Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias. AAVVЧитать онлайн книгу.
a ser decano desde el 6 de septiembre del 41 por Orden del ministerio de educación nacional hasta 1948.24 Salom titula su lección: “La responsabilidad aquiliana de los propietarios de edificios y de los arquitectos y contratistas, según el código civil español”.25 Su contenido es netamente jurídico-positivo, pero iba precedido por unas páginas con dos apartados: “La labor realizada por la Universidad durante el pasado curso” y “Misión de la Universidad en el nuevo Estado Nacional Sindicalista”. En el acto de apertura se limitó a esta primera parte, dejando para la publicación impresa el resto, en la que el catedrático de civil resumía el estado de la universidad tras la contienda y la forzada inactividad:
… entre los estudiantes: unos muertos, ya vilmente asesinados por la horda, ya gloriosamente cara al sol en los campos de batalla; otros continuaban en las filas de nuestro invicto ejército, y los que se encontraban en sus casas, muchos estaban depauperados por el hambre y los tormentos sufridos en las cárceles y checas, y entre los Catedráticos, unos habían sido también asesinados, otros expulsados de sus Cátedras por los rojos, andaban perseguidos ocultándose y los que no habían sido perseguidos conservaban bien visibles las huellas de las pasadas amarguras.
Tras la victoria, en dos meses se puso en marcha de nuevo. Se impartieron cursillos, muy útiles para los estudiantes que en doce meses aprobaron dos cursos completos de carrera, aunque reconoce que poco profundos científicamente. También hubo conferencias y “cursos extraordinarios con la valiosa cooperación del S.E.U.”.26 Para restablecer la auténtica universidad se organizaron dos eventos. Primero un “Curso de Teología dogmática” en el que se habló del origen divino de la iglesia, su magisterio infalible, relaciones con el estado… Luego hubo otro de Exaltación de valores hispánicos dedicado a Luis Vives27 –aunque apenas se habló de él–. Los conferenciantes son jerarcas de la iglesia y falangistas, catedráticos y un académico,28
… terminando tan brillante y macizo Curso con una solemnísima sesión en la que el libertador de Valencia, el glorioso General Aranda pronuncidó una magistral e interesante conferencia acerca del Paralelismo entre la campaña del Mio Cid y la del Cuerpo de Ejército de Galicia, poniendo punto final al acto y al Curso unas palabras rebosantes de exaltado patriotismo pronunciadas por el Excmo. Sr. Ministro de Educación Nacional.
La segunda parte de su discurso discurre desde los puntos de la Falange y citas del Fundador para, primero, afirmar el sometimiento de la universidad al nuevo estado totalitario29 y, segundo, señalar que los fines de la institución los impone el estado que la organiza. Y como organismo del estado, “de la misma manera que no debe tolerarse que sea discutido el Ejército ni la Magistratura, tampoco debe tolerarse que sea discutida la Universidad” ya que hasta la crítica más inocente puede resultar demoledora. Desde su función investigadora la universidad debe analizar y constrastar nuevas doctrinas científicas para convencerse de su ortodoxia, pero ahora, la nueva universidad, en el nuevo estado, de acuerdo con el movimiento nacional, incorporará “el sentido católico, de gloriosa tradición y predominio en España a la reconstrucción nacional, sin tolerar que desde las aulas se ponga en cuestión la religión, el interés público, la unidad, la seguridad y la prosperidad del Estado”. La auténtica tradición universitaria había sido destruída por los principios y doctrinas del liberalismo, la democracia y el laicismo; la enciclopedia, la libertad de pensamiento y de cátedra la prostituyeron en tiempos de la monarquía y la república… El viejo concordato de 1851 ha resucitado tras haber sido dado por derogado durante la república… En cuanto órgano docente –escuela profesional y “vivero” de funcionarios– “deberá seguir las directrices fijadas por el Estado enseñando lo que el Estado mande y como lo mande”: amor a la Patria, servicio a España y al Imperio para formar al hombre nuevo y para descubrir la verdad y grandeza de España. A cada nivel de la enseñanza corresponde una tarea:
… la Escuela debe hablar a los niños con exaltado cariño de la Patria, despertando su orgullo de ser españoles; el Instituto debe cantar a los adolescentes las glorias, grandezas y virtudes inmarcesibles de España y la Universidad debe explicar el porqué de nuestras glorias, grandezas y virtudes, esto es, el porqué debemos estar orgullosos de ser españoles.
La historia española no es como la de las demás naciones colonizadoras, y entonces viene la exaltación hispanoamericana y las glorias antiguas desde Séneca a Vives, la unidad de destino en lo universal y la conciencia de ser “uno de los pueblos elegidos por Dios para dirigir los destinos de la Humanidad”.30 Un magnífico resumen acaba de presentar Salom, en unas pocas páginas, de lo que se espera de la universidad.
Por lo que respecta a la parte más científica de su discurso, la responsabilidad aquiliana, se trata de establecer la especificada en el artículo 1907 del código civil, con especial relación al 1909.31 Explica que trae su origen del código napoleónico y que en el derecho histórico español –que reduce al castellano, como es habitual– o en el romano no podemos encontrar su antecedente.32 Compara con los preceptos de los códigos alemán, italiano y francés y luego va desgranando su análisis sobre la responsabilidad, la culpa, el riesgo… Reseña las soluciones de la jurisprudencia y va analizando minuciosamente –el texto ocupa ochenta páginas y está profusamente anotado– todos los problemas y consecuencias que se pueden derivar de la cuestión regulada por el artículo. Está en contra de la excepción de reponsabilidad del 1909 –defecto en la construcción y responsabilidad del arquitecto o constructor– y piensa que es injusta la solución y debe ser eliminada porque es contradictoria con la establecida para otros casos de ruina de edificios y plantea problemas de dificil solución».33
El rector Rodríguez-Fornos fue el encargado de la lección en 1941. Recuerda su llegada en 1911 y los primeros años en Valencia como profesor; los compañeros de claustro, las aulas en Guillén de Castro y la fiesta de la apertura en «los tiempos gloriosos de nuestra Universidad» que fue perdiendo valor «a medida que los hombres perdieron la fe en Dios y en la Patria». Recuerda la guerra contra el comunismo con sus héroes y mártires. Hace una increíble defensa de la universidad española que equipara con las muchas europeas y americanas que ha visitado: Chicago, Oxford… Abomina de la leyenda negra que acerca de la universidad española esparcieron por Europa los pensionados de la Junta de ampliación de estudios y lucubra sobre la decadencia de la universidad de la edad de oro a partir del siglo XVI: la abandonaron los poderes públicos y las corporaciones provinciales y municipales, no investigó ni se dotó de laboratorios, «esperamos hoy con fe en nuestro Caudillo y Altas Jerarquías la reconstrucción material y espiritual…». Reivindica los colegios mayores –cita al de Burjassot– y equipara la vocación universitaria con la de los doce apóstoles mientras van desfilando el Padre Ayala y el Kempis, Marañón y santo Tomás, Luis Vives, Vitoria, Menéndez y Pelayo, Ortega y Cajal. Había comenzado con Camaradas universitarios y terminaba con Por Dios. Por la Patria. Por Franco. ¡Arriba España!34 El 8 de noviembre de 1951 fallece.35 En el acto necrológico su compañero Manuel Beltrán Báguena le recuerda en el año 36: «días azarosos de lucha desesperada contra aquello que pretendía, con su ciclónica violencia, destrozar la Universidad» y un «espíritu avieso y ambicioso» que ansioso de sucederle en el rectorado dirige a la turba contra el rector que quedaba preso en su casa… y continuaba Beltrán hablando de la anti-España. El entonces vicerrector Corts cerraba el acto con un discurso sobre las virtudes cristianas en la enfermedad y la muerte.36 El ministro Ruiz Giménez inaugura una placa al rector fallecido (viene con Laín, rector en Madrid, y Jordana Fuentes, Jefe Nacional del S.E.U).
Ignacio Ribas –«bastante nazi» dice Mancebo– habló en 1942 sobre El corcho y el falangista Ballesteros-Gaibrois el curso siguiente sobre Valencia y los Reyes Católicos (1479-1943).37
En 1944, cuatro años antes de su jubilación, el catedrático de derecho mercantil, Ricardo Mur Sancho, inaugura el curso con una lección sobre la quiebra. Había sido depurado por la república y militó en el ejército franquista como capitán del cuerpo jurídico. Tras la guerra, por su adhesión al nuevo régimen, fue inmediatamente repuesto en la universidad y designado decano en abril del 39 –lo había sido accidental por renuncia de Salom de diciembre del 35 a marzo del 36–; compaginó