Эротические рассказы

¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota MuñozЧитать онлайн книгу.

¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz


Скачать книгу
de la Monarquía. Realiza una apología de la Dictadura y acaba con un estruendoso ¡Viva España!, ¡Viva la Peña Ibérica!

      Después sube al estrado Juan Sabadell. Se queja de que, en Barcelona, donde tantas veces se derramó sangre por la patria, se tengan que hacer actos de afirmación españolista. Critica duramente la campaña separatista y les advierte de que si quieren triunfar «habrán de hacerlo con sangre, no con votos».

      Le sigue Enrique Catalá de Bezzi, que aclara el lema del acto. Afirma que en él hablan los hombres de la Peña Ibérica, que es española y democrática, pues en ella caben todos. Se extiende en críticas al alcalde de Barcelona y a Cambó y su nefasta política monetaria. Realiza una encendida defensa del marqués de Foronda y finaliza gritando ¡Todo por España y para España! ¡Viva España!

      El siguiente orador es José Ponz, que inicia su parlamento lamentando los huecos que se ven en el auditorio; los achaca a la falta de valentía, a que es un país de pusilánimes y egoístas. Dedica un afectuoso saludo a las señoritas que sí se han atrevido a asistir al acto. La Peña Ibérica no busca popularidad, solo «salen a la calle a barrer las vergüenzas». Ataca a los trusts mundiales «que persiguen el hambre del proletariado para así, luego, poder alcanzar con el dinero cuanto se les antoje con miras al negocio». Remata con una llamada a trabajar «por una Cataluña grande dentro de España».

      Después toma la palabra Ramón López de Jorge, quien afirma que «España no necesita de grandes tribunos ni de grandes oradores, solo precisa de hombres fuertes que creen riqueza y de hombres honrados que la distribuyan equitativamente». Pide políticas sociales para «evitar que haya quien sufra hambre» y afirma que «hoy hemos de pedir, mañana tal vez exigiremos, que todo español tenga asegurada su vejez». Acaba su inflamado discurso explicando que la Peña Ibérica «no es plante de chulo y sí amor y dolor» pero, a diferencia de Jesucristo, que murió en la cruz por amor a los hombres, «ellos morirán matando».

      Cierra el acto el presidente Francisco Palau. En tono belicoso afirma «que para conseguir la paz deben prepararse para la guerra, y que en España no habrá paz mientras no desaparezcan los que viven y medran aprovechando los momentos tristes de la patria». Luego arremete contra el peligro comunista, contra Macià y contra los intelectuales, diciendo que la Peña Ibérica «se ofrece para luchar cara a cara y para el bien de España».

      Según la crónica que seguimos, seguramente escrita por Poblador, «todos los oradores, que usaron lenguaje verdaderamente agresivo, fueron muy aplaudidos».

      Los parlamentos escuchados resumen cuáles eran los planteamientos políticos de la Peña Ibérica poco antes de la proclamación de la República. De su carlismo disidente y su españolismo vehemente han ido evolucionando; ahora se presentan como un grupo cuasi fascista. En los temas desgranados en el acto podemos reconocer los lemas del fascismo: ultranacionalismo, elogio de la violencia y la virilidad, regeneracionismo, antiparlamentarismo, anticomunismo, antiintelectualismo, elitismo, todo ello trufado de un tono obrerista y retórica anticapitalista y con el añadido local del anticatalanismo y el recuerdo del añorado imperio. El monarquismo y la religión, temas clásicos de los grupos reaccionarios, no tienen cabida en el discurso. Para ellos no importa si el régimen es monárquico o republicano, lo importante es que sea español. Según Palau, ya en un artículo de La Verdad Deportiva, se declararon fascistas. No lo hemos encontrado, pero sus posicionamientos recuerdan a planteamientos netamente fascistas. Les falta, además de más seguidores, un líder carismático claro. Está Poblador, pero también Palau.

      A pesar de que nunca pasarán del centenar, la Peña Ibérica será una auténtica cantera de la extrema derecha barcelonesa. De sus filas saldrán militantes y dirigentes de diferentes organizaciones ultras de los años treinta. Los reencontraremos a lo largo del texto.

      El Comité de Acción Española y la ensoñación de sus escuadras saltan a la luz pública con fuerza el 8 de abril. Ese día el diario madrileño El Liberal lleva a su portada una noticia con el título de «Fascio de las Ramblas». En ella se afirma que, en la Ciudad Condal, Acción Española estaría reclutando a militantes de organizaciones ultraderechistas para crear una milicia de 10.000 miembros que, uniformados con camisa negra y gorro legionario, estaría lista para desfilar por el paseo de Gracia a mediados de mes. Habla de libreños, upetistas, somatenistas, oficiales monárquicos e incluso de la Lliga. En días posteriores, otros medios añadirán al Grupo Alfonso, la Peña Ibérica y los Legionarios de Albiñana. La dirección técnica de la milicia estaría en manos de fascistas italianos. Agregan que financian la operación determinados grupos bancarios y que son dos generales los que organizan todo en reuniones secretas, con el visto bueno de algunas autoridades. El objetivo final sería organizar una marcha a Madrid como la de Mussolini a Roma. Incluso añaden que el Mussolini español será un civil, no ajeno a la dictadura.

      El mismo día El Socialista se hace eco de la noticia, pero, con tono más realista, se pregunta «¿Será todo esto una fantasía o tendrá algún viso de realidad? Nosotros nos inclinamos más bien por lo primero». La Voz, también de Madrid, publicará un breve, «¡Qué risa señores! Conque camisas negras», donde se hará eco de la jocosidad que había provocado esta noticia, y finaliza: «La Peña Ibérica incubadora de este sueño fantástico pierde el tiempo. Y el que hemos empleado en este comentario es ya excesivo». Esta es la tónica con la que se recibe la noticia en Madrid y en Barcelona. Los principales diarios barceloneses no le dan ninguna credibilidad.

      Pero en la prensa foránea continúa la campaña sensacionalista. El diario republicano valenciano El Pueblo publica en portada el día 11 una entrevista con un militar sobre el supuesto complot fascista. En ella se dan más datos. Se pretende crear varias legiones formadas por elementos de la extrema derecha local. Estarían organizadas en centurias con un capitán al frente. Los legionarios cobrarían 15 pesetas diarias y tienen la promesa de incorporarse a una milicia nacional si triunfan. Esperan reunir a 10.000 en Barcelona y luego trasladar el proyecto a otras regiones y organizar una gran marcha a Madrid.

      También se desvela que los dos dirigentes de esta embrionaria milicia eran, en la parte civil, Pablo Bayle, al que conocemos como presidente de la Comisión de Estudios Económicos del Comité de Acción Española, y en la militar, el general Federico de Araoz, presidente del Casino Militar. El local de reclutamiento sería la sede mellista de la calle Boria y el nuevo partido se llamaría Legión Española. El apoyo


Скачать книгу
Яндекс.Метрика