Fernández Nieva, autor en particular de la Inquisición y los Moriscos extremeños (1585-1610). Todos emplean la palabra moriscos para definir a la población local de ascendencia musulmana. Sin embargo, sería útil calificar los «moriscos» de Hornachos, Benquerencia y Magacela de mudéjares antiguos porque en aquellos pueblos residían, en el momento (1502) de la conversión al cristianismo, tres de las más importantes comunidades mudéjares de toda Extremadura: la más numerosa era con mucha diferencia la de Hornachos, mientras las de Benquerencia y Magacela eran del tamaño de las comunidades mudéjares urbanas de Plasencia, Mérida y Trujillo. Y lo que es muy importante, ni Hornachos, ni Benquerencia, ni Magacela recibieron moriscos granadinos exiliados en 1570 probablemente a causa de la importancia del núcleo mudéjar que las autoridades no querían reforzar.32 Y parece que la población cristanovieja fue escasa aunque, si el caso de Hornachos esta comprobado, la incertidumbre reina todavía para Benquerencia y Magacela.
Los mudéjares antiguos de los tres pueblos se señalaron a lo largo del siglo XVI por el apego a sus costumbres ancestrales y por su capacidad de resistencia. Hubo intentos de resolver conjuntamente los problemas planteados por los cristianos nuevos. Es la vía ejercida por la Inquisición a través