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Counselling humanista. José Carlos Bermejo HigueraЧитать онлайн книгу.

Counselling humanista - José Carlos Bermejo Higuera


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counselling se pretende ayudar a mejorar las relaciones (especialmente las problemáticas), cambiar las conductas destructivas para uno mismo y para los demás, adquirir destrezas para vivir más efectivamente y adaptarse a las situaciones siendo protagonista de las mismas, más que víctima.

      Para conseguirlo, el ayudante o counsellor (asesor, consejero) acompaña al otro a clarificar cuanto vive, a identificar los recursos con los que cuenta, a movilizarlos y a comprometerse activamente para hacer frente a las dificultades.

      En realidad resulta espontáneo preguntarse qué distingue al counselling de otras formas de ayuda clásicas, como las que puedan prestar los profesionales del trabajo social, de la medicina, del acompañamiento espiritual o los psicólogos. En efecto, no faltan reacciones contrarias al counselling movidas también por un cierto temor de que este, si se llega a profesionalizar como en otros países, les «coma un poco el terreno» a los profesionales de la psicología.

      Y no resulta fácil establecer las líneas divisorias entre la cada vez más conocida «relación de ayuda», el counselling, la psicología clínica y la psicoterapia. Algo semejante pasa con la relación entre counselling y coaching. Todas estas formas de relación tienen en común la clara voluntad de acompañar a una persona a afrontar sus dificultades o a desarrollar sus propios objetivos y –a excepción de la relación de ayuda, que es la expresión más genérica– se practican en ámbitos de alguna manera profesionalizados, que no son los exclusivos en los que los seres humanos nos ayudamos unos a otros.

      Hay entre estas expresiones una cierta progresión hacia la gravedad de la dificultad que vive la persona a la que se pretende ayudar, hasta llegar al trastorno psicopatológico que necesita psicoterapia. Pero, en mi opinión, no es incompatible su desarrollo simultáneo por profesionales distintos, ofreciendo apoyo complementario una y otra intervención. Hay también indicaciones específicas para ellas, tanto más cuanto más grave es la problemática del ayudado y más competencia específica se requiere por parte del ayudante. Es obvio que la psicoterapia está reservada a los psicoterapeutas entrenados y que la intervención psicológica solo puede realizarla un psicólogo debidamente adiestrado.

      Ahora bien, hay numerosas situaciones en la vida en las que muchas personas no se encuentran bien a causa de problemáticas diferentes, a causa de relaciones insanas consigo mismos y con los demás, a causa de conductas no saludables para alcanzar un modo gratificante de vivir su propia vida. Son situaciones en las que se experimenta la necesidad de un cierto «consejo», algún tipo de «orientación» o «apoyo» para alumbrar las tinieblas experimentadas, los bloqueos emocionales, relacionales o de conducta. En situaciones como los problemas en el trabajo, la decisión o no de cambiar en algo, la elección de una u otra carrera, problemas de pareja, con los hijos o los padres, enfermedades con fuerte impacto emocional, pérdidas significativas, duelos difíciles, necesidad de realizar procesos de integración social y otras, un experto debidamente adiestrado en counselling puede ofrecer una ayuda significativa mediante su relación para lograr un más alto nivel de felicidad, de gratificación, de eficacia, de adaptación, de salud en el modo de vivir la propia vida, incluida la enfermedad.

      En todas estas situaciones, el consejero (¡qué mal suena en nuestra lengua!) intentará promover el máximo de autonomía de la persona a la que quiere acompañar, proporcionándole estrategias para estimular el cambio después de haberle garantizado una aceptación incondicional, haberle comprendido con su actitud empática y haberse mostrado auténtico en la relación.

       Quién realiza el counselling y dónde

      En cierta manera, la historia de la humanidad es la historia del acompañamiento recíproco, ofreciéndose apoyo unos a otros porque «no es bueno que el hombre esté solo». Ahora bien, en algunos países, más en el ámbito anglosajón, se ha promovido esta figura con carácter profesional, como lo van haciendo otras figuras también en nuestro país, como la de mediador familiar, por ejemplo.

      Los centros de escucha surgidos también en España a raíz del primero en Madrid (Centro de Escucha San Camilo), en realidad lo que hacen es counselling, con la particularidad –podría discutirse– de ser un servicio gratuito.

      Más interesante resulta, a mi juicio, promover la formación en counselling de aquellos trabajadores que, al ejercer profesiones de ayuda por su propia naturaleza, se encuentran con personas en serias dificultades y necesitan capacitarse en las destrezas para ayudar mediante el recurso de la relación.

      Es el caso de los trabajadores sociales, los diplomados en enfermería, los médicos, los pedagogos, los maestros, los abogados, los psicólogos, los mediadores, los orientadores familiares, los agentes de pastoral, los tutores, así como los directivos de las organizaciones (empresas y otras) que tienen que realizar su trabajo afrontando dificultades e intentando resolverlas no solo centrados en los problemas, sino en las personas.

      Si bien no tenemos la suficiente tradición de formación en counselling y, por tanto, no hay suficientes expertos, no se han resuelto posibles problemáticas como la delimitación profesional, los criterios de derivación a otros profesionales, etc. Pero las experiencias existentes en nuestro país dan buenos resultados si los que realizan este tipo de relación de ayuda –de manera formal o en el ejercicio de su profesión– han sido debidamente entrenados con un buen programa. Los existentes en la actualidad comparten la mayoría de las características y se inspiran en modelos de referencia similares, con su base en el no-directivismo de C. Rogers y su desarrollo posterior por parte de otros autores como R. Carkhuff o G. Egan.

      No cabe duda de que, en pocos años, tendremos más profesionales expertos en el acompañamiento en situaciones de dificultad y serán bienvenidos especialmente en los contextos donde la vulnerabilidad humana requiere de buenos ayudantes.

      2

      Counselling para humanizar

      las relaciones

       Confieso que cada vez siento mayor incomodidad

       al constatar que, en diferentes contextos de reflexión,

       se tiende a equiparar la humanización con el trato cálido,

       acogedor, en las relaciones asistenciales.

       Casi como si lo más genuinamente humano estuviera

       en estas cualidades de las relaciones de ayuda.

       Hablar de humanización, en cambio,

       es mucho más comprometedor:

       reclama la dignidad intrínseca de todo ser humano

      y los derechos que de ella derivan.

      Fácilmente se tiende a describir el fenómeno de la deshumanización de la práctica sanitaria asociado al desarrollo tecnológico y a la despersonalización. Si por un lado parece fácil adherirse a la lamentación por este proceso, no parece tan fácil, por otro lado, definir, aclarar, profundizar, sobre el significado de una seria humanización del mundo de la salud, siendo así este el problema bioético fundamental.

       Humanización

      A mi juicio vivimos en una sociedad más humana respecto a la del pasado. Vivimos en un momento de la historia en el que la dignidad de la vida humana está más considerada, a la vez que grandemente violada.

      El Diccionario de uso del español de María Moliner, dice que «humanizar» es una palabra moderna que ha sustituido a «humanar», y la define como: «Hacer una cosa más humana, menos cruel, menos dura para los hombres». Hablar de humanizar algunos ambientes supone partir de una idea: cómo debería vivir el ser humano para realizarse plenamente como tal.

      Humanizar una realidad significa hacerla digna de la persona humana, es decir, coherente con los valores que percibe como peculiares e inalienables,


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