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¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota MuñozЧитать онлайн книгу.

¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz


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energías juveniles, que proclamaban arrogantes las sublimidades de la santa idolatría a la Patria».

      En noviembre de 1928 la Peña tiene ya 82 socios, que eligen como nuevo presidente a Domingo Batet, pasando Poblador a la vicepresidencia. También figuran en la nueva junta históricos como Enrique Ponz y Ramón López de Jorge.

      En febrero de 1929 el RCD Español se planta en la final de la Copa del Rey tras eliminar en semifinales al Barça. El rival es el Real Madrid. La final se juega en el estadio de Mestalla de Valencia. Se desplazan unos 4.000 pericos. Unos van en barco, otros en tren, los de la Peña Ibérica se desplazan en dos coches. Antes del partido pasean por la ciudad del Turia. Uno de los automóviles luce un curioso letrero: «La Peña Ibérica del Español saluda a Valencia y a su bellísima Reina de la Belleza Española». Los pericos que no han podido desplazarse se reúnen en bares, que instalan altavoces para la ocasión. En un partido poco lucido, por lo embarrado del campo y la lluvia persistente, el Español se impone por 2 a 1 y se proclama por primera vez en su historia campeón de España. A pesar del frío y la lluvia, grupos de seguidores españolistas pasean por Barcelona celebrando el triunfo. La crónica de la final en ABC parece redactada por un ibérico, dice:

      El histórico título es celebrado por la Peña Ibérica con fiestas y bailes. La Verdad Deportiva publica un poema dedicado a tan crucial momento, el cual finaliza así:

      Ya estamos satisfechos en España.

      Un equipo español venció en la liza.

      No valió al renegado su artimaña

      La Peña se expande y en mayo inaugura sede en Terrassa. Participa en la vida social barcelonesa; asisten al homenaje al marqués de Foronda, director de la Exposición Internacional de Barcelona, y participan en un festival benéfico en favor de los dispensarios Acción Social. No olvidan del todo su faceta deportiva y ese mismo año montan un equipo de fútbol que reta a otras peñas del Español como la Zamora, Trabal y Vantolrá.

      Poblador sigue ligado al periodismo, ahora de forma profesional. En 1929 había entrado en la redacción de La Razón, órgano oficial de la Unión Patriótica barcelonesa, que tras la desaparición del partido único fue adquirido por el Sindicato Libre, que le dio un tono más obrerista. También era redactor de La Protesta, semanario nacido en mayo de 1930 impulsado por miembros de los Sindicatos Libres partidarios de la Dictadura y disidentes del carlismo oficial, y, además, colaboraba en esos años en La Hoja Oficial del Lunes, en la que se destacaban todos los actos organizados por la Peña Ibérica. Poblador ingresó ese año en el Sindicato Profesional de Periodistas.

      Y será Poblador quien dirija una nueva publicación deportiva aparecida en octubre de 1929, Furia Española. A pesar de su título, tiene un carácter menos político que publicaciones anteriores y trata de mantener un tono equidistante entre todos los equipos catalanes. Se trata de un semanario gratuito, financiado por la publicidad, que se repartía los lunes en peluquerías, hoteles, sociedades recreativas y deportivas. Se confeccionaba los domingos, por lo que no recogía crónicas de partidos, sino entrevistas y artículos sobre fútbol y boxeo, los dos principales deportes de masas en esos momentos. No parece que tuviera mucha vida. El último número que hemos localizado es el tercero, de 20 de octubre de 1929.

      En febrero de 1930, bajo presidencia de Francisco Palau y en presencia del delegado gubernativo, se celebra la reunión general ordinaria de la Peña Ibérica. Asisten unos ochenta socios. El secretario, Poblador, da lectura a la memoria del ejercicio anterior. El discurso no tiene desperdicio; es una condensación de los ideales de la Peña expresados en el lenguaje rimbombante habitual. Con fuerza, arrancaba con un «aquí nos tenéis presentes enarbolando con orgullo nuestra Santa bandera y la representación directora de esta entidad, conglomerado de hombres de limpio ideal y de sanas condiciones, para laborar por el bienestar y el progreso de nuestra querida patria». Elitismo y virilidad, un clásico de la Peña. Insiste en ello: «Peña Ibérica no recolecta adictos, no tiene nuestra entidad bases de riqueza que sirvan de espejuelo para cazar hombres alucinados por el resplandor del favor y del otorgamiento de cargos y recompensas» no, ellos son «la cuna del españolismo, donde ingresan los hombres que buscan dar al alma lo que le pertenece, desechando por completo la podredumbre material [...] somos hombres desinteresados y batalladores


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