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¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota MuñozЧитать онлайн книгу.

¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz


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Bayle había hablado con el rey y con Martínez Anido en una reunión a la que asistió el general Barrera. En Italia confeccionaron los uniformes, por eso viajó Anido y por eso habían visitado Barcelona dos personalidades italianas. Además, citan como implicados a Cambó, el conde de Montseny, el barón de Viver, Albiñana y Ramón Sales.

      Pero la prensa de Barcelona sigue sin tomárselo en serio. Las Noticias afirma que es todo fantasía, que se han hecho algunos movimientos, pero no hay dinero para tirar adelante. Quien sí le da cierta credibilidad es Solidaridad Obrera, que afirma el 12 de abril que ese día estaba prevista la salida a la calle de 400 legionarios armados. Incluso informa del recorrido que tienen previsto y de su objetivo, promover algaradas para justificar un estado de excepción ante el posible triunfo republicano. Ningún legionario salió a la calle ese día.

      Seguramente, lo que había detrás de estas noticias sensacionalistas era el intento del Comité de Acción Española de hacer ruido, hablando de unas escuadras que nunca pasaron del plano teórico. Pero la noticia le pasó factura a alguno de sus protagonistas. Como hemos visto, algunas de las entidades señaladas en estos artículos acabaron saqueadas el 15 de abril y Federico de Araoz, el supuesto cabecilla militar del Fascio barcelonés, será señalado por la prensa tras la proclamación de la República. Publicará un desmentido el 17 de abril, en el que afirma que nada había dicho porque consideraba la noticia ridícula, pero finalmente se verá obligado a dimitir de su cargo en el Casino Militar.

      La extrema derecha españolista no fue capaz de articular una única candidatura de cara a las elecciones municipales de abril de 1931. En Barcelona se presentaron candidaturas de esas características en diferentes distritos. Parece que hubo algún acuerdo tácito a la hora de repartírselos entre las distintas facciones ultras. En este contexto, algunos candidatos decidieron apostar fuerte por un perfil españolista como signo de identidad.

      Hubo los que se presentaron como administrativos, como los antiguos upetistas Javier Girona y Jaime Maciá Panicello por el Distrito II. Hubo los que optaron por no camuflarse, como el mellista Pedro Vives y el maurista Alberto de Avilés, que se postularon por el Distrito IV como candidatura católico-monárquica con un programa dirigido «a todos los amantes del orden social, a todos los católicos, a los españolistas, y a los elementos sociales que simpaticen con el programa netamente derechista». Sus apoyos no eran menos reaccionarios. En su mitin de presentación, realizado en el Círculo Católico Tradicionalista, además de los candidatos, tomaron la palabra, para recordar los «siete años [de la Dictadura] que parecieron un sueño» y fustigar a reaparecidos viejos partidos, Pablo Sáenz de Barés, Pompeyo Claret, Llanas de Niubó y Emilio Guiamet.

      Tampoco escondieron su perfil los candidatos del Distrito VI por el Partido Liberal Catalán, los abogados Francisco de P. Holgado Galofré, que había sido presidente de la Juventud Liberal Monárquica y del Círculo de Acción Monárquica del Distrito VI –donde coincidió con Salvador Palau–, y Eduardo Stern Castells, que también había pasado por la UMN y la Unión Patriótica. Se presentan como «patriotas amantes de España», considerándose «la única candidatura monárquica, de significación netamente española» del distrito. Los liberales romanistas se habían reconstituido en Barcelona en febrero de 1930 y pronto destacaron por su españolismo. Recibieron el apoyo de la Peña Ibérica, la UMN y Juan Rosich, antiguo secretario de la Liga Patriótica Española.

      También se presentaban como españolistas y monárquicos los candidatos liberales por el Distrito V o Francisco Balañá, antiguo concejal y exupetista, que se presentaba por el VII. En el Distrito VIII, barrio de Gracia, se postulaba el tradicionalista Félix Oliveras Cots, expresidente del Requeté de Barcelona y dirigente del Círculo Obrero Tradicionalista La Margarita.

      En el Distrito IX se presentaba como candidato el abogado y veterano maurista Manuel Casals Torres, concejal durante la Dictadura, presidente de la Unión Patriótica del Camp de l’Arpa e impulsor, en abril de 1930, de la Unión Nacional, un partido que se presentó como «el más adaptado a cuantos han militado en la Unión Patriótica, actuando bajo los lemas de Patria, Orden y Progreso», pero que a diferencia de la UMN y otros «no hace cuestión de principio la forma de gobierno». Abrió hasta seis delegaciones en Barcelona, pero no cuajó. A las elecciones acude como Coalición Española y «se presenta sin otro matiz político que el de su sincero y ardiente españolismo». En los pasquines de la candidatura, de color rojigualda, apelaba: «si te sientes español antes que monárquico o republicano y crees que el progreso y engrandecimiento de la ciudad querida solo es posible dentro de la paz pública y del orden social, constantemente perturbadas, vota esta candidatura de Coalición Española». Le apoyaron durante la campaña Llanas de Niubó, la Peña Ibérica y la UMN.

      Los resultados de todas estas candidaturas fueron desastrosos. Solo el exupetitsta Javier Girona en el Distrito II y Pedro Vives y Alberto de Avilés en el IV llegaron a los mil votos. Todos quedaron muy lejos de los triunfadores, ERC, y de las candidaturas de la Lliga, radicales o Acció Catalana.


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