La Argentina: La conquista del Rio de La Plata. Martin del Barco CenteneraЧитать онлайн книгу.
en hora mala. Era el galan pretenso un marinero, El precio una cabeza de pescado; Acude à la posada muy ligero, Y viendo que la Dama le ha burlado, Al capitan Ruiz, buen justiciero, De la dama se habia querellado; El cual juzga que cumpla el prometido, O vuelva lo que tiene recibido. Maldito seas, juez, si no quisieras Mirar á nuestro Dios omnipotente, Y de esto à buen juzgar te conmovieras, Y à quitar el pecado subsecuente Por evitar la muerte, lo hicieras. Que claro està que el casto y continente Mejor pasa la hambre que el vicioso, Y dado al vicio y acto lujurioso. Sabemos, semejante á esta bajeza, Que causa otras dos mil esta traidora, Que aunque dice el refran, que no es vileza, Y ser con nuestro Dios merecedora Creemos la virtud de la pobreza:[48] Sin su favor la perra es causadora, De hambre, que es un mal tan sin medida, Que darà el padre al hijo por la vida. Mas volvamos á Oyolas y su gente, Que sube el rio arriba muy gozoso. El puerto Paraguay, que es al presente, Hallaron del caribe belicoso. Poblado estaba aquì el fuerte y valiente, Yanduazubì, en la tierra poderoso Capitan, y cabeza que regía, Y toda la comarca le temia. Aqueste fuè en favor de los cristianos, Y hizo à Salazar que allí poblase. Oyolas pasò el rio y los pantanos, Diciendo á Salazar que le aguardase. Llegó donde hinchó muy bien las manos, Mas Dios no fué servido que tornase; Que Salazar no cumple el prometido, Por dó el pobre de Oyolas se ha perdido. El Paraguay arriba poco trecho Habia Juan de Oyolas navegado; Saltó en tierra, y camina bien derecho La vuelta del Perú, y bien cargado De plata, y à su gusto satisfecho, Volvió dò à Salazar habia dejado Con barcos y navios esperando, En tanto que la tierra iba talando. Salazar como viese que tardaba, Bajóse al Paraguay dó ya dijimos, El gran Yanduazubi-Rubicha estaba[49] Con el gran Lambaré; y entrambos primos Le dicen, de lo cual mucho gustaba, "En tanto que nosotros dos vivimos, Ayuda te daremos como à hermano, A tí y todo nombre de cristiano." En esto vuelve Oyolas diligente Con plata, mas no halla los navios. El hecho viendo el indio derrepente, La carga de la plata deja y lios, Y acude contra Oyolas y su gente: No puede escabullirse, que los ríos Estan delante de él, y asì murieron El pobre, y los demas que con él fueron. Los indios, que esta gente aquí mataron, Payaguaes se dicen, belicosos: A muchos en mi tiempo cautivaron, Y yo tambien lo fuì de estos furiosos. Salazar, y los otros que bajaron Poblaron en el puerto muy gozosos. Las familias aumentan con sus hijos, Y se entregan à dulces regocijos. El guaranì se huelga en gran manera De verse emparentar con los cristianos: A cada cual le dan su compañera Los padres, y parìentes mas cercanos. ¡O lástima de ver muy lastimera, Que de aquestas mancebas los hermanos, A todos los que estan amancebados, Les llaman hoy en dia sus cuñados. A tal tèrmino llega aquesta cosa, Que cada cual vivia à su albedrio; Aquel que india tenia mas hermosa, Se juzga por mejor, y de mas brio. Y en siendole la india enfadosa Libello de repudio con desvio Concede, y toma á otra mazacára, Que manceba la llama á la clara. Mazacàra es un pece muy sabroso, Y tanto que los indios cosa rica Le dicen, por ser pece tan gustoso; Y el nombre de este pece el indio aplica Al amiga que tiene, deseoso De siempre la gozar, que significa Mazacàra la cosa que es amada, Que no enfada por ser muy estimada. No habia en este caso alguna enmienda, Por ser en general costumbre mala, Que aquel que convenia poner la rienda, Sin guarda de excepcion todo lo tala; Aprenden de la escuela y de la tienda En esto los demas todos de Irala; Que aunque era en muchas cosas concertado, En esto de la carne desfrenado. Y el mal era mayor y mas crecido: Que los gobernadores se han jactado De tener mazacàras; y ha venido A terminos la cosa, que tratado Con ellas han, é hijos han tenido En público, y por suyos los han criado. ¡Ved los pequeños tal que documento Habian de tomar de tal descuento! Cuanto convenga en tierra, cuando es nueva, Sembrar buena semilla, labradores, Era en los principios à dar prueba De virtud y bondad, predicadores. El dicho del poeta lo comprueba; Que el vaso en que una vez echan licores Guarda bìen el sabor siendo reciente: Así ni mas ni menos es la gente. Estando pues el pueblo muy ufano Al gusto, y paladar de su medida, Juzgaron por consejo bueno y sano A Irala obedecer toda su vida. Sobre esto muchos dicen ser tirano: Serà bien esta cosa conocida. De todo aquel curioso que leyere, El canto que tras este se siguiere. Que yo no he de juzgar aquì sus hechos, Decir lo bueno y malo me conviene. Confieso que hizo Irala mil provechos,[50] Por dó en aquella tierra fama tiene. Algunos perseguidos y deshechos Por él fueron, y quiera Dios no pene En pago de sus culpas, y los males Que hizo á Diego de Abreu y leales. Mandando, pues, la tierra como digo Irala, y Buenos Aires despoblado,[51] Cesado habia la hambre, y mucho trigo Tenian, y otras cosas que han sembrado. A la Asumpcion se suben al abrigo, Los unos y los otros se han juntado: Que la virtud estando bien unida Mas fuerte vemos que es que desparcida. Estando así, cualquiera procuraba Hacer casas, estancias y hacienda: Y aunque la dulce España deseaba, Y mas el que tenia alguna prenda, El imposible visto, trabajaba Cualquiera, por no haber plaza ni tienda: Por donde todos eran labradores, Monteros, hortelanos, pescadores. D. Carlos V. en esto ha proveido Por su Gobernador y Adelantado, A Cabeza de Vaca, que ha salido De allá de la Florida, donde ha estado Cautivo de los indios, y metido La tierra adentro à fuerza de su grado. Diremos de èl despues, en entretanto Cesemos hasta ver el quinto canto.
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CANTO QUINTO.
En este canto se dice como vino Alvar Nuñez Cabeza de Vaca al Rio de la Plata, y de su prision y trabajos que de ella sucedieron, y del gran Moxo, Señor del Paytití.
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Segura vida llaman la pobreza,[52] Y de santos, de santas es amada; Tambien la Magestad y sacra Alteza Amándola, le dió suerte estimada. Aquel que en poco tiene la riqueza Por cierto vive vida sosegada; Y el que con su pobreza se contenta Mas rico es que el que tiene mucha renta. Las guerras y las grandes disenciones El interes las causa, como vemos. Motines y revueltas, rebeliones, ¡Qué de mal por la plata padecemos! Autores de las santas religiones, Que amastes la pobreza por extremos, Decid, ¿no es mas segura la pobreza, Pues por ella gozais de la riqueza? Cualquiera en la Asumpcion está gozoso, Con solo su comer vive contento: No andaba por la plata codicioso: Metido en su morada y aposento Labrado, muy pulido, muy costoso, Sin curar de tapiz ó paramento. Y al fin por interes la furia ingrata, Discordia, su contento desbarata. ¡Qué fuera si tuvieran plata y oro! Que aquesto mas conmueve en esta vida. Que al fin aquel que tiene gran tesoro Procura su contento sin medida, Aqueste fin le fuerza el triste lloro, Y llanto al navegante en su corrida, Y aquesta á veces causa en este mundo A muchos que desciendan al profundo. Mas oro, y plata es lo que lo vale:[53] Y bien es honra, mando, poderío, Cualquiera de estas cosas equivale, Y trae al retortero, al albedrio. Que aunque no sea forzada, empero sale La voluntad de madre como rio, Y lleva á la razon tras sí rendida, Y á su diccion y gusto sometida. Al fin, pues, interes les fuerza tanto En la Asumpcion sin plata ni dinero, Que su placer se vuelve en triste llanto, Los cuellos entregando al carnicero. Pensaron de salir de un gran quebranto, Y dieron en un hondo sumidero: Como verá cualquiera que esté atento, A la historia presente que yo cuento. Habiendo aquel que al mundo dió de mano En trueco del eterno y gran reposo, Dejándole primero todo llano Y en paz, al heredero muy dichoso,[54] Juzgado por consejo bueno y sano, De dar hombre valiente y belicoso, Al Argentino envia Adelantado, Que Cabeza de Vaca fué nombrado. Del cual su armada á prisa abastecida De todo el necesario, y sus pertrechos, De la ciudad de Cádiz fué partida, Y á las Canarias llegan bien derechos. Los mas de todos es gente lucida, Algunos con insignias en los pechos, De nobles y lutrosas encomiendas, Y muchos de valor y grandes prendas. Pasada la famosa y gran Canarìa, En Cabo Verde, que es de Lusitanos, Entraron; y aunque era tan contraría Entonces su nacion á Castellanos, No le fué á la nuestra allí adversaria, Que á todos los reciben como á hermanos: Que al fin la diferencia es de tal guisa, Que para las mas veces todo en risa. Despues de haberse aquí ya refrescado, La gente del armada muy gozosa, Con algun bastimento que ha tomado Se embarca, por le ser muy deseosa La fin de su viage comenzado, Juzgándole por cosa provechosa: Que vemos que cualquier descubrimiento Es al tono de boda ò casamiento.[55] La Torrida,