Fisuras en el firmamento. Álvaro Álvarez RodrigoЧитать онлайн книгу.
temperamento y de fuerte personalidad.
Sus éxitos en el cine se vieron reforzados por el trabajo en la compañía teatral de su madre. Es reseñable que sea entonces cuando el diario ABC, un periódico de alcance nacional no cinematográfico, le dedique su primera entrevista. También llama la atención el tono paternalista empleado por el reportero, quien dice cuadruplicar la edad de «esta tremenda Amparito Rivelles», a la que define como «dulce, hermosa e infantil». En contraste con otras entrevistas concedidas a medios especializados, la actriz se expresa aquí con una gran modestia. Su discurso, alejado de sus prácticas, parecía ser un eco forzado de las consignas oficiales:
–Pues lo que más me gustaría es casarme. Amar a un hombre bueno. Tener un hogar, unos hijos… Lo mejor de la vida es el amor.
–Entonces, ¿cree que el matrimonio es el amor?
–Estoy segura.
–¿Sí?
–¿Usted no lo cree?
–Yo, sí. Pero no se trata de mí.
–¡Ah!, yo estoy convencida de que un buen matrimonio es el amor y la felicidad. Completamente.
–Si encuentra ese amor, ¿dejará el cine y el teatro?
–Sí. Desde luego.56
Tanta insistencia en las preguntas por parte del periodista conducen a pensar que su imagen de una soltera feliz y su reciente fracasado noviazgo sembraban de dudas la sinceridad de su discurso, y que de igual manera podía ser interpretado por las lectoras. Un mensaje tradicional de fe en el matrimonio, la maternidad y el amor romántico que sonaban más a una aspiración ideal que a un propósito por el que se sintiera realmente concernida.
Existen indicios que apuntan que esa era precisamente la percepción que de la actriz se había extendido entre buena parte de sus seguidores, que veían en ella, si no a una mujer sexualmente activa, un ejemplo de relaciones amorosas alejadas de los complejos rituales de cortejo en los que el pretendiente planeaba una estrategia para enamorar a la joven en la que había puesto su atención. Él tenía que vencer las resistencias que, en un lento proceso de tira y afloja, ella ponía al acercamiento entre ambos.57 No, no era este el tipo de muchacha que se asociaba a Rivelles. Así sucedió ya desde muy temprano durante su mediático romance con Alfredo Mayo, del que nos han llegado testimonios de que por aquel entonces se cantaba una canción, a ritmo y remedo de las «Coplas de Luis Candelas», cuya letra decía: «Debajo de la capa de Alfredo Mayo, Amparito Rivelles monta a caballo». A pesar de que, tras esa ruptura, no se vuelve a informar sobre ningún otro noviazgo de la actriz, parece ser que hubo rumores que apuntaban a que disfrutó de otros romances, nunca confirmados por la prensa, aunque a veces sí sugeridos, tal como más adelante indicaré, y que contribuirían a reforzar esa sensación de que Rivelles no era una chica más a la espera de ser llevada al altar. Su aparente opción deliberada por la soltería resultaría inquietante para los promotores de las relaciones de pareja tradicionales y formales.
Desde años atrás, se había impuesto entre las señoritas de clase media el ideal del matrimonio como el estadio donde hallar la realización personal, y el noviazgo como su preludio. Pese a que se fuera consciente de que el nuevo estado civil suponía el paso de la tutela paterna a la subordinación al marido, este cambio se sentía como una liberación y el comienzo de una vida propia.58 En la posguerra, las políticas pronatalistas insistían en esta idea, y, por consiguiente, se reforzaba la mirada conmiserativa hacia las solteras, en una mezcla de piedad y de desdén. No cabía una vocación por la soltería, puesto que esta solo podía ser entendida como una desgracia derivada de la fealdad, el mal carácter o el inconformismo de la muchacha.59
No obstante, como ya han puesto de manifiesto diversas investigaciones, dentro de las propias organizaciones de encuadramiento social femenino que promovían estos discursos de domesticidad y maternidad, se dio una flagrante contradicción en las prácticas. Así, un amplio número de dirigentes de la Sección Femenina de Falange permanecieron solteras, «cuestionando el estereotipo de la mujer no casada como objeto de lástima».60 La soltería les permitía conservar su puesto de trabajo, tener autonomía y una participación en la vida política y social.61 A diferencia de otras mujeres de clase media y alta que abrazaron el celibato generalmente por motivos religiosos, las dirigentes de la Sección Femenina mantenían un contacto estrecho con los hombres por motivos de trabajo, y tampoco era inusual que algunas de ellas, como la propia Pilar Primo de Rivera, tuvieran pareja sentimental, aunque en secreto.62 Por otra parte, contradicciones muy similares provocadas por el activismo de sus dirigentes se dieron en el seno de las Mujeres de Acción Católica, para las que su dedicación exclusiva a la organización era difícilmente compatible con asumir personalmente el modelo de matrimonio y maternidad propugnado por la Iglesia.63
Con todo, la imagen de una Rivelles seductora, que disfrutaba de la compañía de diferentes hombres, todavía no se había formado y, a lo sumo, es ahora cuando empieza a perfilarse. Tras aquella entrevista titulada «Amparito Rivelles se quiere casar», el mismo diario publica otra unos días después con el encabezamiento «Amparito Rivelles ya no se quiere casar». Se trata de una broma a propósito de la enorme cantidad de cartas de admiradores que ha recibido con propuestas de matrimonio. Pero en esta ocasión responde mostrándose más segura y se permite frivolizar sobre el tema, mientras que el nuevo periodista, sin la condescendencia del anterior, evidencia la imagen de empoderamiento y autonomía personal que se ha ido dibujando alrededor de la estrella:
–Pero con entera sinceridad: dígame, Amparito, ¿es usted verdaderamente una mujer romántica, capaz de casarse con un hombre sólo por el amor?
–No me casaría jamás por otra cosa.
–Ahora, otra pregunta indiscreta: ¿cuánto gana usted diariamente?
–Al lado de mi madre mucho más que en el cine.
–¿Y usted cree que hay en la tierra un hombre, usted lo ha dicho antes, y perdóneme que emplee sus mismas palabras, «tan suicida», que tenga el valor de casarse con una mujer como usted, acostumbrada a ganar, y me supongo que a gastar, tanto dinero?…64
1 Amparito Rivelles: Mi vida, Madrid, Colección Astros, 1943. Para algunos de sus fans de entonces, este librito pudo funcionar como presentación en primera persona de su breve biografía, previa a su constitución como personaje público. Se trata de una publicación de pequeño formato de 21 páginas, dentro de una colección en la que, según se anunciaba en su portada, «los artistas más populares de la cinematografía española cuentan su vida».
2 Ibíd., pp. 19-21.
3 Anne-Gaelle Regueillet: «Norma sexual y comportamientos cotidianos en los diez primeros años del Franquismo: noviazgo y sexualidad», Hispania: Revista española de historia 218, 2004, pp. 1027-1042.
4 Publicidad de Malvaloca. Noticiario Cifesa, agosto de 1942.